UMA Casa: refugio de diseño y tranquilidad para hospedarse en Ciudad de México
Más que un hotel, una casa de diseño donde cada espacio cuenta una historia, honra un legado familiar e invita a vivir una experiencia.
POR: Daniela Dini \ FOTO: Ritta Trejo
“No lo llamamos hotel, la llamamos casa”, dicen Claudia y Blanca González casi al unísono, quienes junto con su hermano Eucario convirtieron el hogar de la infancia en el que crecieron, en Lomas de Chapultepec, en una residencia de nueve habitaciones definitivamente acogedora, con un encanto único y atención a cada detalle. La idea nació primero de las ganas de crear un proyecto familiar compartido y luego fue tomando la forma de hotel boutique.
La intención es que los visitantes vivan el espacio como un verdadero hogar, conectando con la identidad de México. “Lo que más nos interesa que el huésped sienta al llegar es que está en una casa. Que sienta que ahí pueden recibirlo, hacerle un mole, un buen desayuno o recomendarle un restaurante. Que sienta lo que es ser recibido por una familia mexicana”, agrega Claudia. Y lo lograron con creces. Convocaron al estudio de la arquitecta y diseñadora Claudina Flores para interpretar el deseo familiar y ella se embarcó, ante todo, en conocerlos a ellos, sus costumbres y su historia, para captar su esencia y replicarla en el proyecto. Claudina encontró en ellos a grandes anfitriones y el concepto empezó a tejerse entre líneas, conectando la historia y el alma de la familia.
El nombre también emergió naturalmente: “Uma, entre muchos significados, es madre. Blanca, la madre de los tres hermanos y matriarca de la familia, tuvo un impacto importante en el proyecto. Fue un tributo a ella y a todos sus integrantes”, explica Claudina.
Diseño 100% mexicano
Todo en este proyecto refleja el sentido, la sensibilidad, la identidad cultural y la experiencia. Cuando el portal de UMA Casa se abre, si hay algo que sorprende primero es el color: inspirado en la tortilla de maíz azul, predomina en la fachada, en el rooftop y las áreas comunes. “Provoca esa sensación inmersiva, envolvente. Este color es parte de la experiencia para habitar el espacio. Es un concepto orgánico, artesanal, que valora y enaltece lo que tenemos en México”, agrega la arquitecta y diseñadora.
Cada habitación tiene el nombre de un ingrediente que forma parte de su cocina y que suma para crear el concepto y el vínculo entre cada uno de los espacios; el uso de materiales naturales y honestos, típicos de distintas regiones de México, conecta el paisaje interior con el exterior de forma orgánica. La luz natural tiene un papel fundamental y juega casi oníricamente en cada sector: impresiona el domo vidriado que ilumina las escalinatas para llegar a la terraza y que, en el horario indicado, traza la sombra de un corazón sobre la pared. La vegetación abundante toma la casa e invita a sentirse dentro de un bosque donde el tiempo se detiene.
“Me apasiona recibir gente de distintas partes del mundo, darles una probadita de lo que es México: nuestro diseño de alto nivel, nuestra gastronomía. Una casa puede estar decorada y con amenidades de primera calidad, y ser sustentable.”
Claudia González
Otro detalle único es que cada pieza, sea mobiliario, cuadro, artesanía o materia prima, cuenta una historia. Hay un reconocimiento al proceso artesanal y al diseño mexicano contemporáneo, fruto del buen gusto de la familia anfitriona y de la búsqueda incansable de la arquitecta y diseñadora, quien hizo una curaduría para cada elección. Sólo por nombrar algunas de ellas: ollas de cobre oaxaqueñas que se convierten en bellísimos lavabos; los tapetes y el bedding, también del valle de Oaxaca, hechos de algodón 100% en telar de pedal; el uso de abundantes fibras naturales y nobles; los muebles de diseño. Todo es belleza que recibe e invita a vivir una experiencia única y memorable.
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