Si piensas en Seattle, ¿qué es lo primero que viene a tu mente? Quizás Space Needle (la torre con forma de aguja) o su gran rueda de la fortuna. Sin embargo, uno de sus mayores atractivos son las librerías y no precisamente por su tamaño, sino por el número de publicaciones y actividades alrededor de la lectura.
Después de cinco años y dos más de campaña, la UNESCO declaró en 2017 a Seattle, una Ciudad de la Literatura, título que comparte con Milán, Québec, Durban, Manchester, Dublín, entre otras veinte ciudades en el mundo. Lo anterior es parte de un programa llamado The Creative Cities Network, una iniciativa que se centra en reconocer siete disciplinas: diseño, cine, gastronomía, literatura, música, comunicación gráfica, artesanías y arte popular.
Este nombramiento es otorgado a aquellas ciudades que, en un plazo determinado, han destacado en alguna de estas ramas y por ello, han captado la atención de expertos. Así, es una oportunidad de expandir los horizontes de la ciudad y de la disciplina en el lugar, ya que abre más oportunidades para intercambios, foros y más.
No ha sido una elección sorpresiva, Seattle comenzó a reforzar su imagen como una ciudad literaria desde 2013 resaltando su historia, su patrimonio cultural e impulsando programas especiales para impulsar a escritores locales y foráneos. Asimismo, la UNESCO se sorprendió por cómo la literatura fomenta la discusión, la memoria histórica, la integración entre culturas orales y escritas.
Y, ¿qué pasa ahora que Estados Unidos ha anunciado su salida de la UNESCO en los siguientes años? La respuesta es incierta, pero los representantes de la ciudad tienen algo claro: seguirán trabajando para hacer de Seattle una ciudad llena de literatura, de librerías y sobre todo, de amantes de la escritura.
