En lo que alguna vez fue la oficina de John Williams Campbell, ferroviario millonario, se encuentra hoy el recién restaurado The Campbell Bar. Resulta paradójico, pero si no esperas un tren en este lugar, igual es una parada obligada por su estética peculiar, por su localización y sobre todo, por una selección de bebidas de alta gama.
El lugar ofrece tres espacios diferentes. El primero es el salón principal que cuenta con una triple altura, una chimenea de piedra, la caja fuerte del Sr. Campbell y acabados originales de la década de 1920. La paleta de colores radica en los verdes y rojos que, junto con el café de los acabados de madera y sillones de piel, crean una atmósfera un tanto nostálgica pero a la vez moderna. Te recomendamos acomodarte y pedir un Grand Central Spritz, uno de los cocteles de la casa.
En segundo lugar está The Campbell Palm Court, el espacio más pequeño de los tres. Un oasis bajo techo rodeado de palmeras, en el que tendrás una vista a la estación principal, es el lugar ideal para disfrutar un almuerzo en lo que esperas tu tren. Gracias a su decoración, la sensación de estar ahí se aleja del aburrimiento de estar en una terminal de trenes.
Y por último, el lugar ofrece una terraza en la que en los días de verano podrás disfrutar del clima y vistas de esta bella ciudad. Sin mencionar que, los paisajes son un espectáculo incomparable. Si bien mantiene la esencia del establecimiento —es un lugar mucho más simple en cuanto a la decoración— ofreciendo un ambiente completamente diferente pero no por eso deja de ser toda una experiencia. Para esos días calurosos del norte de Estados Unidos te recomendamos pedir una Kelso Pilsner, cerveza clara del estado de Nueva York.