Berlín

Bienvenidos a Tempelhof: de antiguo aeropuerto nazi al espacio más cool de Berlín

El que algún día fuera uno de los aeropuertos más importantes de Europa y una importante base de operaciones militares es hoy el lugar en el que todos quieren estar en la capital alemana.

POR: María José Marroquín

Tempelhof fue uno de los aeropuertos más importantes del mundo.

Podríamos apostar, han visto más de una foto en Instagram. El verano berlinés, los picnics, las cervezas. Tal vez a esa amiga patinando o a ese amigo en bicicleta en lo que parece ser una pista de aterrizaje sin fin con un hangar de otra época en el fondo y mucho verde alrededor. Podríamos hablar de un verdadero imperdible en la capital alemana.

Esta explanada que se ve tan cool y que se ha convertido en uno de los espacios urbanos más queridos por locales y visitantes de Berlín no fue siempre el lugar abierto al público que hoy es. Ni hablar de un lugar de esparcimiento, música o deporte.

Conocido como Tempelhofer Feld o simplemente Tempelhof, este parque de 386 hectáreas entre los distritos de Schöneberg, Kreuzberg y Neukölln fue hasta el año 2008 un aeropuerto activo. De hecho, Tempelhof fue uno de los primeros aeropuertos en servicio de toda Europa y fue crucial para Alemania a lo largo del siglo XX, primero como centro de operaciones durante la Segunda Guerra Mundial y luego como puerta de entrada y salida hacia el bloque occidental a lo largo de la Guerra Fría. 

Tempelhof dejó de funcionar como terminal aérea hasta el 2008.

Tras su cierre para darle paso a un nuevo aeródromo más moderno, la ciudad decidió convertir este lugar ya histórico en un inmenso parque público .

Hoy en día su enorme hangar se ha convertido en un recinto de eventos que aloja desde conciertos y raves electrónicos hasta fantásticas puestas en escena o ferias de arte. Las antiguas pistas de aterrizaje cubren más de seis kilómetros para bicis, patinaje, running y hasta kite skate. Su inmenso césped acoge barbacoas, teatro, tai-chi, yoga y a todo el que quiera venir a pasar un buen rato al aire libre. Como si fuera poco, hay huertos comunitarios en abundancia trabajados por vecinos cercanos y otros residentes de la ciudad convencidos de la propiedad colectiva y hasta justas medievales se dan cita en sus canchas.

Por supuesto, como suele pasar con este tipo de fenómenos, los barrios que lo circundan y que solían ser evitados por la movida “trendy” local se han ido llenando de cafés, restaurantes, tiendas vintage y espacios culturales tan eclécticos como la ciudad misma. Si nos preguntan por nuestro favorito les hablaríamos del Shillerkiez y su plazoleta, pero eso será en otra ocasión.

Dentro de las instalaciones del Tempelhof es común encontrar grandes eventos culturales.

No sorprende entonces ni la foto en Instagram ni que Tempelhof se ubique ya en el podio como punto icónico de la ciudad al lado del famoso muro, la puerta de Brandenburgo o la torre de Alexanderplatz, la Fernsehturm. 

Y es que más allá de su valor como espacio urbano y ciudadano, además de la revitalización de un área algo marginada en un momento dado, se trata de un poderoso espacio simbólico de los valores que la sociedad berlinesa ha construido para sí misma.

Una ciudad abierta y tolerante que ha luchado por reinventarse a partir de su historia y no a pesar de la misma. Mantener la arquitectura y los emblemas de un pasado doloroso, darles nuevo significado y una nueva vida en lugar de erradicarlos y borrarlos con vergüenza dice mucho sobre ese espíritu berlinés que a veces tanto nos cuesta terminar de entender por sus contrastes.

En 2010, se reinauguró como el parque público más grande de Berlín.

 
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