Las cuatro estaciones de Eslovenia
De la costa hasta los Alpes, recorrer los 20 273 km2 del país europeo es conocer impresionantes paisajes naturales.
POR: Lisa Fournier
Mis ojos no pueden separarse de la ventana. Presiento que si los cierro me perderé de algo extraordinario, como sucede siempre que miro algo por primera vez. Llevamos casi una hora en el coche desde que salimos del aeropuerto Marco Polo en Venecia y estamos muy cerca de cruzar la frontera. Un pequeño letrero nos da la bienvenida, dejamos atrás el territorio italiano para internarnos en tierras eslovenas. Pero ésta no será la única vez que pasemos de una frontera a otra. Recorrer Eslovenia es estar siempre cerca no sólo de Italia, sino también de Croacia y Austria.
El clima y el paisaje cambian constantemente. Los eslovenos lo saben y se jactan de ello, su ubicación es un privilegio que reúne bellezas naturales que contrastan a lo largo de su territorio. Para ellos es una forma natural de vivir. Desde Liubliana, la capital, se puede llegar en una hora al mar, a la montaña o a la campiña. Vivir las cuatro estaciones en un mismo día, si así lo quisieran. Para el visitante es una grata sorpresa, pues a veces, incluso entre una curva y otra, el cambio de escenario puede ser radical.
Su historia y cultura también están llenas de muy distintos episodios que los han enriquecido como nación. Son un país independiente desde 1991, después de la Guerra de los Diez Días, y forman parte de la Unión Europa desde 2004. Mucho antes de eso, en 1809, fueron parte de Imperio franco de Napoleón I y después del dominio Habsburgo. Al término de la Primera Guerra Mundial, líderes eslovenos apoyaron la creación del Estado esloveno junto con croatas y serbios que formarían en 1919, el cual fue rebautizado como Reino de Yugoslavia . Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes e italianos terminaron con el reino, pero en 1946 con el final de la guerra y de la Alemania nazi, recuperaron sus fronteras, excepto por la zona limítrofe con Italia.
Con la Constitución yugoslava de 1974, adquirió el título de República Socialista de Eslovenia dentro de la República Federal Socialista de Yugoslavia. Dentro de ésta, Eslovenia se convirtió en la república más próspera y más industrializada de la federación, por sus instalaciones de producción de acero y de industria pesada, alcanzando el más alto nivel de vida, y contribuyendo más que ninguna otra república yugoslava a la ayuda federal que era destinada hacia las regiones menos desarrolladas del sur. La contribución eslovena fue el origen de varias tensiones en el seno de la federación, que se agudizaron durante la década de 1980, con el enfrentamiento entre el gobierno esloveno de Liubliana y el gobierno federal de Belgrado, lo que los llevaría después a independizarse. Según me cuenta una voz local, existe una parte de la población que extraña el sistema socialista, pero también una gran mayoría piensa que Eslovenia vive su mejor momento.
Piran
Nuestro primer destino es un viejo puerto a orillas de la costa adriática que conserva estilo medieval. El clima es fresco y agradable, aunque nuestra guía, Petra, nos insiste que este un destino más bien caluroso. En el pueblo vecino Portorož, que es considerado un resort de salud desde el siglo XIII, los turistas que buscan descanso se hospedan aquí durante el verano.
Antes de conocer sus estrechas calles que nos recuerdan a Venecia, tenemos nuestro primer encuentro con la comida y el vino esloveno, los cuales no nos abandonarán en el resto del viaje. Rizibizi nos ofrece un gran paisaje y un menú de platillos del mar y pasta con trufa, la más grande que haya visto jamás.
De regreso a sus calles, caminamos desde la plaza principal que lleva el nombre del violista Giuseppe Tartini hasta la iglesia de San Jorge en lo alto de la colina, donde la vista de los techos rojos y el mar conviven en un armónico espectáculo. Sobre el horizonte de un lado se puede ver Italia y del otro Croacia.
La visita obligada es la tienda de sal que tiene una gran variedad de productos y que se encuentra en el lugar más bonito de la plaza: la Casa Veneciana. Las salinas de Piran, en las que se sigue produciendo la flor de sal, fueron la base del florecimiento de esta ciudad mediterránea y sigue siendo uno de sus mayores atractivos.
Esta noche dormiremos en Kempinski Palace, en el centro de Portorož. El hotel está dividido en dos partes: la antigua y la nueva. La primera está en la parte original del palacio y conserva la gran fachada de tiempos de los Habsburgos, así como los jardines que dejan ver el pasado aristocrático del hotel. La parte moderna es totalmente diferente, tiene balcones, fachadas de cristal y un diseño moderno. El Crystal Hall destaca por mucho del resto del hotel, es como entrar a la película The Lobster, de Yorgos Lanthimos. Desayunar ahí, entre sus paredes blancas y grandes candelabros es volver en el tiempo.
