Barcelona

48 horas en Barcelona: arquitectura, buena cocina y puestas de sol

Todo lo bueno de un destino mediterráneo con los atractivos de una capital cosmopolita la convierten en una de las ciudades más deseadas del mundo.

POR: Lorena G. Díaz

Hay tantos artículos de viajes ensalzando los atractivos culturales y gastronómicos de Barcelona como hotspots donde recalar, sólo hay que saber elegir para no dejar ninguno interesante fuera. Pocos planes mejores que dedicar una visita a los principales iconos del modernismo catalán para rematar el día frente al mar con una copa de vino en mano. Y todo, habiendo disfrutado en algunos de los restaurante con estrellas Michelin o en los sencillos bares de tapas salpicados por Barcelona. Benvinguts a la ciudad más cosmopolita de España.

Día uno

Mañana

Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner o Josep Puig i Cadafalch son algunos de los nombres más representativos del modernismo catalán de finales del XIX, un momento en el que la arquitectura catalana se convirtió en símbolo de poderío y status social de la próspera burguesía.

En Barcelona, y más específicamente en el llamado Eixample, es donde se concentra el mayor número de obra modernista de la ciudad. Aquí fue donde en torno a 1900 se produjo la mayor explosión del fenómeno arquitectónico conocido como el Modernismo.

Casa Vicens Foto: cortesía Airbnb

Sólo hace falta alzar la vista para patentar dicha afirmación, ya que aquí, en la conocida como “manzana de la discordia” en pleno Paseo de Gracia, se dan cita icónicas obras de tres de los grandes arquitectos del modernismo, Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch, quienes construyeron una casa para las familias Batlló, Lleó Morena y Amatller, respectivamente.

Y aunque la belleza de la arquitectura puede llegar a alimentar el alma, para el estómago tenemos Amar Barcelona, el nuevo restaurante de El Palace y Raza Zafra, una propuesta en la que historia y modernidad evolucionan, gastronómicamente, en paralelo.

Foto: cortesía Restaurante Amar Barcelona

En el restaurante priman los productos del mar, como el caviar y las ostras, pero también con guiños a los clásicos que formaron la carta del que fuera el Ritz de Barcelona, hoy El Palace Barcelona, o a la cocina tradicional catalana.

Los productos, en los que estacionalidad, temporada y origenson conceptos fundamentales, se sitúan en el eje central de las recetas. Y todo, en un ambiente sofisticado y cosmopolita, pero también muy casual gracias al proyecto de interiorismo realizado por Elena Prats y Eva Pous, que nace de la voluntad de conjugar la tradición de un edificio histórico como El Palace Barcelona con matices coetáneos y actuales.

Tarde

Hambrientos, aún, pero esta vez de más cosas bellas, dejamos a un lado la Sagrada Familia para apostar por un plan más mainstream, visitar el primer edificio diseñado por Gaudí una vez terminada su licenciatura de arquitectura: la Casa Vicens. Y es que uno de los caprichos más fragantes del buen momento que atravesaba la ciudad, y su clase alta, era poseer una casa modernista, un hecho que marcó la personalidad arquitectónica de Barcelona.

La Sagrada Familia. Foto: Louisa Schaad para Unsplash

Afortunadamente, y más de 100 años más tarde, podemos dar buena cuenta de ello. Es gracias a esto que a día de hoy encontramos extraordinarios ejemplos donde las expectativas y las vanidades de los burgueses quedaban reflejadas en forma de vivienda.

Y más arquitectura, como la que encierra el bellísimo Palau de la Música Catalana, obra del coetáneo de Gaudí, Lluís Domènech i Montaner. Florido, vegetal, extremo en un entorno donde merece la pena, si la agenda no permite un concierto, al menos disfrutar de un café en mitad de todo este vergel arquitectónico. 

Palau de la Música Catalana. Foto: Coke Bartrina

No muy lejos de aquí, y a media tarde, las tapas y los vinos del mercado de Santa Caterina (cuya espectacular y colorida cubierta es un proyecto arquitectónico de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue) son un plan perfecto para un alto en el camino antes de llegar al característico barrio del Born.

Mercado Santa Caterina Foto: Coke Bartrina

Es en este barrio donde se encuentra el Museu Picasso y muchas pequeñas callejuelas que recorrer, amén de uno de los mejores ejemplos del gótico catalán, la iglesia de Santa Maria del Mar.

