La Casa Farnsworth de Mies van der Rohe
Los fanáticos de la arquitectura sueñan con vivir en esta casita.
POR: Redacción Travesías
Llegar no es complicado pero requiere interés. La Architecture Foundation de Chicago organiza un paseo dos veces a la semana y quienes llegan puntuales al edificio, enfrente del Art Institute, suelen ser fans. Una pareja de arquitectos de Brasil, una joven estudiante China, una familia danesa. Todos están aquí porque saben que ver la casa es una experiencia de una vez en la vida. Y no hay que dejarla pasar.
Construida en medio del campo, junto a un río, la casa ha sobrevivido una historia complicada. La doctora Edith Farnsworth conoció a Ludwig Mies van der Rohe en 1945, cuando el arquitecto alemán acababa de llegar a Estados Unidos. Se hicieron amigos y Edith le pidió a Mies que le construyera una casa de fin de semana. En 1951, cuando la obra estuvo terminada la amistad se había perdido y la doctora Farnsworth estaba molesta porque el presupuesto se había salido de control (la casa costó 74 mil dólares en ese entonces) entre otros detalles de diseño. Hubo hasta demandas.
La casa, de vidrio y acero, ocupa una planta de 140 metros. No tiene divisiones ni paredes, sólo un centro en el que se esconden todos los servicios. En su momento la construcción no contemplaba ni siquiera un closet pero la doctora exigió tener al menos un espacio para guardar su ropa de fin de semana.
Las cortinas también se negociaron con el arquitecto. Y con todo y las quejas, Edith Farnsworth tuvo la casa hasta 1972. Peter Palumbo cuidó la casa 31 años más (en el medio, algunas inundaciones pusieron en riesgo la estructura). Finalmente en 2003, gracias a una fundación, la casa fue comprada por el National Trust for Historic Preservation and Landmarks de Illinois.
En el hermoso jardín que rodea la casa deambulan los visitantes. Todo mundo está callado. Algunos se sientan sobre el pasto a admirar la belleza delante de sus ojos. Todos están conmovidos. Pocos lugares en el mundo explican mejor por qué la arquitectura tiene el poder de decir tantas cosas.
Mies van der Rohe en México
Solo existe un edificio del arquitecto alemán en México y esta en Tultitlán, Estado de México. Es la fábrica de Bacardi, donde se manufactura todo el ron blanco que se vende en el mundo. La parte industrial de la construcción es obra de Félix Candela (y es hermosa también) mientras que el edificio que guarda las oficinas es de Mies van der Rohe y recuerda un poco el estilo de la casa Farnsworth. Es un paseo precioso pero difícil de conseguir, pues se necesita juntar un grupo de diez personas y agendar una visita guiada.
Más información en www.architecture.org
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