Corfú: no tu típica isla griega

Olvídate de lo que sabes de las islas griegas, Corfú se ha creado su propia personalidad para convertirse en un destino único.

25 Jul 2024

Las playas de Corfú mezclan montañas y bosques de pino.

Un pequeño disclaimer que servirá para evitar malentendidos entre los viajeros: Corfú no es la típica isla griega de pequeñas casas blancas y escaleras que llegan al mar. Su condición de no isla griega tiene que ver con su escasa separación, apenas detectable en un mapa, de Grecia continental y toda su influencia. Pero también con la ocupación de otras culturas en su historia reciente y que terminaron de forjar su carácter único.

Corfú parece más una ciudad del interior de Europa, alguna gran capital del pasado, que cualquiera de las islas con las que comparte esta lista. Fue ocupada por venecianos, romanos, franceses y, de hecho, hasta hace relativamente poco, ingleses. Siempre ha sido un puerto estratégico en el Mediterráneo, con toda la bonanza económica que eso implica y que se puede ver directamente en sus edificios y calles.

¿Qué hacer?

Un paseo por el casco antiguo, en la capital homónima de la isla, es necesario para entender a lo que nos referimos. Aquí es donde Corfú revela sus raíces y concentra su actividad. La Spianada, el punto de reunión de los corfiotas, bien podría ser una de las grandes plazas de Roma, tanto por sus dimensiones como por su atractivo. De ahí se reparte el rumbo a otros lugares, como la iglesia de San Espiridión, el templo ortodoxo más importante de la ciudad, o Achilleion, el palacio de verano que la famosa emperatriz Sissi construyó en la isla.

Más allá de la ciudad de Corfú, el panorama comienza a cargarse de naturaleza y el foco se pone en las playas, como la impresionante Issos, un cayo al sur de la isla que bien podría confundirse con un paisaje de las Maldivas o el Caribe. Paleokastritsa y Agni son otras dos playas, muy cerca de la capital, donde el panorama montañoso y los bosques de pino se funden con lo tropical.

Para una inmersión completa en la naturaleza se puede subir al monte Pantokrator, que con 906 metros de altura es el punto más alto de la isla, desde donde se puede ver el mar Jónico y las cercanas costas de Albania.

¿Dónde quedarse?

La oferta de hospedaje en Corfú se ha vertido en sus costas, para disfrutar lo mejor del Mediterráneo, con clubes de playa privados, restaurantes y habitaciones con vistas inmejorables.

En la más tranquila costa oeste de la isla se encuentra Domes of Corfu, un hotel de Autograph Collection al que se puede llegar fácilmente desde el aeropuerto de la isla y que se encuentra justo en Glifada, una de las mejores playas del destino. Al norte, el Grecotel Corfu Imperial ocupa una península entera con opciones para toda la familia. Apenas a un costado de la capital está el Angsana Corfu de Banyan Group, una opción más moderna donde todas las villas y suites tienen alberca privada.

¿Qué comer?

La gastronomía corfiota se ha ido moldeando de acuerdo con sus influencias y nos ha aportado recetas como el pastitsio y la pastitsada, a medio camino entre una pasta de las provincias del sur de Italia y lo más tradicional de la cocina griega.

Su naturaleza insular además le ha dado acceso a mariscos frescos y abundantes que se pueden encontrar en su mejor versión dentro del mercado central de Corfú, donde desde temprano hay pequeños restaurantes y puestos para comer sin demasiadas pretensiones.

Fuera de la capital, lo mejor es ir en busca de los pequeños restaurantes de playa, como Fisheye en Marathias, que asegura tener la mejor pasta con camarón de la isla. En la villa pesquera de Benitses está Klimataria, una pequeña trattoria de apenas 11 mesas, donde la familia dueña del lugar sirve la pesca del día.

¿Qué beber?

Las playas de Corfú se transforman por las noches. Los lugares donde tan sólo horas antes reinaba la calma y los viajeros encontraban descanso de pronto cambian sus settings a clubes de playa abiertos hasta el amanecer.

Justo en la playa a los pies del Palacio Viejo, uno de los edificios más emblemáticos de la capital, está Imabari, el mejor spot para ver la puesta de sol, a unos pocos pasos del centro. Para sumergirse en la tradición vinícola de la región está Salto, un wine bar relajado en el corazón de la ciudad.

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