Si tuviéramos que nombrar una capital no oficial del Mediterráneo, la mejor candidatura tal vez sería la de Sicilia. No lo haremos, porque eso seguramente implicaría herir una que otra susceptibilidad griega o francesa. Sin embargo, lo cierto es que hay muchas razones para pensarlo: ésta es la isla más grande y poblada de la región, con mucho del sincretismo que define la cultura mediterránea y las referencias que conocemos en el resto del mundo por su amplia presencia en el cine y la literatura.
Aquí caben los paisajes de ensueño que esperaría incluso quien no sabe qué esperar; los pueblos pesqueros, pero también las grandes ciudades italianas; las tradiciones más profundas que sólo podrían conocerse en un viaje y los paisajes naturales que hay que recorrer a pie. Si todo esto no es razón suficiente para cruzar los apenas tres kilómetros del estrecho de Mesina que separa a Sicilia de “la bota”, entonces hay que hacerlo por su gastronomía, una de las mejores en todo Italia. Y eso ya es mucho decir.
¿Qué hacer?
En los 25,833 kilómetros cuadrados de Sicilia hay de todo y la verdad es que conviene dedicarle tiempo, porque la isla tiene algo que ofrecerles a los viajeros en cualquier de sus versiones. Desde sus pueblos más modestos hasta sus playas y, desde luego, sus capitales, con equipos del Calcio incluidos.
Quizá el punto de inicio más común para muchos sea Mesina, donde Sicilia se conecta con la Italia continental por medio de un ferry. No obstante, la capital y el centro cultural indiscutible de la isla es Palermo, que en la antigüedad fue un bastión tanto para romanos como para árabes o bizantinos, dependiendo del momento de su historia. Esto dejó un rastro tangible por las calles, en edificios como la catedral de Palermo o el Palazzo Reale, de estilo árabe-normando y patrimonio cultural de la unesco.
Catania es la otra gran ciudad de Sicilia, en la costa oriental de la isla. Al igual que la capital, sus calles están llenas de sitios históricos, como su Piazza del Duomo. También es el mejor sitio para asomarse al Etna, el célebre volcán que vigila la isla y se mantiene activo. A pesar de eso, se pueden escalar sus faldas e incluso hay estaciones de esquí en invierno.
Pero, para los que empezaban a preguntarse, Sicilia no sólo es sus ciudades, sino, sobre todo, sus costas y playas. Tal vez el más popular y elegante de sus pueblos costeros sea Taormina, donde justamente se mezclan a la perfección las dos versiones de la isla: tanto su profunda historia como su clima soleado y veraniego. Muy cerca de Palermo está Cefalú, que además de su importante catedral normanda tiene justo a un paso del centro la Spiaggia di Cefalú, una de las playas más populares de la isla. Para un escape fuera de ruta, una recomendación poco común es Pantelaria, una isla que le pertenece a Sicilia, pero que está más cerca de las costas de Túnez, donde predomina la naturaleza silenciosa y unas playas secretas.
¿Dónde quedarse?
Además de todo lo que ya sabemos sobre Sicilia, hay que dejar claro que siempre ha sido un destino de lujo. Sus hoteles son el mejor ejemplo, porque en la isla han aterrizado algunas de las cadenas más reputadas del mundo y tiene muchos clásicos a la altura del esplendor del paisaje siciliano.
Algunos quizá reconocerán el San Domenico Palace, en Taormina. Se trata nada más y nada menos que del Four Seasons que sirvió como escenario para la segunda temporada de White Lotus y nos hizo fantasear a muchos con el lujo y la belleza del Mediterráneo. Belmond también tiene presencia en el hot spot siciliano con el Grand Hotel Timeo, enclavado en una pendiente justo a un costado del Teatro Antico, con las que probablemente sean las mejores vistas de la ciudad. En las costas de Palermo, el grupo hotelero Rocco Forte tomó un palacio del siglo XIX para crear Villa Igiea, manteniendo su estilo art nouveau.
¿Qué comer?
De nuevo, a expensas de lastimar algunos egos, Sicilia bien podría ser uno de los mejores sitios para comer en toda Italia. Es algo que no se dice a la ligera, pues hablamos de un lugar donde la agricultura es históricamente abundante. Incluso fue llamada el “granero de Roma” en tiempos del Imperio, por su producción de trigo, pero el olivo, los cítricos, la alcachofa y algunas uvas con denominación de origen también se dan bien en estas tierras. No hay que olvidar que también es la primera región italiana en cuanto a pesca capturada y pescadores activos.
Toda esa abundancia de materia prima se traduce en una cultura culinaria que le ha dado al mundo platillos como la caponata, un antipasto a base de berenjenas, o el simple pani cunzato, el pan de la clase trabajadora siciliana. Lo mejor, al igual que en el resto de Italia y el mundo, sería conocer todo esto en trattorias, como Al Vecchio Club Rosanero, donde Palermo anima a su equipo del Calcio local, o en mercados como La Pescheria en Catania. A su vez, Sicilia se ha hecho de una escena gastronómica moderna en restaurantes como La Capinera, en Taormina.
¿Qué beber?
Hablábamos de las uvas de la región, que incluso se han merecido una reputación internacional por vinos como el marsala o el moscato de Pantelaria. Tasca d’Almerita es un grupo de cinco viñedos en diferentes puntos de la isla, donde se tiene acceso a experiencias únicas para acercarse a la profunda vitivinicultura siciliana. Sin tener que ir demasiado lejos de Palermo, en el centro de la capital está Bottega Monteleone, una pequeña pero muy variada y precisa enoteca, con varias etiquetas de la región que puedes abrir ahí mismo o comprar para llevar en la maleta.