Un recorrido por el arte público de Ciudad de México
El arte de la Ciudad de México no se limita a salas de museos, por el contrario, se vierte por calles y parques para que nadie se quede sin verlos.
POR: Paulina Espinosa
El arte público, en su forma contemporánea, tiene sus raíces en varias tradiciones y movimientos artísticos a lo largo de la historia. Sin embargo, uno de los puntos de origen más significativos se encuentra en el siglo XX, con el surgimiento del movimiento del muralismo mexicano. Liderado por artistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, nació después de la Revolución mexicana en 1910 como una forma de expresión que buscaba llevar el arte a las masas y promover valores sociales y políticos por medio de obras monumentales en espacios públicos. Estos muralistas creían en el poder transformador del arte para educar, inspirar y unificar a la sociedad, al mismo tiempo que sus obras adornaban edificios, escuelas y espacios comunitarios en todo México.
El muralismo mexicano influyó en movimientos similares en otras partes del mundo, como el muralismo estadounidense de la década de 1930, que contó con artistas como Thomas Hart Benton y Diego Rivera (quien también trabajó en Estados Unidos durante este periodo). Pintaron murales en edificios públicos financiados por el gobierno, como parte del programa de la Administración Federal de Obras Públicas durante la Gran Depresión, utilizando el arte como medio para inspirar esperanza y solidaridad en tiempos de crisis económica.
Desde entonces, el arte público ha evolucionado y se ha diversificado en todo el mundo, influyendo en movimientos como el grafiti, el arte callejero, las intervenciones urbanas y las instalaciones artísticas. Hoy, esta rama del arte se encuentra en una amplia gama de contextos y formas alrededor del mundo. En Ciudad de México no exageramos cuando decimos que la puedes encontrar donde quiera que vayas. Desde murales monumentales como el que se halla en la fachada del Teatro de los Insurgentes o la estructura que rodea el Polyforum Siqueiros hasta esculturas públicas como las Torres de Satélite o el Ángel de Independencia, intervenciones temporales como las exposiciones a lo largo de Reforma y obras de arte digitales, que transforman y enriquecen los espacios públicos y la vida de las comunidades.
Poniente y norte
Ciudad de México ha acumulado por cientos de años una gran cantidad de monumentos y obras consideradas como arte público, entre las que destacan unas más que otras por la referencia en la que se han convertido. Como las Torres de Ciudad Satélite, una obra escultórica creada en 1958. Fruto de la colaboración entre el escultor Mathias Goeritz y el arquitecto Luis Barragán, estas torres fueron concebidas como un monumento escultórico que fusiona arte y arquitectura. La más alta, de 52 metros, y la más pequeña, de 30 metros, mantienen su efecto visual y simbólico en el entorno urbano.
Por otro lado, si recorres el pabellón sobre Calzada de los Misterios, como su nombre lo dice, podrás encontrar estatuas que representan los 15 misterios del rosario. Al inicio de este camino se encuentra el Monumento a los Peregrinos, también considerado arte público, donde año tras año millones de seguidores de la Virgen se reúnen para comenzar la peregrinación que los llevará a la basílica de Guadalupe.
Reforma y Chapultepec
Todo Reforma se considera una de las mejores zonas para observar obras de arte público por doquier. Desde la Estela de Luz, pasando por la Glorieta de la Diana y el Ángel de Independencia hasta la escultura de El caballito.
Sin embargo, si decides entrar a la primera sección del Bosque de Chapultepec, también podrás observar varias creaciones, como la Fuente de la Templanza que se ubica en el Parque de Chapultepec, justo enfrente del emblemático ahuehuete El Sargento, sobre la Calzada del Rey, una de las glorietas más destacadas del parque. El ahuehuete también es considerado arte público, pues su historia lo ha hecho famoso. El árbol conocido como El Sargento ocupa un lugar especial en el corazón de los habitantes de la ciudad, ya que es uno de los más venerados a pesar de haber sido declarado muerto en 1969.
La Segunda Sección de Chapultepec también cuenta con una obra muy destacada que se ha convertido en un punto de referencia entre los mexicanos. La Fuente de Xochipilli, una obra del arquitecto Leónides Guadarrama, creada en 1964, está inspirada en la arquitectura tenochca y fue concebida como una representación del cosmos. Cada detalle de esta fuente refleja la visión artística del arquitecto y rinde homenaje al Príncipe de las Flores de la cosmovisión mexica.
Sur
Al sur de Ciudad de México, la icónica Torre del Reloj de Xochimilco sirve como el punto de encuentro central en el Foro de Xochimilco, una amplia plaza pública ubicada frente a la catedral de San Bernardino de Siena. Estratégicamente situado al sur del parque Pirámide y Fuentes, con un encanto tradicional y que cuenta con un quiosco, el reloj actúa como un punto de reunión en esta zona.
Por su parte, Sol rojo, situada afuera del Estadio Azteca, es considerada la pieza magistral de Alexander Calder, gracias a sus 25.8 metros de altura. Esta obra se destaca entre otras 19 esculturas que conforman la Ruta de la Amistad, un proyecto que surgió para adornar las vías cercanas a la Villa Olímpica en el sur de Ciudad de México durante los Juegos Olímpicos de 1968.
Características del arte público
Una de sus principales características es que, por lo general, busca interactuar con el entorno y con su audiencia de una manera única, provocando reflexiones y emociones en el espectador, aunque la obra puede tener diversos propósitos, como adornar espacios urbanos, transmitir mensajes sociales o políticos, conmemorar acontecimientos históricos o culturales, promover la identidad de una comunidad o simplemente brindar una experiencia en el espacio.
Además, su accesibilidad es sencilla, ya que está disponible para ser apreciada por cualquier persona que pase por el lugar donde se encuentre. Esto contrasta con otras formas de arte que se presentan en galerías o museos, los cuales pueden tener un costo de entrada u horarios de funcionamiento.
El arte público puede ser creado por artistas individuales, colectivos artísticos, comunidades locales o instituciones culturales en colaboración con artistas.
A lo largo de los años ha ganado reconocimiento como una forma de expresión artística valiosa que puede enriquecer la vida urbana y promover la participación cívica, así como el sentido de pertenencia en las comunidades.
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