Bosque de los Murmullos, una conexión profunda con la naturaleza
Un espacio ecoturístico que llama la atención de los viajeros con deseos de reencontrarse con la naturaleza.
POR: Pamela Herrera
Este sitio parece salido de un cuento. Entre oyameles, cedros, encinos y pinos destaca la casa de los Amanita Muscaria -las típicas casas de los gnomos de jardín-. El Bosque de los Murmullos comparte su misticismo y espiritualismo con aquellos viajeros que necesitan reconectar con la madre Tierra.
Ubicado en un parque nacional sobre las faldas del Cofre de Perote, Veracruz, este bosque se convierte en el escenario perfecto para una aventura en plena naturaleza.
Una conexión con los astros y la Tierra
La caminata por los senderos del bosque debe comenzar por la mañana para que puedas apreciar las especies endémicas, entre ellas se destacan los cacomixtles, el mulato azul y los zumbadores mexicanos.
El único lugar en el país donde puedes encontrar árboles como el Madroño y el Chupamiel de montaña, es este bosque y éstos están escondidos en medio de los oyameles y los encinos.
Durante tu recorrido podrás ver -si prestas atención al terreno y si tienes suerte- especies animales silvestres como la salamandra de Cofre de Perote, escarabajos joya y mayatitos brillantes, mismas que están en peligro de extinción.
Dos especies de hongos llamarán tu atención: quexques o lactarius indigo mejor conocidos como hongos azules comestibles y los Amanita Muscaria, aquellos rojos con puntos blancos que son utilizados como alucinógenos en Michoacán por chamanes y en el Estado de México como parte de los cultivos para controlar plagas.
Si bien está permitido acampar en el lugar, también puedes rentar cabañas en el Bosque de los Murmullos y contratar un tour guiado por los alrededores (mismo que debes hacer vía correo electrónico a elbosquedelosmurmullos2015@gmail.com).
Éste vale la pena, pues los guías te llevan hasta una torre de observación a 2,400 metros de altura sobre el nivel del mar. Puedes llegar en automóvil hasta el poblado El Conejo, de ahí tendrás que subir 5.5km por un sendero de montaña y terracería. El viento es fuerte y es necesario llevar ropa y zapatos especiales para la sierra.
Como parte de un tour astronómico nocturno y gracias a que no hay contaminación, es posible ver astros y definirlos con ayuda de planisferios y telescopios -que el mismo guía te brinda-.
Al volver al campamento, disfruta de una tarde en el temazcal en El Enigma del Prisma, donde gozarás de un baño ancestral de hierbas medicinales y vapor. También puedes tomar aromaterapia, clases de meditación y antes de dormir disfrutar de una fogata bajo las estrellas mientras escuchas el concierto tradicional de arpa.
Entre ruinas y maravillas naturales
A 35 minutos en auto del Bosque de los Murmullos se encuentra la ciudad prehispánica más grande del país: las ruinas arqueológicas de Cantona.
A 2,600 metros sobre el nivel del mar, este sitio arqueológico está abierto a los viajeros desde 1994. Un lugar de 453 hectáreas edificadas en el periodo clásico tardío entre los años 600 y 1,200 que fue abandonado tras la invasión de los chichimecas en el siglo XI, abre sus puertas para mostrar un poco más sobre la vida en aquella época.
Entre la acrópolis, los conjuntos de juego de pelota, las tres plazas con pirámides y un palacio, la filiación cultural no es clara y se cree que varias etnias habitaron aquí. Estas construcciones se caracterizan por la no utilización de cementantes. Debido a la localización de Cantona el acceso al agua era limitado y esto impedía la producción de argamasa -una especie de cemento utilizado en otras culturas del mismo periodo-. Su sistema constructivo se basaba en cubrir sus muros con lodo en el exterior y estuco en el interior. Los muros verticales no miden más de 40 cm y su inclinación va de los 12 a los 15 cm. Los pisos tienen un grosor de 22 cm y en las canchas de juego de pelota también hay una delgada capa de lodo sobre el piso.
Entre otros materiales de construcción se han encontrado basalto, tezontle, calza blanca y toba volcánica. Los cantoneses aprovecharon el terreno para adaptarse a él y crear una ciudad asimétrica que, hoy en día, es su sello distintivo.
El recorrido por las ruinas podría tardar hasta cuatro horas; sin embargo, vale la pena el viaje en el tiempo.
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