Lipica
Un clima frío y un paisaje verde nos reciben el segundo día de viaje en la cuna de los lipizzianos, la raza de caballos de pelo negro que van aclarando su pelaje con los años hasta ser blancos (aunque según los expertos realmente son grises). La hermosa cabelleriza que antes del siglo XVI era una casa de verano de la época de los Habsburgo, está ubicada en la región de Carso y es un establecimiento público de 311 hectáreas. Sus caballos son considerados un monumento cultural de Eslovenia.
Durante el trayecto puedes conocer el entrenamiento de los caballos para equitación clásica, famosos por su armónico movimiento, incluso tomar una clase. Desde hace seis meses, Ramón, un español de 25 años, que estudió en Francia y formó parte del espectáculo Cavalia de Cirque du Soleil, entrena a los jinetes. También puedes descubrir el terreno abordo de un carruaje o comer el lunch al aire libre, pero la parte más entrañable del recorrido es poder mirar de cerca a los caballos e interactuar con ellos.
Liubliana
Después de la experiencia ecuestre, nos espera la capital del país, la cual reúne lo mejor de ambos mundos: modernidad y tranquilidad. Liubliana conserva el espíritu de pequeña ciudad y la accesibilidad de recorrerla en autobús, bicicleta o caminando. Los edificios no tienen un gran tamaño. Desde nuestro hotel, el recién inaugurado Intercontinental y la edificación más alta de la zona centro, se puede admirar la urbe a través de sus cristales.
El nombre más mencionado e importante aquí es Jože Plečnik, personaje del siglo XIX al que se le deben las más grandes obras arquitectónicas de la capital, como algunos de los puentes más emblemáticos que visten la ciudad de tan sólo 290 000 habitantes, así como la Librería Nacional y Universitaria donde las ventanas tienen forma de libros abiertos.
Antes de conocer su emblemático castillo navegamos en el río para obtener una perspectiva general de la zona, para llegar cruzamos la plaza central donde se erige una estatua de France Prešeren, uno de los poetas eslovenos más destacados y autor de su himno. También cruzamos el puente Zmajski, el de los dragones (emblema de Liubliana) y el mercado central donde se pueden encontrar todos los días productos locales procedentes de todo el país.
Al castillo se sube en funicular y desde su más alta torre se puede observar la brevedad y belleza del panorama de la nombrada capital europea verde en 2016. Dentro se encuentran dos restaurantes: Gostilna na gradu y Strelec. En este último, Igor Jagodic, uno de los chefs más respetados de Eslovenia deleita a los comensales con un menú de recetas típicas eslovenas y una carta de más de 110 vinos locales.
Otra de las mejores opciones gastronómicas es el restaurante JB del veterano chef Janez Bratovz, ranqueado por San Pellegrino entre los mejores 100 del mundo y también uno de los preferidos, sino es que el más entre los eslovenos. Sus ravioles rellenos de requesón y pistacho, con salsa de carne y crema, foie gras y regaliz deberían de ser monumento nacional al placer.
La vida nocturna hará sufrir a las almas fiesteras que esperan dormir no antes de las cinco de la mañana; sin embargo, la lista de opciones ofrece locales sofisticados, como As Aperitivo, donde se puede cenar y escuchar música en vivo, y Kolibri, un bar muy íntimo, tanto que podría ser clandestino, con elegante diseño y que además cuenta con una carta muy cuidada de coctelería.
Bohinj
Llegamos a la mitad de nuestro viaje y también a una de las zonas más hermosas por visitar, el lago Bohinj, el más grande Eslovenia que se encuentra rodeado por los Alpes julianos en el Parque Nacional Triglav. Navegarlo es un absoluto placer para los sentidos. Tanto las montañas como su reflejo en el agua lo convierten en un espacio natural único.
Y cuando creíamos que nada podía superar lo que se presentaba ante nuestros ojos, tomamos el teleférico de Vogel a lo alto de la montaña para observar la panorámica completa. El clima nos permitió verlo todo: los Alpes, el lago y la nieve que a estas alturas de la primavera seguía siendo suficientemente abundante para esquiar.
En el restaurante de la montaña probamos algunos de los platillos y bebidas más tradicionales de la zona, como el merjaščev golaž ―un guisado con carne de jabalí y sobras de pan― y el smrekovo žganje ―un licor hecho a base de hierbas naturales de pino que la gente solía tomar como medicina por su poder curativo.
No muy lejos de ahí está Bled, un bello lago con una pequeña isla donde se erige una iglesia. La imagen de este lugar le ha dado la vuelta al mundo como una de las grandes referencias de Eslovenia. Para llegar hasta la isla y visitar la iglesia, hay que tomar una especie de trajinera de madera llamada pletna, que es construida por locales y que sólo puede ser navegada por alguno de los hombres de las 20 familias que continúan con esta tradición.
