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Experto local: guía para comprar antigüedades en París

Mélanie Pautrat, fotógrafa, profesora de literatura y amante de las antigüedades, nos dice lo que hay que saber para hacer esta clase de shopping.

POR: Redacción Travesías

Cuando te gusta las antigüedades, París es la cueva de Alí Baba. ¡Hay de todo para todos! Sólo tienes que saber bien qué tipo de cosas buscas y cuál es tu presupuesto: si estás construyendo una colección, existen boutiques especializadas por tema: de juguetes antiguos y cochecitos Avi- Galerie du Jouet ancien (8 rue des Grands Augustins, en el barrio 6) o de muñecas (de hecho, existe un Museo de la muñeca en el barrio 3 —metro Rambuteau— y hay un sinfín de tiendas donde las compran, venden, valúan y reparan).

Para los filatélicos y numismáticos hay toda una calle dedicada a esas pasiones: la Drouot en el noveno arrondissement. Y si más bien quieres pasear y quizá encontrar esa perla rara que le falta a tu colección de sellos, cada fin de semana hay un pequeño mercado dedicado a los filatélicos cerca de l’Elysée (la residencia presidencial), en la esquina de las avenidas Marigny y Gabriel.

Si no eres coleccionista, pero buscas objetos raros o únicos como elementos decorativos, hay un montón de boutiques para eso. En el centro de París (Le Marais), existe un lugar maravilloso: le Village Saint-Paul, que alberga tiendas de antigüedades y de decoración. Los precios son un poco altos, pero vale la pena echar un vistazo.

Para mí, el mejor lugar son los mercados de pulgas. Son gigantescos laberintos de callejones hechos de una infinidad de tienditas, cada una con su estilo. Algunas proponen mesas, espejos, tapices o sillones que habrían podido llenar una de las salas de un castillo del siglo XVII, algunas otras tienen muebles vintage y están las que te ofrecen arte decorativo, libros, baúles o bolsas antiguas, joyas, carteles de cine o algunos objetos científicos. Es una lista sin fin.

Hay varios mercados de pulgas pero mi favorito está en las orillas del norte de París. No hay que tener miedo de los pasillos que son un poco feos (y que están llenos de objetos rotos o modernos) que están al principio de ese mercado. Si entras a su corazón vas a ver cómo todo cambia.

En las pulgas de Saint-Ouen puedes encontrar 14 mercados diferentes. En cada uno conviven anticuarios y diseñadores. Las pulgas están abiertas los sábados, domingos y lunes. Los precios no son súper baratos, pero los productos son auténticos. Puedes conversar con especialistas y pedirles consejos. Algunos también te pueden enviar tus compras a México. Así podrás hacerte de ese reloj del siglo XIX con el que sueñas sin preocuparte por cómo llevarlo.

Si llueve, la mayoría de esos 14 mercados están a salvo. Y ya que los franceses tenemos una terrible obsesión por el buen comer, hay unos diez restaurantes en esas pulgas (algunos de ellos tienen casi cien años de vida). Mis preferidos: le Café Paul Bert y Chez Louisette.

Pero lo mejor, si tienes coche, es ir a las ciudades o pueblos aledaños los domingos. De abril a octubre, aproximadamente, se organizan mercados de pulgas (de 50 a 500 expositores) donde los particulares venden (en precios a menudo muy baratos) todo tipo de cosas. Mientras caminas, nunca sabes si más adelante vas a encontrar algo o no y eso es muy emocionante. A veces vuelves con dos libros por 1€, una garaffa de vidrio azul por 5€ o una pintura increíble por 50€. Nunca se sabe, cada visita es una sorpresa.

Para saber dónde se convoca un mercado de pulgas de particulares (una brocante en francés), puedes comprar una de estas dos revistas: Aladin o Antiquité Brocante, que publican un calendario mensual.

Es muy difícil saber con certeza si un objeto es realmente valioso o no. Cuando compro en una tienda de antigüedades que tiene buena exposición pública, confío en el profesional que me vende a la vez su experiencia y su mercancía. Cuando compro en los pequeños mercados de pulgas, a un particular, confío en mí, en mis ojos y en mi propia experiencia. Por supuesto hay gestos que tienes que automatizar: mirar el revés de un objeto para ver si está firmado, si el aspecto es tan viejo como el de la cara, pesarlo y evaluar los materiales. Cada objeto tiene sus códigos. Si sabes lo que buscas, puedes leer la historia de esos objetos, buscar los nombres más grandes de esa esfera y comprobar si son objetos muy copiados.

¿Cuáles son tus técnicas personales para negociar el precio?
Siempre negocio el precio. Hacerlo forma parte del ritual. Ofrezco un precio más bajo de lo que me piden pagar y empezamos la negociación. Pero tengo una máxima muy firme: si el vendedor y yo no nos ponemos de acuerdo, me voy. A veces, cuando te ven irte, te llaman y aceptan tu precio… a veces no. Me gusta negociar, pero cuando el precio me parece justo o superbarato, no lo hago.

¿Cómo empezaste a coleccionar antigüedades? 
Mis padres me llevaron a esos mercados desde que era niña. Tuve varias colecciones porque ellos me daban un poco de dinero para comprarme algo en esos mercados. Con los años, mis gustos se han afirmado y desarrollado. A veces, compro algo que me parece misterioso (un objeto, un cuadro, una vieja foto) y puedo pasar horas tratando de descubrir sus orígenes. Tiene que ver con cierta nostalgia pero es más que eso: es dar al pasado un lugar en el presente. Casi se trata de ganar la batalla contra el tiempo o el olvido. Me encanta que cada uno de los objetos que compro tengan una historia, su historia, y que yo tenga mi historia con ellos. Para mí, más que una compra, es un encuentro.

Cinco cosas que todos los amantes de las antigüedades deben saber
1. Hay que usar los zapatos correctos y eso significa que sean cómodos. Cuando me voy de pulgas, no me visto como si fuera a un concurso de belleza.
2. Hay que llegar siempre lo más temprano posible. En las brocantes, los profesionales llegan desde la madrugada y compran lo mejor, así que entre más temprano llegues, más fácil será que encuentres tesoros.
3. Hay que tener calderillas para facilitar la negociación y muchas bolsas guardar las compras.
4. Sonreír, conversar y simpatizar con la gente que encuentras, es indispensable. Así podrás conocer la historia de los objetos, ganar experiencia, hacer amigos (y, quizá, obtener mejor precio).
5. Nunca compres algo porque esté de moda. Hazlo porque realmente te gusta.

 
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