L’Emporda: la joya de la Costa Brava española

El mediterráneo español sigue teniendo sus secretos a voces y L’Emporda, en la Costa Brava, quizá sea el más espectacular de todos.

16 Jul 2024

Este pedazo de costa catalana, justo en la frontera con Francia, entre los Pirineos, se ha mitificado por sus paisajes, su cultura artesanal y su tierra fértil, famosa por sus denominaciones de origen, que van desde vinos hasta aceites de oliva. Pero, por si todas estas premisas no fueran suficientes, el paraíso se completa con vistas privilegiadas del Mediterráneo.

L’Emporda y su Costa Brava son para los viajeros españoles que saben y buscan el buen comer y beber, tanto que varios de ellos han convertido la región en su segunda residencia, con pequeños palacios en medio de viñedos y campos de olivo.

¿Qué hacer?

Como en muchos otros destinos mediterráneos, el atractivo principal de L’Emporda, por el que la mayoría de los viajeros llega aquí, son sus playas, algunas de las mejores en toda España. Los locales se mueven entre ellas en pequeñas embarcaciones, veleros o yates, el método de transporte ideal para conocer la región, ya que permite improvisar, descubrir secretos y anclar para nadar a capricho.

La ruta, sin embargo, tiene que pasar por puertos como el de Cadaqués, un pueblo de paredes blancas cuyo resplandor atrae a marinos y artistas como García Lorca, Marcel Duchamp y Dalí. De este último incluso se conserva su residencia como museo. Más al sur se esconden otras costas ilustres, como L’Escala y Begur, que siempre han sido glamurosas y ofrecen sol y playa durante todo el año.

Sin embargo, mucha de la magia de L’Emporda tiene que ver con la transformación del paisaje con cada kilómetro. Las playas paradisiacas del Mediterráneo se convierten en los campos de olivo de Ventalló, donde la producción milenaria de aceite perdura, o en las capitales de la comarca: Figueres, patria de Salvador Dalí y sitio de peregrinaje para sus admiradores, y La Bisbal, famosa por su producción artesanal de cerámica.

¿Dónde quedarse?

La Costa Brava ha sabido resistir los embates del turismo masivo y los grandes resorts. Ningún hotel es enorme, por lo que la oferta boutique y personalizada abunda. Con 55 habitaciones, el Hotel Peralada, inmerso en un viñedo y con su propio campo de golf (algo muy especial en la región), ha sido merecedor de una llave Michelin. El Boutique Hotel Villa Gala es una buena opción para instalarse en la calma y el lujo de Cadaqués. O el Vistabella, una opción más clásica en el pueblo de Roses, que recuerda a los legendarios hoteles de la Costa Azul.

Lo ideal en un viaje por L’Emporda es vivir como local con ayuda de alguno de los tantos servicios de renta de casas que ponen a disposición de los viajeros algunas residencias campestres. VIU, por ejemplo, ha formado una red de lujosas propiedades que abren sus puertas por toda la región y además ofrecen experiencias tradicionales para realmente conocer L’Emporda.

¿Qué comer?

Una vez que los paisajes paradisiacos se han digerido, es momento de pasar al plato principal que es, literalmente, la gastronomía. Entre los campos fértiles de los Pirineos y la pesca del Mediterráneo, es lógico que se haya formado una amplia tradición culinaria, con lo mejor del mar y la tierra. No sólo abunda la materia prima, como los ya antes mencionados olivos milenarios, sino también algunas recetas tradicionales, como el suquet de pescado, el pollo con cigalas o las manzanas rellenas de carne.

En ese contexto, L’Emporda se ha vuelto uno de los centros gastronómicos de España, donde restaurantes como El Bulli triunfaron en su momento. La escuela continúa con lugares como Castell Peralada, El Motel en Figueres e incluso opciones asiáticas como Far Nomo, con vistas inigualables desde lo alto del antiguo faro de Sant Sebastià.

¿Qué beber?

Lo de la tierra fértil de la Costa Brava es más cierto para el vino que para cualquier otra cosa. Las uvas ampurdanesas son algo así como un secreto a voces en toda España, pues la reputación de algunas variedades como la garnacha y la moscatel, reconocidas por su producto dulce, o sus cariñenas ha ido creciendo desde los años ochenta.

Hoy, según la entidad regulatoria de la región, hay más de 115 bodegas, entre las que destacan Bodega Perelada y la Finca Bell-Lloc, con instalaciones diseñadas por ganadores del Premio Pritzker y experiencias de degustación para visitantes.

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