1. Papeles
Obviamente ya revisaste niveles, ajustaste frenos e inflaste las llantas (la presión adecuada está en el borde de la puerta del conductor), le diste otro juego de llaves a una persona distinta al piloto y armaste un kit de medicamentos básicos, ¿pero tienes la documentación al día? Revisa además qué requisitos debes cumplir en los estados a visitar: que no te paren al pasar por la Ciudad de México en horas no permitidas en coches sin verificación, por ejemplo. Toma en cuenta que para entrar a Estados Unidos se necesita un seguro internacional que venden por días, incluso en las tienditas de esquina de las ciudades fronterizas.
2. Desviaciones
No hace falta decir que necesitas trazar una ruta y un itinerario, pero en el camino vendrán cosas inesperadas para las que hay que tener un plan alterno, así que prevé al menos dos opciones por si sales tarde, te quedas un día más o decides de última hora visitar otra ciudad.
3. Trabajo en equipo
Desde antes de salir hay que ver las fortalezas y debilidades del grupo. Quiénes están dispuestos a manejar y cómo se repartirán los turnos de copiloto. Aun en tramos cortos el copiloto debe ir siempre despierto y cuidando que el piloto no se distraiga, así que quien use ese asiento debe asumir la responsabilidad o mejor pasarse para atrás. Limpiar el auto, hacer playlists o llevar el mapa o GPS son otras de las actividades a repartir entre todos durante el viaje.
4. Presupuesto común
La manera más complicada de dividir los gastos es que los viajeros alternen pagos de gasolina, caseta, reparaciones; al final alguien habrá pagado más y otros menos. Hay dos opciones más equilibradas, una es hacer una bolsa común donde todos pongan la misma cantidad y que de ahí salga todo. Cuando se termina, todos vuelven a poner una cantidad idéntica y en caso de que sobre, al final se devuelve en partes iguales. La otra opción es que una persona sola se encargue de absolutamente todos los gastos (llevando estricta contabilidad) y al final divida el total.
5. Sin miedo pero con precaución
Cuando Google Maps o Waze te manden por caminos de plano muy austeros o que no te parezcan confiables, no los tomes. Detente y pregunta a la gente, que generalmente te darán un buen consejo. Intenta no llegar de noche a sitios desconocidos. Lleva una tarjeta de teléfono público en caso de emergencia. Pausa el plan cuando así lo sientas, mejor quedarse un día más que manejar bajo presión.
