Magia natural en Colombia
Fuera de las rutas conocidas de este país se encuentran lugares únicos, casi surrealistas, que conjugan naturaleza e historia.
POR: Atelier
Regiones: Amazonía-Orinoquía / Macizo colombiano / Gran Caribe
Salir de las rutas más transitadas de Colombia puede resultar en una de las mejores decisiones al viajar por el país. Si queremos hablar de lugares únicos, realmente únicos, esta selección de maravillas es un gran punto de partida para planear un viaje memorable.
El río de los siete colores
Conocida como “río de los siete colores”, esta maravilla natural en el Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena se considera como uno de los lugares más hermosos de toda Colombia.
Gracias a las macarenias clavigeras, plantas acuáticas endémicas que habitan en el fondo rocoso de este río y sus pozas, los colores del agua cristalina varían entre rojo, rosa, verde y violeta, convirtiéndose en una verdadera fiesta para los ojos. Por tratarse de un ecosistema delicado y que se ha conservado gracias a que estuvo cerrado al público por años, es un verdadero privilegio visitar este lugar, además de una enorme responsabilidad. Aquí, el cuidado es intenso y no se puede, por ejemplo, entrar al agua con ningún producto químico que altere su fauna y flora.
Nuestra recomendación es visitar Caño Cristales entre julio y diciembre, cuando el caudal del río crece y las plantas están en todo su esplendor.
Chiribiquete y La Lindosa
La serranía de Chiribiquete es el área protegida más grande de Colombia y tal vez la más fascinante de todas. Algunos la han llamado “el último mundo perdido del planeta”, dada la falta de exploración que ha tenido el lugar y los misterios naturales y culturales que aún quedan por descubrir en su inmensidad. En ella se han encontrado más de 75,000 pinturas rupestres que datan de más de 20,000 años y se dice que podría ser el hogar de poblaciones indígenas milenarias que aún no han tenido contacto con el hombre blanco.
Aunque está compuesta por sabanas, selvas y ríos, quizá su expresión más impresionante sean sus tepuyes o mesetas de paredes verticales y cimas por completo planas, que alcanzan hasta los mil metros de altitud y que, por cuestiones de conservación, sólo pueden visitarse desde el aire en un sobrevuelo en helicóptero. Es absolutamente sobrecogedor y una oportunidad única en el planeta.
Desde San José del Guaviare también puede visitarse la serranía de La Lindosa para admirar sus pictogramas, que cuentan la historia de pueblos originarios de la Amazonía y la Orinoquía, hoy desaparecidos.
Parque Nacional Natural El Tuparro
Ubicada en el departamento de Vichada y bañada por los ríos Orinoco, Tomo y Tuparro, esta reserva es un sitio imperdible para los más aventureros. De sabanas verdes, poderosos raudales y playas doradas adornadas por enormes rocas, El Tuparro es el hogar de especies como jaguares, pumas, delfines rosados, dantas y nutrias, entre muchas otras.
Sin duda, uno de los paisajes más apetecidos por los viajeros en esta región es el de Raudal de Maipures, donde se puede apreciar el río Orinoco en todo su esplendor, enmarcado por el Escudo Guayanés, una de las formaciones geológicas más antiguas del planeta. Una vez allí resultará fácil entender por qué el naturalista alemán Alexander von Humboldt lo llamó “la octava maravilla del mundo”.
Ciudad Perdida
En las alturas de la Sierra Nevada de Santa Marta se encuentra la mítica Ciudad Perdida, el yacimiento arqueológico más impresionante del país. Se trata del centro urbano y político más importante de la cultura tayrona, el cual data de alrededor del año 700 d.C. y que sorprende por sus terrazas, plazas circulares y caminos de piedra en medio de un paisaje alucinante de bosque tropical.
Aún hoy, este complejo se considera como un lugar sagrado para las culturas indígenas que habitan la Sierra Nevada y, por eso, su visita no debe estar exenta del mayor respeto tanto cultural como ambiental, pues se trata de un área protegida.
Llegar allí no es fácil y, si se quiere hacer el recorrido a pie, se debe contar con al menos cuatro días de caminata, atravesando bosques y ríos, y durmiendo en comunidades locales. Vale la pena, se los aseguramos, pero, si suena como algo demasiado aguerrido, hay también la posibilidad de sobrevolar el parque arqueológico a bordo de un helicóptero, lo que permite ver esta maravilla desde las alturas.
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