Descubre Hashima, la isla fantasma
Una isla japonesa que quedó en el olvido y que hoy es atractivo turístico de Nagasaki.
POR: Esther González Jacques
Hashima quedó varada en el tiempo. Hace más de 70 años que sus habitantes la abandonaron, permitiendo a la salinidad corroer sin tregua los objetos y construcciones que ahí quedaron.
Su historia tiene dos vertientes: la progresiva, que la coloca como el ejemplo de la ciudad oriental perfecta; el sitio al que llegaron más de 600 familias con la promesa de obtener un trabajo y vida estable, y la que la devela como un infierno sin salida. La compañía Mitsubishi la compró en 1890 y se comprometió a dar vivienda, alimento y empleo a los primeros que ahí se asentaran. Las tareas estarían relacionadas con la explotación de la mina de carbono que encontraron. “El futuro de la economía japonesa”, comenzaron a llamarla.
Pero el día a día en esta miniurbe no fue lo que todos esperaban. En los casi 84 años en los que Hashima fue habitada, alcanzó una población de cinco mil personas que debieron adaptarse a un territorio de 400 por 140 metros. Casi cada habitante tenía menos de un metro de espacio vital. Los tumultos para caminar de un lado a otro eran inconcebibles. La isla contaba con tiendas, una escuela, salones de belleza, restaurantes, hoteles y hasta un foro de cine, pero los servicios llegaron a ser insuficientes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945, arribó un grupo de pobladores chinos y coreanos, prisioneros de guerra, quienes fueron sometidos a trabajos forzados en la mina, con 12 horas de labor continua, sin alimento, expuestos a toda clase de accidentes y gases tóxicos; 122 murieron, y del resto las fotos los exhiben como cadáveres andantes (sucios y de aspecto esquelético). Algunos cuantos saltaron al mar para suicidarse y dejar atrás el martirio laboral.
En 1976 terminó la vida útil de la mina y todos abandonaron Hashima, desempleados y con la presión de empezar de nuevo en otro lugar. Todavía quedan en el piso algunas cintas blancas de papel que los habitantes lanzaron al aire al despedirse del lugar que los albergó casi un siglo.
En 2002, el cineasta sueco Thomas Nordanstad hizo un documental en el que acompañó a un exhabitante, de nombre Dotokou, a la isla en la que nació y creció hasta cumplir 30 años. Sus raíces están ahí, olvidadas… Dotokou recuerda que todos perdieron contacto y jamás se volvieron a ver.
Actualmente, hay visitas guiadas a Hashima en barcos que parten de Nagasaki y que en 40 minutos te permiten desembarcar en esta famosa isla fantasma. El recorrido es guiado por historiadores, y en el muelle de embarque es posible comprar souvenirs de la experiencia, desde galletas con la forma de la isla hasta tazas y playeras con imágenes relacionadas.
Hashima está propuesta para la lista de sitios Patrimonio Mundial de la unesco, aunque los sobrevivientes no están de acuerdo con la nominación por las torturas y carencias que vivieron en sus tierras.
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