Uno de los principales atractivos de París son, sin duda, sus museos. Entre la avasalladora diversidad de opciones que van desde el obvio y clásico Louvre, hasta el tubular y contemporáneo Centre Pompidou, hay otra parada que no puede faltar en ningún itinerario por la ciudad: el Museo d’Orsay.
El edificio donde antes se encontraba el palacio y jardín de la princesa Margarita de Valois y posteriormente la estación ferroviaria de Orsay, ahora resguarda el más importante acervo de artes del siglo XIX que quizá existe en el mundo. Específicamente lo que se produjo entre los años 1848 y 1914 en Europa, justo cuando en Francia explotó el movimiento impresionista.
Uno de los estilos pictóricos más característicos del arte occidental pre-guerras, definido por algunas coincidencias temáticas, como los paisajes naturales y al aire libre, pero sobre todo por algunos rasgos estéticos como pequeñas pinceladas, casi puntillistas, formas poco definidas, colores puros y juegos de luces que cimentaron la revolución de estilos posteriores.
El Museo d’Orsay precisamente alberga la colección de arte impresionista más grande del mundo. Entre sus pasillos se encuentra la obra de algunos de sus máximos exponentes, como Renoir, Degas o Monet, además de muchas otros cuadros y esculturas que son un referente del arte francés y que lo hacen un recorrido imperdible para quienes visitan París.
Estas son algunas de las obras que no te puedes perder si estás por allá y entras al Museo d’Orsay:
Bal du moulin de la Galette
Pierre-Auguste Renoir (1876)
Londres, le Parlement. Trouée de soleil dans le brouillard
Claude Monet (1904)
Portrait de l’artiste
Vincent Van Gogh (1889)
Les raboteurs de parquet
Gustave Caillebotte (1875)
Des glaneuses
Jean-François Millet (1857)
Ours blanc
François Pompon (1922)
Femme à l’ombrelle
Claude Monet (1875)
Dans un café, dit aussi l’Absinthe
Edgar Degas (1876)
Olympia
Edouard Manet (1863)
Pommes et oranges
Paul Cézanne (1899)