La Gran Manzana es el sueño de muchos gracias a sus tiendas de diseño, galerías de arte, restaurantes de primer nivel, su escena cultural única en el planeta y su arquitectura que hace que la ciudad sea inconfundible. Existe un edificio que une todos estos elementos (arte, diseño, arquitectura y gastronomía) y ese es The Solomon R. Guggenheim Museum.
Más que un museo, este edificio se ha convertido en un emblema de Nueva York, y una parada obligada frente a Central Park, sobre la Quinta Avenida. Fue designado un hito de la ciudad en 1990 y Monumento Histórico Nacional en 2008, gracias al impecable e innovador diseño de Frank Lloyd Wright el cual llevó a la ingeniería de mediados del siglo pasado, al límite.
La arquitectura del museo
La construcción comenzó en 1943, pero se retrasó debido a la escasez de materiales después de la Segunda Guerra Mundial, y se retomó hasta el 6 de septiembre de 1957. El lugar no estuvo totalmente terminado hasta octubre de 1959, fecha en la fue inaugurado y seis meses después de la muerte del renombrado arquitecto.
Como resultado de estos 16 años de trabajo tenemos un museo que destaca por por su rampa en espiral que artistas como James Turrell han aprovechado y convertido en parte de una pieza. La arquitectura del recinto es una obra en sí misma, ya que existen quienes visitan el sitio con la intención de recorrer los espacios diseñados por Frank Lloyd Wright, sin embargo la colección de obras es impresionante y sin duda merece una visita. En honor a esto escogimos las obras más icónicas del Guggenheim de Nueva York.
En la arboleda de vainilla, hombre y caballo, Paul Gauguin
Atormentado por una insatisfacción constante y siempre en contra de las reglas convencionales, Paul Gauguin abandonó Europa y su familia para irse a vivir a la meseta tahitiana de Taravao. Aquí el pintor encontró la inspiración en las culturas originarias, influencia constante en sus cuadros. Sin embargo, paradójicamente, esta pintura también tuvo una gran influencia occidental: los frisos del Partenón.
Comedor en el jardín, Pierre Bonnard
Para muchos, el trabajo de Bonnard es considerado un regreso al impresionismo, sobretodo si tomamos en cuenta que se trató de un contemporáneo de artistas como Picasso. Sin embargo, nadie puede dudar de la capacidad que tenía de convertir lo ordinario de los interiores de las casas al sur de Francia en algo extraordinario, todo gracias al uso de colores.
Morning in the village after snowstorm, Kazimir Malevich
Esta pieza, con sus complejas figuras y colores casi alucinógenos, es una de las más icónicas del artista ruso, quien a sus vez es el representante del vanguardismo ruso centrado en cuestiones de técnica y estilo basado en las formas del cubismo, el futurismo y otros movimientos del arte contemporáneo.
La mujer ante el espejo, Édouard Manet
Los cuadros de Manet buscaban capturar la verdad de la sociedad moderna, por eso es común encontrar retratos de camareras, músicos callejeros y, sobre todo, cortesanas. En el caso de esta pintura, encontramos una escena sumamente íntima en la que una mujer en corsé se encuentra tan absorta en su propio reflejo que da la espalda al espectador.
Líneas negras, Wassily Kandinsky
Esta pintura es de gran relevancia para la historia del arte ya que, aunque hay una controversia en torno al tema, la gran mayoría de los especialistas la consideran la primera pieza de arte abstracto. Las formas geométricas que lo caracterizan nacieron de la obsesión del artista con el folclore popular ruso, la simbología del color y la espiritualidad.
Mujer con cabello amarillo, Pablo Picasso
Picasso conoció a Marie-Thérèse cuando ella tenía 17 años y él 45, desde entonces (y por toda una década) la convirtió en su musa, a quien solía retratar mientras dormía para “capturarla en su estado más íntimo y vulnerable”. En esta pintura, la joven aparece acostada sobre su brazo, al que el artista describe como una extensión carnosa y sensual de sus mechones de lino.
Red Lily Pads, Alexander Calder
El escultor estadounidense es conocido por sus móviles; aquellas piezas que cambian de forma arbitraria según las corrientes de aire. Calder se inspiraba en la naturaleza, plantas y el cosmos para hacer sus creaciones; como en el caso de esta obra en la que los discos asemejan pétalos de flor que flotan sobre la superficie del agua.
Composición 8, Wassily Kandinsky
Para Kandinsky, el arte era transmitir a las personas emociones únicas por medio de un conjunto de líneas, colores y figuras. En esta composición, por ejemplo, se puede ver el papel protagonista de los círculos (una característica que explotaría en cuadros posteriores), así como los colores llenos de dinamismo .
Painting 1953, Joan Miró
La pieza tamaño mural fue un cambio en el estilo del artista, quien para la década de los 50 era ampliamente conocido por sus pinturas de estilizadas líneas finas y sueltas. Esta obra fue hecha directamente sobre el lienzo, sin el uso de bocetos y con trazos mucho más intensos y enérgicos, cubiertos de una atmósfera cósmica.
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