Cinco cosas para hacer en San Petersburgo

La más importante: aprender a beber vodka.

22 Jul 2019
Cinco cosas para hacer en San Petersburgo

1. Comprar caviar

En ruso se dice ikra. El verdadero es el negro, que son las huevas del esturión, un pez del mar Caspio. Se comercializan dos variedades: el beluga, de la lata azul —y el más caro—, y el sevruga. El precio oscila los tres mil euros el kilo. Su precio elevado se debe a que el esturión está al borde de la extinción, por eso sólo se autoriza vender caviar procedente de esturiones de granjas piscícolas.

2. Aprender a beber vodka

El vodka nunca se mezcla con otras bebidas, se bebe de los vasitos pequeños sin hielo y la botella se enfría entera. No se bebe antes o después de comer, sino para acompañar zakuski (entradas). El brindis más habitual es na zdoróvie (salud). La marca más vendida es Pútinka, de precio medio. Russki Standart es más caro y está considerado uno de los mejores.

3. Porcelana imperial Lomonósov

La famosa Fábrica Imperial de Porcelana fue fundada en el año 1744 por la hija de Pedro I, la zarina Isabel. El Museo de la Fábrica de Porcelana forma parte del Museo del Hermitage. Existen excursiones para visitar la fábrica e incluso para participar en el proceso de la producción y decoración de la porcelana. Es parte de los souvenirs de lujo. La porcelana de Lomonósov se puede comprar en el hotel Europa (Av. Nevsky 160).

4. Probarse abrigos de piel

En una ciudad con 25 grados bajo cero, un abrigo de piel no es un lujo. Si tiene el pelo por fuera del abrigo, en ruso, se dice shuba y si está por dentro, dubliónka. Las tiendas de peletería más conocidas son Mir Kozhi Meja (Sadovaya 43), la fábrica Lena (Nevsky 50), Rot Front (Moskovsky 98) y Ekaterina (Zagorodny 13).

5. Un museo atípico

En el Museo Eros, donde el director exhibe parte de su colección de 12 mil objetos, fotos, cuadros y muebles, la pieza más vista es el legendario pene de Rasputín, que se exhibe en un frasco de formol. Cuenta la leyenda que el urólogo ruso Igor Kniazkin lo compró por ocho mil dólares a un anticuario francés.

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