El Ritz París está de vuelta
El Ritz París reabrió sus puertas tras una renovación en la que recuperó toda la gloria detrás de sus 118 años de historia.
POR: Redacción Travesías
Para los parisinos –y los amantes de París–, la reapertura del Ritz París es el evento del año. La renovación de 400 millones de euros es la más extensa en los 118 años de historia del hotel. También establece un nuevo estándar en el arte de la alquimia sutil, lo cual siempre es un reto para un hotel palacio.
“Todo tenía que cambiar para que todo pudiera seguir igual”, dice un portavoz de Ritz París, haciendo eco de la más famosa frase del Il Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa. Una vez dentro del majestuoso edificio del número 15 de Place Vendôme, lo que más sorprende es la luz: con un simple reacomodo en las cortinas del vestíbulo, el arquitecto neoyorkino Thierry W Despont parece haber levantado el techo, empujado hacia atrás las paredes y dado nuevos espacios al hotel.
Un ejemplo: más allá de la escalera monumental ahora se encuentra el Salon Proust, con chimenea y una biblioteca llena de libros, un espacio ideal para tomar el té a la francesa, con madeleines y una lista infinita de delicias dulces y saladas creadas por el jefe de repostería, el chef François Perret. Se perdona que muchos visitantes piensen que este homenaje a Marcel Proust, cuyos personajes están inspirados justamente en la observación de la alta sociedad, ha existido desde que Cesar Ritz abrió el hotel en 1898. Pero no, ésta es una novedad.
El acogedor Bar Vendôme, a la izquierda de la entrada, ahora se abre a una terraza con un techo de vidrio que puede retraerse (si el clima de París lo permite, claro) o expandirse para proteger los comensales, todo en menos de cinco minutos. Al otro lado, el restaurante L’Espadon ha regresado con su configuración original, pero con un nuevo e innovador menú del chef Nicolas Sale que fusiona hábilmente pasado y presente.
La Galería de Fábula –la primera boutique de hotel en el mundo– se ha reinventado con la imagen de pasajes de la capital, y muestra una ecléctica mezcla de accesorios y alta joyería, así como una concept store cuya curaduría de mercancías incluyen exclusivas de moda, libros y regalos (hay incluso una edición Ritz de Monopoly). A las afueras se encuentra el Grand Jardín, una joya que posiblemente sea el escondite más romántico en el centro de París.
Por el lado de la rue Cambon, el Bar Hemingway ha emergido con su alma completamente intacta (más algunos nuevos recuerdos en la pared) donde el barman, Colin Field, ha preparado un puñado de nuevos cocteles distintivos. Mientras tanto, el encantador Art Deco Ritz Bar, al otro lado del pasillo, ya es la mesa más hot del mundo de la moda.
En la planta baja, la piscina con azulejos de mosaicos, la más bella de la ciudad, ahora tiene compañía con un área de fitness ultramoderno exclusiva para huéspedes y miembros, además del Chanel au Ritz París, el primer spa Chanel en el mundo. Y este verano, las nuevas cocinas de la École Ritz Escoffier –que miran a las verdaderas cocinas del Ritz– estarán en pleno funcionamiento con clases diseñadas para todas las edades, intereses y niveles de habilidad, incluyendo profesional.
En el día de nuestra visita, los primeros invitados estaban llegando mientras el equipo daba los toques finales a las suites históricas del primer piso, incluyendo la suite Imperial, la suite Coco Chanel, la suite Chopin y la suite Windsor. A pesar de que el número de habitaciones y suites del hotel disminuyó de 159 a 142 (71 habitaciones y tantas suites), la mayor parte de los muebles, pinturas y antigüedades –desde los grifos de cisnes dorados y los interruptores hasta las cortinas y los call boxes–, han regresado a su lugar original.
Incluso el propietario, Mohammed Al-Fayed, contribuyó con piezas, como, por ejemplo, un escritorio de marquetería franca del siglo XVIII, de su colección personal.
La impresión general es deslumbrante. Como ha señalado Despont: “Nosotros no queremos decir ‘miren lo que hicimos’.” En cambio, el Ritz París parece susurrar simplemente: “Bienvenido a casa.”