La historia detrás de la enigmática Mina Prehispánica de Taxco
Esta serie de caminos subterráneos pasaron desapercibidos por más de 500 años.
POR: Paola Gerez Levy
Taxco no es solo un pueblo mágico donde no existen las calles planas; es también una Zona de Monumentos Históricos y un sitio con un legado prehispánico que abarca cientos de años. Para conocer la cultura indígena no hay que mirar hacia arriba –como se hace en las pirámides– sino asomarse y adentrarse en el interior de la tierra. Hablamos de la Mina Prehispánica de Taxco, un espacio subterráneo que cuenta la historia del pasado del pueblo.
Lo que hace única a esta caverna es que no está explotada, pues aún resguarda una cantidad considerable de oro, playa y cuarzo. ¿Cómo puede una mina prehispánica llegar al siglo XXI sin haber sido saqueada? La respuesta está en los chontales –habitantes de la región durante el siglo XV– quienes, ante la llegada de los españoles, cerraron la entrada a los pasadizos para evitar que intervinieran las cavernas.
Esta es la única mina prehispánica que queda en el país, pues la la extracción intensiva de metales preciosos fue una de las actividades características durante la Conquista. Tan solo en Taxco, José de la Borda operó las minas de Pedregal, El Coyote, San Ignacio y Cerro Perdido. Pero a diferencia de las coloniales, en la Mina Prehispánica de Taxco solo se explotó el 2% de la roca, pues los chontales la trabajaban con técnicas rústicas para intercambiar los minerales por maíz, frijol, algodón o animales.
Una mina con algo más que oro y plata
Por fortuna, el INAH resguarda el interior del sitio desde su azaroso descubrimiento en 2013, cuando se realizaban trabajo de remodelación en el bar del hotel Posada de la Misión. Ahora se puede visitar en compañía de un guía, ya sea bajando ocho metros por un elevador o en rappel. Sin embargo, una vez dentro se alcanza una profundidad de 40 metros bajo tierra.
Un tesoro inadvertido dentro de la mina es el banco de semillas Vicente Guerrero, en donde se resguardan pepitas de numerosas especies de flores mexicanas. Una de las adiciones más recientes a la colección es la Cuetlaxóchitl, mejor conocida como nochebuena, que es una de las plantas endémicas del centro y sur del país.
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