Foto: cortesía Museu Picasso

Noche

Tapas, sí, pero con mucho estilo. Así, o como un concepto de alta gastronomía de bar, es como podría definirse Mont Bar que, bajo la nueva dirección del chef Fran Agudo, propone comer, y muy bien, a través de pequeños bocados. Ostras, berberechos, wagyu, erizo de mar, sobrasada o el pez limón son algunos de los productos más utilizados en una carta en la que el refinamiento y la informalidad armonizan plenamente. Por nada del mundo hay que perderse platos como el cochinillo ibérico con salsa cantonesa o el picón, col y calçots (una especie de cebolla típicamente catalana). Y no, aquí tampoco se cena paella.

Foto: cortesía Mont Bar

Como no hay mejor digestivo que moverse, la propuesta nocturna nos lleva hasta Eclipse, en el hotel W, que ofrece unas espectaculares vistas al mar en el que puede ser el club de copas más cool de la ciudad. 

Día dos

Mañana

La casa que todo barcelonés desearía tener en el barrio Gótico de la ciudad se encuentra en el hotel Kimpton Vividora, un precioso alojamiento boutique con vistas a la Barcelona más real y con más encanto. Y aquí, en mitad de estrechas, sombrías y encantadoras callejuelas, se encuentra este hotel donde, alojados o no, todo el mundo es bienvenido, de ahí que su brunch se haya convertido en uno de los más famosos de la ciudad durante los fines de semana. La verdad, no es de extrañar. Casi acaba de llegar y ya ha sabido ganarse el corazón de los locales, una tarea nada fácil en Barcelona. Desperezados, descansados y habiendo desayunado a base de productos típicos catalanes, es hora de salir a recorrer, de nuevo, la ciudad.

Foto: cortesía Hotel Kimpton Vividora

En Barcelona la mayoría de los museos están cerrados los lunes a excepción del MACBA, el museo de arte contemporáneo de la ciudad. Lo imprescindible aquí se mueve sobre todo entre el talento local con el artista catalán Antoni Tàpies a la cabeza, pero también obra internacional como Lothar Baumgarten o Paul Klee.

Foto: Coke Bartrina

No muy lejos de aquí se encuentra una de las barras más divertidas de la ciudad, la del bar Cañete. También hay mesas, pero no es lo mismo. La experiencia debe disfrutarse sentado en taburete mientras un ir y venir de tapas y raciones recorren esta mítica barra y donde no deben faltar sus cremosos y únicos canelones.

Foto: cortesía Bar Cañete

Tarde

Nos preparamos para caminar, o bien tomar el metro, hasta Poblenou, uno de los barrios emergentes más prolíficos y deseados de la ciudad. Aquí, en esta especie de pueblo, antaño repleto de fábricas y casas de pescadores, junto a la playa dentro de una ciudad, se sigue evitando la gentrificación (muchas tiendas todavía cierran los sábados por la tarde) en medio de la nueva industria del siglo XXI.

Foto: cortesía The Hoxton

Aquí acaba de abrir sus puertas el último hotel en llegar a Barcelona, The Hoxton, y aquí, también, se puede disfrutar de otro tipo de cultura más allá de las paredes de un museo, como la que se encuentra en iniciativas como Palo Alto Market.

Este mercado, que se celebra el primer fin de semana de cada mes, y que cuenta con diferentes iniciativas de diseño, gastronómicas y de comercio además de mucha gente guapa, es “the place to be” cada sábado en este barrio de Barcelona donde todos querríamos vivir. 

De vuelta al centro de la ciudad, y en pleno eje comercial, encontramos una de las tiendas multimarca más famosas de la ciudad, Santa Eulalia, que además de ropa, complementos y perfumes de primeras firmas encierra un precioso jardín interior donde disfrutar de una copa de cava (vino espumoso catalán) antes de la cena.

Foto: cortesía Santa Eulalia

Noche

Existen pocos finales más perfectos para un viaje a Barcelona que la experiencia que ofrecen vivir Mateu Casañas, Oriol Castro y Eduard Xatruch en Disfrutar, el restaurante dos estrellas Michelin más famoso, y con más dificultad para encontrar mesa, de la ciudad. Un concepto de creatividad que envuelve al comensal en un recorrido por lo mejor de la gastronomía española y catalana a través de dos menús degustación, uno con los platos más clásicos de la casa y otro para paladares sin remilgos.

Foto: cortesía Disfrutar

Si todavía queda algo de energía, en Marula Café se encuentra ese rincón donde poder bailar toda la noche. Con una interesante carta de cócteles y con las copas bien servidas, este templo del funk y el soul permanece abierto hasta bien entrada la madrugada.

 
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