Cueva de Postojna
En Eslovenia las formaciones kársticas son comunes desde Liubliana hasta el mar. Existen centenares de enormes cavidades excavadas por ríos subterráneos que han dado lugar a paraísos bajo tierra como la cueva de Postojna en la región del Carso. La primera parte de la visita se hace en un ferrocarril que se construyó hace 140 años, el resto caminando. En el recorrido de casi dos horas, conocimos las particularidades kársticas más importantes: el espeleotema más alto de 16 metros llamado Nebotičnik (en español rascacielos); el símbolo blanco cristalino de la cueva de Postojna, Briljant (brillante); y el proteo o pez humano, un anfibio extrañísimo que evolucionó en la cueva ―por lo que no tiene ojos, no los necesita―, que puede dejar de comer hasta por diez años ―debido a la escases de alimento― y se reproduce cada siete años ―para esta desgracia no hay explicación.
Castillo de Predjama
A 11 kilómetros de las cuevas, seguimos con el itinerario. El siguiente destino parece sacado de un cuento medieval, una locación perfecta para la próxima temporada de Games of Thrones. El castillo está construido en la boca de una cueva natural en un risco de 123 metros de altura. Se dice que éste fue el escondite del caballero Erazem Lueger, algo así como el Robin Hood esloveno, que según la leyenda logró escaparse del ejército en varias ocasiones escabulléndose al exterior a través de la galería de túneles naturales. Sin embargo, una traición interna hizo que lo asesinaran con un cañonazo mientras se encontraba en los baños que se ubican en lo alto de la fortaleza.
El espacio carece de lujos y fue un importante refugio en varios periodos de guerra, ya que además de encontrarse en un lugar bastante inaccesible, tiene un sistema de agua pluvial propio. En el verano, según marca la tradición, se celebran justas medievales en la explanada frente al castillo.
El sabor local
El apetito empieza a manifestarse, increíble después de todo lo que hemos comido a lo largo de la semana. Hoy nos esperan dos de los mejores restaurantes por conocer. Y es que Eslovenia, sus productos locales, particulares técnicas y excelente servicio lo han hecho destacar como uno de los destinos más interesantes para comer y beber en Europa.
Majerija, situado en el valle de Vipava, parte de la región vinícola del litoral, no sólo es unos de los restaurantes más famosos del país, sino también un oasis de belleza y relajación y placer gastronómico. El bello comedor del chef Matej Tomažič ofrece clásicos platillos eslovenos con toques contemporáneos que se notan en sus modernas presentaciones. Tomažič obtiene ingredientes de las granjas orgánicas de los pueblos cercanos y crea alimentos para acompañar los vinos locales de su formidable bodega. Su especialidad, mlinci, es una pila sedosa de “pasta” hecha de panes planos a la plancha en una estufa de hierro fundido y luego hervida a fuego lento en una salsa y hierbas frescas del jardín, un deleite para el paladar. Además, recientemente, el chef y su esposa Natasa abrieron un hotel boutique bajo tierra a lado del restaurante para completar la experiencia que puede idílica.
Goriska Brda
Hermosos cerezos y viñedos nos reciben en la región más occidental del país que se encuentra a orillas del río color esmeralda, Soca. Aquí son famosos los vinos blancos: rebula, chardonnay, sauvignon, pinot blanc y gris. Tintos: merlot y cabernet sauvignon. También los productos de olivo y la fruta. Estamos una vez más cerca de la frontera con Italia, el paisaje lo revela.
Nosotros visitamos la casa vinícola de Simčič Marjan, una de las más premiadas y reconocidas internacionalmente. La especialidad son los vinos que nacen de las tierras con “opoka”, una marga de sedimentos de la época eólica muy pobre en componentes orgánicos, pero muy rico en sales minerales. La zona ofrece condiciones climáticas ideales para la viticultura. Con la protección de los pre-Alpes julianos y la meseta Trnovská a la espalda y la cálida brisa que viene del mar Adriático, el suelo de Brda es ideal para cultivo de la vid.
Marjan desarrolló la tradición vitivinícola de sus antepasados hasta llegar a lo que es hoy en día la bodega: 20 hectáreas de terreno, en el corazón de la zona de Goriška-Brda, con viñedos que se extienden a ambos lados de la frontera entre Eslovenia e Italia, donde se encuentra la DOC Collio. Estas 20 hectáreas producen 100 000 botellas al año, lo cual es una gran cantidad para las bodegas de la zona.
Nuestra última noche rinde homenaje a todo eso que hemos disfrutado tanto en nuestro memorable viaje esloveno. Cenamos delicioso, bebemos grandes vinos, reímos, recordamos nuestras mejores anécdotas y descansamos rodeados de un bello paisaje en la comodidad del Gredič Castle Hotel.
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