Los inviernos en Europa se caracterizan por días cortos, noches largas y, en el caso de muchas ciudades, por techos cubiertos de nieve. La capital holandesa no es la excepción, y para aprovechar la oscuridad, esta ciudad hace una oda a la luz y a sus diferentes manifestaciones. Se trata de Amsterdam Light Festival, una fiesta brillante que este año le rindió un curioso homenaje a una de las obras mas icónicas del pintor postimpresionista Vincent van Gogh.
Esta creación formó parte de la edición número 7 del festival que todos los años se realiza de finales de noviembre a finales de de enero. Esta vez, el evento consistió de 30 obras de luz (creadas por artistas de todo el mundo) que iluminaron de una manera única la ciudad de Ámsterdam y sus más de 165 canales. En 2019, la pieza que ganó especial atención fue una reinterpretación de La noche estrellada.
Dicha creación estuvo a cargo de los artistas serbios Ivana Jelić y Pavle Petrović. La obra consta de una instalación vertical conformada por 1,400 pequeños tubos de acrílico transparentes iluminado con luces LED que fueron acomodados de tal forma que asemejan las pinceladas del cuadro original, uno de sus sellos distintivos.
El arte como forma de hacer conciencia
No es casualidad que los artistas hayan elegido esta obra entre los más de dos mil cuadros, acuarelas y dibujos que van Gogh realizó durante su vida. El tema de esta edición del festival fue la frase célebre del comunicólogo Marshall McLuhan: El medio es el mensaje. En honor a esto, los artistas se enfocaron en la contaminación lumínica, un fenómeno moderno en el que las luces urbanas son tan potentes que opacan las estrellas del cielo nocturno.
Detrás de la instalación de La noche estrellada yace una sutil ironía, pues las noches estrelladas de verdad son cada vez menos comunes y para contemplarlas hay que alejarse cada vez más de las ciudades.
El cuadro original
Sin saber que sería una de sus obras más famosas, Vincent van Gogh pintó La noche estrellada en 1889, un año antes de su muerte. En una carta dirigida a su hermano Theo, el artista describía el cielo nocturno que veía por largos ratos desde su ventana en el asilo de St. Paul en Saint-Rémy, Francia, en donde se internó para tratar su depresión y otros padecimientos psiquiátricos. Actualmente, esta pintura se puede encontrar en el MoMa, en Nueva York.
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