El día en que amanecimos grises: adiós a los rótulos en la Cuauhtémoc
Esto opinan fotógrafos, diseñadores y colaboradores sobre la extinción de los rótulos en la alcaldía Cuauhtémoc.
POR: Florencia Molfino
Todos hemos visto en los últimos días cómo han ido desapareciendo los clásicos rótulos de los puestos callejeros en la alcaldía Cuauhtémoc, como si hubiera pasado la mano invisible de un Ministerio del Orden y la Salubridad orweliano.
“Nuestro gobierno ha creado un reglamento para ordenar el ambulantaje y generar una mejor imagen urbana, además de un padrón de comerciantes que jamás se había promovido”, es la justificación de la alcaldía para realizar una acción que ha causado quejas y cuestionamientos de parte de los ciudadanos.
En Travesías nos preguntamos qué representan esas imágenes urbanas, expresiones populares del arte, desde la perspectiva de fotógrafos, diseñadores y escritores habituados a encontrar la diversidad creativa con sólo poner un pie en la calle.
¿Qué implica la desaparición de las identidades ahí representadas? ¿Y la homogeneización del espacio público, la no diferencia? Como si se tratara de los uniformes militares, que tienen la intención de igualar a las personas en el anonimato, quitarles entidad e identidad, para dejarlas bajo una jerarquía única (la institución militar misma), los puestos lucen ahora monocromáticos, con el logo de la alcaldía estampado, despojados.
Estas son algunas de las impresiones sobre el tema del equipo de Travesías y colaboradores.
Ritta Trejo, fotógrafa
Borrar los rótulos y darles un carácter y una identidad en la que sólo hay una estampa que apenas se distingue, habla de borrar la identidad gráfica de la Ciudad de México y la alcaldía, algo que nos representa muchísimo históricamente. Creo que además era súper padre pasar por un puesto y reconocerlo, saber de qué era. Ahora todo está gris y blanco.
Me parece bastante delicado que esté pasando esto y creo que la historia de los rótulos, de la gente que los ha hecho y de los puesteros se verá afectada de alguna manera. Extraño los rótulos, el paisaje ahora es raro; caminar por la delegación Cuauhtémoc y no identificar nada y que todo parezca una plasta es bastante triste.
Mónica Orduña, diseñadora gráfica
La rotulación es una técnica que siempre he admirado. Recuerdo cuando de pequeña acompañé a mi mamá a la estética y en la entrada tenían a un rotulador haciendo su magia, en el que logré entretenerme con las pinceladas que renovaban el rótulo de la estética. Definitivamente, es algo esencial en la identidad de cada local.
Es bonito crecer con la gráfica popular, y admirar a todos estos rotulistas que hacen una labor que parece sencilla, pero sabiendo que el estilo que se ocupa y la técnica es más que compleja de lo que parece.
Es además tradicional y su medio de ganarse la vida, por lo que borrarlos también afecta a esta sociedad, que tiene un gran peso en el vínculo entre ambulantes y el mismo usuario. Es memoria gráfica, cultura chilanga y expresión popular.
Diego Berruecos, fotógrafo
Me parece una tontería tratar de borrar la identidad de un oficio tan característico en la ciudad y de México, en general. Me parece además muy importante que ese oficio continúe, que los rotuladores sigan y puedan tener más espacios de trabajo. Se trata de una característica importantísima de la identidad de la ciudad.
Además, me parece horrible cualquier intención de la delegación de tratar de poner su logo y su marca, homologando todos los puestos que están en la vía publica.
Y lo importante, y donde me parece que hay que poner la atención, es en que esta no es la primera política absurda entre muchas otras que son terribles y que tienen que ver con tratar quitar a las personas en situación de calle sin resolver el problema y tratar de “limpiar” la ciudad en el sentido de homogeneizarla.
Camilo Christen, fotógrafo
Para mí los rótulos son como una ramita de la idiosincracia mexicana, como que ahí está la identidad de cada persona que está en la calle ganándose la vida. Me parecen una cosa preciosa que no vemos en muchos lugares del mundo.
