¿Qué hacer?
En Cabo San Lucas y San José del Cabo un viaje puede vivirse en los extemos: entre el mar y el desierto, entre la activación —buceando, surfeando y cualquier otro verbo que implique el uso de un traje de neopreno— y la relajación —esa que va de tirarse a tomar el sol en la playa a una cama de spa y de regreso—. Yo prefiero lo segundo. Porque Los Cabos, entre la opulencia de algunos hoteles, es el lugar perfecto para rendirse y entregarse a las manos expertas que consiguen poner la vida en pausa durante sesiones.
En el destino hay mucho para escoger: entre clásicos y veteranos del destino —como el One & Only Palmilla— o de generaciones recientes como el hotel The Cape: que es pequeño pero muy cumplidor y dónde un masaje relajante de 80 minutos es todo lo que se necesita para volver a la vida —al menos yo, quedaré por siempre agradecida con las manos de Adriana.
¿Dónde comer?
The Ledge
Aunque pedir el desayuno en la habitación es el más tentador de los planes en los hoteles de Los Cabos —que siempre tienen terrazas apuntando a una vista de postal— un batido de cacao con dátiles y unas enfrijoladas rellenas de hongos salteados de este restaurante no le quedan a deber nada a una buena mañana.
Jazamango
Este restaurante del chef Javier Plascencia está en Todos Santos —a unos 45 minutos de San José del Cabo— pero vale toda la pena el desvío. Es casual, de aires campiranos y con esas combinaciones surf & turf que son el sello del sazón de este chef tijuanense. La tostada de kampachi con camarón wakame, furikake y salsa macha y la versión de la carne tártara son imperdibles.
Comal
Remojar un pan de masa madre en las sobras de una olla de mejillones con chorizo es una de las razones para visitar este restaurante que, desde su apertura, se va poniendo mejor. Antes de llegar a este pico de sabor se puede hacer una parada en una almeja chocolata o en algo todavía más contundente como unas doraditas de short rib.
¿Dónde dormir?
Por su spa, por sus restaurantes —de cocina tailandesa como Talay o mexicana como Mezcal—, por su comodidad o por sus programas de sustentabilidad. Pretextos para hospedarse aquí, sobran.
Esperanza
Si el plan es en pareja este hotel tiene toda la privacidad y la comodidad que se agradecen, además de las amenidades y una barra perfecta para tomar el aperitivo con vista al mar.