La riqueza arqueológica de México tiene un valor incalculable. Nuestro acervo nacional cuenta con piezas únicas en el mundo; vestigios de otras épocas que relatan de una forma muy precisa la todavía desconocida historia de los pueblos originarios. Una colección de ornamentos, artefactos con los que se hacían ritos y códices que transmiten las cosmogononís de las culturas prehispánicas. A propósito de esto, en 2018 ocurrió un suceso sin precedentes pues se recuperaron dos piezas invaluables para la cultura olmeca.
Se trata de dos bustos tallados en madera de ceiba y jobo que miden 30 y 38 centímetros de alto, respectivamente. Su fabricación en madera las convierte en las esculturas precolombinas de material orgánico más antiguas. Sin embargo, recuperar estas piezas no fue tarea fácil; de hecho, ocurrió después de un juicio que duró 11 años y en el que México tenía pocas posibilidades de recuperar su patrimonio material.
La historia de los bustos
Primero, ¿cómo salieron estas esculturas de México? Las investigaciones indican que el traficante de artefactos costarricense Leonardo Patterson las extrajo ilegalmente del sitio arqueológico El Manatí, en Veracruz. En 1997, Patterson expuso las piezas como parte de una gran colección en España, y no se supo más de ellas hasta 2008, cuando las autoridades alemanas confiscaron un camión en Múnich.
Este vehículo contenía miles de piezas antiguas, las cuales se llevaron a la Colección de Arqueología del Estado Bávaro. Entre investigaciones, juicios y trabajo arqueológico y de conservación, en 2017 los expertos determinaron que había 691 artefactos de origen mexicano. En 2015, el coleccionista Patterson fue declarado culpable por tráfico ilegal y fraudulento de bienes arqueológicos. Y fue así como las esculturas olmecas regresaron al fin a tierras mexicanas.
Este suceso representa un gran paso no sólo para México, sino para toda América Latina. Muchos países latinos sufrieron un largo periodo de expolios durante las épocas coloniales y con acciones como esta, cada vez más piezas precolombinas y prehispánicas han regresado a sus países de origen para seguir completando el rompecabezas de las culturas antiguas, y así enriquecer el ideario de las sociedades actuales.
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