Este acto de la delegación me parece una manera de imponer un control, no sé si hay una ideología detrás pero me parece que no, suena un poco hueco y como autoritario también.
Creo que le arrancaron el alma a las calles, a los puestos y a la gente haciendo una cosa que, aparte, estéticamente está horrible, parecen colores de hospital.
Luza Alvarado, escritora – colaboradora
Más peligroso que imponer una imagen es vaciar a la cultura de su fuerza e identidad. Cuando la comunidad no se siente representada en el mundo que lo rodea, es más vulnerable, pierde la brújula, no se siente parte de un lugar, por lo tanto, le es más difícil defenderlo y defenderse.
Esa fue una de las mejores estrategias del estalinismo, que se encargó de exterminar las expresiones populares a punta de represión, con sus sabidas consecuencias culturales y sociales. Imaginemos un frágil cascarón vacío.
Los rótulos son un marcador histórico de lo que somos. Son nuestro paisaje cultural, nuestro sustento simbólico, nuestro referente histórico. Son, sobre todo, la expresión auténtica de quienes dan vida, alimentan y reparan a esta ciudad. Su polifonía gráfica es muestra de la diversidad, una ciudad donde caben todas, todos, todes. Anular su expresión es anular nuestra diversidad.
Las paredes de los barrios y los paneles de los puestos son instructivos para entender el mundo y saber que éste es genuino, divertido, ingenioso, sencillo, colorido, imbricado… Ese es el mundo que se resiste a la gentrificación, a la anulación de las identidades en favor de proyectos económicos que no tienen en cuenta a la ciudadanía.
Hace un tiempo, frente a un rótulo antiguo que ha sobrevivido la gentrificación de la colonia Roma, escribí esto: “El tiempo detenido en los rótulos guapos, con esa pátina polvosa bien chilanga. La luz lechosa de las mañanas de agosto. El amor al terruño, florecita defeña”. Esos rótulos nos hablan del devenir mismo de la ciudad y de cómo ésta teje nuestra identidad.
Daniel Castrejón, diseñador – colaborador
Los rótulos son parte de la cultura popular y de los arts & crafts mexicanos. Y son nuestra publicidad más “primitiva”, que afortunadamente hemos mantenido. Incluso en términos publicitarios y de marketing muchas nuevas empresas y negocios hacen alusión en su estética a lo que es el folclor mexicano mediante los rótulos.
Es importantísimo que este folclor, que no se dio de la noche a la mañana aunque tuvo su boom callejero a principios del siglo XX y que viene de muchas culturas y tradiciones, se conserve. Ni siquiera se trata de si te gusta o no, es parte de nuestro paisaje y nuestra arquitectura.
No sé si por sentimientos europeístas o de primer mundo o por buscar compararse con quién sabe qué, la delegación quiere borrar esta cultura visual. Y si algo tenemos en México que debemos rescatar es precisamente nuestra cultura visual en todos los aspectos, es como la gastronómica y la de las letras, porque carecemos de tantas otras cosas que debemos agarrarnos de donde somos muy fuertes y tenemos una tradición.
Y es muy grave que esto ocurra en la delegación Cuahtémoc, porque es el epicentro de la cultura de México: lo que sucede aquí es la postal de lo que sucede en el país. Y no es sólo se trata de la Roma, la Juarez, Condesa, estamos hablando de San Cosme, Santa María de la Ribera, la San Rafael, Tlatelolco, Tepito, Garibaldi… de todo lo que forma parte de la construcción de nuestra identidad chilanga y nacional.
Desaparecer esos iconos e imágenes que nos representan demuestra mucha ignorancia, que no se da valor a las cosas históricas. ¿Quieren mejorar la imagen de la ciudad? Pongan basureros, un sistema de limpieza efectivo, mejoren el sistema de transporte, empiecen por eso.
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