Se podría cometer el error de descartar a la región mexiquense como uno de los grandes destinos arquitectónicos en México. Quizá el predominante paisaje industrial llega a opacar sus obras maestras, pero lo cierto es que el Estado de México está lleno de importantes edificios que ningún amante de la arquitectura debería pasar por alto.
Exploramos la zona para recordar algunas estructuras emblemáticas del estado y conocer sus nuevas propuestas arquitectónicas. Encontramos diseños imperdibles, salidos de las mentes de grandes arquitectos, además de ideas frescas y un ambiente de acelerada innovación. Entre clásicos olvidados y proyectos transgresores, estas son algunas de nuestras estructuras favoritas en el Estado de México.
Torres Bicentenario, Toluca
Estas dos torres de 65 metros de altura han vigilado Toluca desde el 2010. Fueron diseñadas por el arquitecto Guillermo Maya López, en el centro de la ciudad, como un monumento que conmemora el bicentenario de la Independencia de México. Además de que son un portento de la ingeniería ya que, a pesar de su altura, pueden someterse a la acción del viento, cada una de las torres está construida con cien bloques de acero inoxidable que simbolizan los doscientos años de historia del país.
La particular forma del monumento se ha convertido en un icono de la ciudad y un claro ejemplo de la arquitectura moderna que puede encontrarse en el Estado de México. Por si fuera poco, debajo de las torres también se construyó el Museo del Bicentenario, otro importante centro de la cultura y las artes mexiquenses.
Cabañas Wander, Malinalco
El reconocido arquitecto mexicano Michel Rojkind y su equipo de diseño construyeron este santuario de retiro y descanso en Malinalco. El buen clima y la frondosa naturaleza en la zona fueron ideales para estas alucinantes estructuras de madera. Experimentando con patrones geométricos, materiales y distribución de los espacios, las cabañas WANDER completan una experiencia de desconexión en medio del bosque.
La idea rectora detrás de este diseño es encontrar “soluciones complejas a través de formas más sencillas”. Sus trazos firmes se enredan en ángulos elaborados que, paradójicamente, terminan formando habitaciones sobrias y llenas de luz natural.
Nido de Quetzalcóatl, Naucalpan
Sus improbables formas, colores, materiales y el ambiente que la rodean, hace que esta estructura parezca algo salido de un sueño. Pero el Nido de Quetzalcóatl existe en Naucalpan, al oriente del Estado de México, y es una de las obras más características de la arquitectura orgánica mexicana.
En un terreno complicado, entre cañadas, cuevas y árboles, el arquitecto Javier Senosiain asumió su construcción como un reto que culminó en un proyecto sin precedentes. El edificio de forma de serpiente recorre ondulante el ecosistema que lo rodea, sin dañarlo o intervenir en él, aprovechando un lugar donde otros hubieran encontrado una labor imposible.
Museo del Chocolate Nestlé, Toluca
Otro de los edificios más distintivos de la arquitectura de Michel Rojkind en el Estado de México es el Museo del Chocolate Nestlé. Su estructura exterior, un enorme contenedor rojo que se contorsiona cual origami y llama la atención de los automovilistas en la lateral de la carretera Toluca – México, recuerda por un lado la esencia industrial de la región y la divertida envoltura de un chocolate.
Por dentro, sin embargo, los espacios del museo resultan minimalistas, de paredes blancas y detalles simples. Eso sí, las vueltas y quiebres de sus pasillos forman un recorrido lleno de sorpresas.