Del Amazonas colombiano al Orinoco
Aquí el lujo está en la riqueza de su naturaleza, paisajes y biodiversidad. Los viajeros son recibidos con los brazos abiertos para descifrar los secretos de su verde infinito.
POR: Atelier
Región: Amazonía-Orinoquía colombiana
El gran pulmón del mundo tiene su propia esquina en Colombia. En estas dos regiones, la Amazonía y la Orinoquía, el lujo está en la riqueza de su naturaleza, paisajes y biodiversidad. Acá, los viajeros son recibidos con los brazos abiertos para descifrar los secretos de su verde infinito.
No hay excusa para perderse el alucinante departamento del Amazonas.
El punto de partida de cualquier actividad aquí es Leticia, su capital a orillas del gran río Amazonas, el más caudaloso y ancho del mundo, donde se dan cita flora y fauna sin igual. Desde aquí se organiza la gran mayoría de las actividades y en su muelle turístico se ofrece el servicio de lancha (el medio de transporte por excelencia en la región) para conocer las comunidades indígenas o dirigirse a los parques naturales aledaños.
El Parque Nacional Natural Amacayacu es uno de los sitios fundamentales de esta travesía. Pensado como un centro de divulgación de la riqueza natural de la selva, Amacayacu es el hogar de especies únicas, como el tití leoncito (el primate más pequeño del mundo), delfines rosados, manatíes y más de 500 especies de aves. Allí también es posible apreciar la espectacular victoria regia, la variedad de loto más grande del mundo, que puede llegar a medir hasta 1.5 metros de diámetro y ofrece un verdadero espectáculo flotante en los lagos creados por el río.
Este parque comparte su territorio con la comunidad indígena ticuna, cuyos miembros se han acercado al ecoturismo como una forma de encontrar un balance entre su forma de vida ancestral y tradicional y las dinámicas del mundo moderno. Compartir con ellos y observar su pensamiento y sus tradiciones, al igual que su artesanía, es un gran placer.
Por otro lado, visitar el Amazonas es también la oportunidad de vivir un turismo de aventura único. Los amantes del canopy podrán practicar este deporte entre árboles que alcanzan 35 metros de altura, deslizándose entre las copas mientras se admira la naturaleza circundante. Las caminatas y los senderos entre la selva nunca terminan de cautivar y, para los amantes de las aves, este lugar será lo más cercano al paraíso (véase Birdwatching por Colombia).
Nuestro gran recomendado para pasar unos días en esta zona es Calanoa, un proyecto que va mucho más allá de ser un hotel de impecable arquitectura mimetizada y responsable con el entorno. El arte y el diseño son la premisa de este laboratorio de creatividad aplicada, en el que es posible entrar en contacto con las comunidades locales y aprender de la biodiversidad de la región por medio del arte. Una verdadera joya selvática.
La Orinoquía no se queda atrás en belleza y se precia de tener algunos de los tesoros mejor guardados del oriente del país.
Los imponentes cerros de Mavecure, en el departamento de Guainía, valen cada segundo del viaje. Se trata de formaciones rocosas conocidas como tepuyes, que emergen de las orillas del río Inírida como un majestuoso recordatorio de la antigüedad geológica que aquí sigue intacta. Un amanecer o un atardecer en el punto más alto de estos cerros permite que el viajero entienda no ya con la mente, sino con el corazón, por qué este lugar es uno de los más importantes y sagrados para las comunidades indígenas locales, como los curripacos y puinaves. Este destino también puede ser sobrevolado en helicóptero o recorrido a bordo de una lancha guiada. La vista incomparable y la energía cargada de toda la fuerza de la naturaleza del Escudo Guyanés estarán entre las experiencias más memorables para el viajero que corre tras las maravillas naturales del mundo.
Y si nunca es suficiente naturaleza, la sierra de la Macarena tiene también su cuota para ofrecer en este espacio biodiverso. En este parque natural confluyen las regiones andinas, la Orinoquía y el Amazonas, en un corredor megadiverso de selvas, bosques, sabanas y morichales o palmas de hasta 30 metros de altura, propios de las planicies colombianas.
Su corazón es el río Guayabero, que sirve como vía de acceso a los lugares más representativos de la sierra, como Raudal de Angosturas, con sus grabados milenarios en la roca, o la absoluta joya de la corona de este parque: Caño Cristales. Aquí, el agua de las pozas se tiñe de colores que van del morado al rosa, pasando por el verde y el amarillo, en un espectáculo natural tan abrumador y único que le ha valido el apelativo de “río de los siete colores”. No es de extrañarse que sea considerado uno de los lugares más bellos de Colombia (véase la ruta Sólo en Colombia).
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Calanoa Hotel de Selva
Vereda Mocagua, río Amazonas
+57 (311) 842 4392
calanoaamazonas.com
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