Nacho López. Fotógrafo de México en Bellas Artes
Una muestra del trabajo del artífice de Cuando una bella parte plaza por Madero.
POR: Redacción Travesías
Una serie de fotografías retrata a una mujer caminando por Madero. Conforme camina la mirada masculina se desvía hacia ella. Llueven piropos y, para ella, recibirlos es tan natural que no hace ni caso. No se asusta ni acelera el paso, pero tampoco muestra alegría. Ésta, una estampa tan cotidiana de la capital, en ese entonces y seguramente ahora, fue uno de los fotoensayos de Nacho López. De esta famosa serie titulada Cuando una bella parte plaza por Madero, se expone una selección actualmente en Bellas Artes junto a otros trabajos del fotógrafo.
Esa secuencia fotográfica, además de captar un rasgo vivo de las calles, ha influido en algunas películas. En México, por ejemplo, más de 30 años después del ejercicio fotográfico es recreada en la primera escena (en la exposición viene ese fragmento) de Ciudad de ciegos (Cortés, 1992).
Antes que López, en los años cincuenta la periodista Ruth Orkin hizo el mismo ejercicio en Florencia, Italia. También dejó huella en el cine. Al menos un pasaje de Malena, película de Tornatore, lo sugiere. En cualquier caso, es una escena que ocurre con bastante frecuencia en las calles de Italia y México sin registro fotográfico.
La muestra Nacho López. Fotógrafo de México reúne más de 200 fotografías en las cuales se perciben distintas facetas del autor. Una de ellas dedicada a los fotoensayos que fueron publicados en revistas de la época, como Mañana y Siempre!. De esta sección forman parte, además de la mujer que recorre Madero mientras las miradas masculinas la recorren a ella, Penitenciaría Lecumberri o La Venus se fue de juerga por los barrios bajos, en donde un maniquí femenino irrumpe en actividades cotidianas como las cantinas, el billar o las calles de la colonia Santa Julia. Los fotoensayos son historias que él armaba con antelación; a este recurso lo llamó “acciones provocadas”, de manera que imaginaba una secuencia que después quedaba registrada.
En otras salas se expone la vida en la Ciudad de México, sobre todo en las zonas céntricas. El Palacio de Bellas Artes reflejado en el globo de un globero, por ejemplo, o pollerías, pulquerías y otros sitios aledaños. En otra, su parte más experimental, vanguardista, donde mezcla dibujo con revelado; otra está dedicada a la danza, pues en parte debido al trabajo de López ésta pudo conocerse; trabajó con gente como Guillermo Arriaga, Miguel Covarrubias y Silvestre Revueltas. En una sala aparece su paso por el cine. Nacho López incursionó también en esta disciplina con trabajos como Todos somos mexicanos, En algún lugar del mundo y Los hombres cultos.
Una más está dedicada al registro respetuoso –contrario al interés folclórico– de comunidades indígenas, en las que destacan mixes, coras y tzotziles. Nacho López trabajó, al igual que Juan Rulfo, en el Instituto Nacional Indigenista. De esta etapa surgió el libro Viaje a la Tarahumara, escrito por Fernando Benítez y fotografiado por López.
En la exposición hay algunos videos de alumnos suyos que comentan una parte de la obra del fotógrafo. En uno de ellos podemos escuchar a Andrés Garay, quien hace hincapié en el respeto que él profesaba por las comunidades que fotografiaba.
Museo Nacional de Bellas Artes, hasta el 10 de julio.
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