México

Artesanías mexicanas que tal vez no conocías

Las artesanías mexicanas son razón suficiente para hacer un viaje por México, pero hay algunas menos conocidas que otras. Aquí te dejamos algunas de nuestras favoritas que quizá no tenías en el radar.

POR: Iker Jáuregui

Los Cuexcomates ornamentales son una artesanía típica del estado de Morelos.

Los viajeros mexicanos saben que una de las mejores partes de viajar por el país es regresar a casa con artesanías. Porque, más que adornos, recuerdos o incluso obras de arte, las artesanías mexicanas son un pequeño pedazo de las culturas que conocemos en el camino. Las técnicas con las que se producen, los materiales que usan, y los escenarios que representan encuentran su razón de ser en las raíces y la historia de cada comunidad, creando piezas que transmiten sus tradiciones. 

Hay artesanías mexicanas, como los alebrijes, el arte huichol o los bordados oaxaqueños que son apreciados incluso fuera de México. Desde hace algunos años su popularidad no ha dejado de crecer, llegando a museos en todo el mundo y sirviendo como inspiración de artistas y diseñadores. Pero también hay obras relativamente menos conocidas que no dejan de ser un ejemplo de la riqueza cultural de cada región y la diversidad creativa del país.

Echamos un vistazo en las tradiciones de varias partes de México, buscando trabajos artesanales que nos llamaron la atención y que creemos que más viajeros deberían de conocer para traer de regreso en sus recorridos por el país.

Papel amate de San Pablito, Puebla

El papel amate es especial por su textura. Foto: Bazar Fusion.

Sí, el papel puede ser una artesanía. Sobre todo, el amate que se fabrica en San Pablito con un proceso prehispánico que permanece casi intacto. Se obtiene de las cortezas del jonote, un árbol común desde el centro de México hasta algunos países de Centroamérica, que se suavizan y hierven en agua para después ser aplanadas a golpes de piedra y obtener un papel grueso.

Normalmente se adorna con alguna ilustración o a veces con un bordado, pero el verdadero valor está en su textura, que revela un largo y cuidadoso proceso que las comunidades otomíes de Puebla aún practican.

Cuexcomate ornamental de Jantetelco, Morelos

Los cuexcomates son íconos de las comunidades y la cultura morelense que se remontan a orígenes mesoamericanos. Sirvieron como graneros y silos para las culturas del centro del país, pero también eran símbolos religiosos, ya que su forma constituía un metáfora de la abundancia y la fertilidad. Las construcciones en su tamaño original (alrededor de cuatro metros) ya no son tan comunes, sin embargo, su modelo ornamental se ha popularizado como una artesanía.

Fabricado a base de barro, piedra y paja, tal y como se hacía en el pasado, estos pequeños Cuexcomates revelan el trabajo que las comunidades de antaño seguían para edificar sus construcciones.

Guajes de Temalacatzingo, Guerrero

Los guajes no tienen tanta popularidad como otras artesanías mexicanas, pero su técnica ha prevalecido a través del tiempo. Foto: Temalacatzingo Art.

El guaje o bule, fruto de una enredadera que se da con relativa facilidad sobre todo en los estados del sur, siempre ha estado presente entre las artesanías mexicanas. Las culturas prehispánicas en el norte del país lo usaban como sonajas para bailes, recipiente para transportar líquidos o, partido a la mitad, como la famosa jícara.

Pero, inspirados por la naturaleza que los rodeaba, varias comunidades del centro del país comenzaron a decorarlas con lacas naturales que tomaban del aceite de plantas y semillas. Los habitantes de Temalacatzingo continúan con esta tradición, creando piezas artesanales únicas que intervienen con patrones y colores vivos, típicos de otras artesanías de la región.

Silbatos de Yaxchilán, Chiapas

Los silbatos tienen la forma del animal cuyo sonido imitan. Foto: Tlapitzalli.

Desde el característico ámbar hasta algunos de los textiles más emblemáticos del país, Chiapas está lleno de una gran variedad de artesanías mexicanas que funcionan como una muestra de la historia y cultura de la región. Los silbatos de barro que se fabrican en Yaxchilán precisamente son una reproducción fiel de lo que se cree eran instrumentos rituales mayas.

En los alrededores de la población se han encontrado vestigios de silbatos en forma de animal que datan de entre el 650 y el 800 d.C. La comunidad de Yaxchilán los sigue produciendo de manera artesanal, como una forma de relacionarse con sus raíces, imitando el mismo proceso de elaboración y tomando las figuras de ranas, jaguares y pájaros.

 
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