Cinco barrios imperdibles en Vancouver
Una ciudad que hace sentir bienvenido al viajero, sin importar de dónde venga.
POR: Redacción Travesías
No estamos revelando ningún secreto: Vancouver está mejor que nunca.
Tampoco es un secreto que esta ciudad canadiense sea uno de los mejores lugares del mundo para vivir, que aquí las iniciativas verdes realmente funcionan y que presume mar y montañas a pocos kilómetros de distancia.
Pero lo que hace a Vancouver tan rica, más allá de la seguridad de sus calles o lo verde de sus parques es algo más intangible. Es como ver a un adolescente que finalmente madura y se adapta a sí mismo, que se empieza a sentir cómodo con quién es, con su personalidad, con sus gustos y con sus intereses y se convierte en alguien interesante, divertido y multifacético.
En este caso, Vancouver es una mezcla de culturas, nacionalidades e historias que enriquecen su pasado; es una ciudad interesada y ávida en el deporte y la comida, pero también en la bebida, el arte, el diseño y la música. Vancouver atrae por la manera como se ve —impecable— y que te invita a quedarte. Enamora por todo lo que esconde en sus calles, en sus edificios, en sus barrios.
Como cualquier ciudad grande y ecléctica, Vancouver se podría dividir —sin ninguna frontera real— en distintos barrios, cada uno con su personalidad y atributos distintos. Hay otros más, pero éstos son los que recomendamos recorrer. Empezamos por el sur de la ciudad.
Granville Island
Por ahí del siglo XIX, esta parte de la ciudad, que se ubica al sudoeste de Vancouver, que da al mar y que es casi una isla, estaba ocupada por fábricas y plantas industriales. Hoy en día, Granville Island es favorito no sólo de visitantes, sino también de los habitantes locales. Alojados en construcciones de estilo industrial y antiguas bodegas, hay tiendas y puestos que son los que le dan sabor: boutiques vintage y tiendas de diseñadores. Hay que buscar Make, con sus objetos de diseño, ropa y accesorios, y Broom Company, un curioso local donde dos hermanas se dedican, únicamente, a hacer escobas a mano. Aquí se encuentra la universidad de arte y diseño Emily Carr, donde se suelen realizar exposiciones, además de muchos bares y restaurantes.
The Sandbar, muy concurrido los días de verano y que —como el nombre lo indica—, fue un banco de arena cuando la isla era una zona industrial, es uno de los que tiene mejor vista de la bahía. Otro local que es indispensable visitar es el Artisan Sake Maker, donde Masa Shiroki produce y fermenta, ahí mismo, su propio sake. Si uno quiere, puede hacer una cata, mientras Masa se sienta a explicar el proceso, desde el cultivo del arroz hasta el embotellado.
Pero en esta zona todo gira alrededor del Granville Island Public Market, un enorme mercado que ya es una tradición culinaria. Entrar es como hacer una búsqueda de tesoros. Antes de comprar es recomendable dar una vuelta y reconocer los diferentes puestos que venden desde salmón, frutas y verduras hasta tés, chocolates, quesos orgánicos y algunas rarezas de otras partes del mundo.
El mercado está impecablemente limpio, alrededor de 80% de las personas que ahí compran son habitantes de Vancouver, y tiene una zona, al fondo, donde uno se puede sentar a degustar lo que acaba de adquirir, mientras se ven pasar los barcos. Todo lo que se ofrece en este mercado es resultado de un comercio justo, entre vendedores y productores locales y, por supuesto, de origen orgánico.
Aunque Granville no es un área residencial, cuando uno se va alejando en elseabus (una especie de taxi lancha que cruza el río), se pueden observar las casas flotantes de colores brillantes en la orilla, que cada cierto tiempo —meses, semanas— cambian de dirección, como si se tratara de un juego de damas.
Imperdibles de Granville Island Public Market
Oyama Sausage Co.
Quesos y carnes frías, hechos con los mejores ingredientes. Hay que tomarse un rato para platicar con Gerome, el encargado y experto.
Benton Brothers Fine Cheese:
Queso, queso y más queso. Queso canadiense y de otras partes del mundo (orgánico, por supuesto).
ChocolaTas
De los mejores chocolates que se consiguen en Vancouver.
The Granville Island Tea Co.
Un paraíso para los amantes del té.
South China Seas Trading Co.
Productos raros, salsas, hierbas, especias, chiles, y condimentos, de Asia, Latinoamérica y la India.
Main Street
Main Street, que se encuentra a unos 10 minutos de Dowtown, divide la ciudad en dos: en este y oeste. Esta aclaración es un poco más necesaria que obvia, porque para los vancuveritas, el este es la parte más “ruda” de la ciudad.
Si bien ninguna zona es realmente peligrosa, cuando uno se acerca más al este, pasando Chinatown, aún quedan vestigios —pocos— de un pasado de homeless y junkies. Sin embargo, como todos los barrios que se han ido consolidando como nuevos hot spots en los últimos años, el este y otras zonas de Vancouver se han ido gentrificando mientras crece la densidad poblacional y los jóvenes buscan zonas más baratas donde mudarse —como le sucedió a esta calle—.
Main Street es una calle para caminarse con paciencia. Es larga, pero las mejores compras y los mejores lugares para sentarse a tomar algo se pueden encontrar entre las avenidas 14th y 20th. Para comer un alimento ligero, y ganar energías para la caminata que vendrá, una buena parada es Portland Craft, que está casi en la esquina con la 22th. Este lugar ofrece una enorme selección de cervezas artesanales (sobre todo de esta ciudad de Oregon, cercana a Vancouver, pero en Estados Unidos) en un local de techos altos y buena comida. Hay que preguntarle a Cameron Forsyth, su dueño, por las mejores recomendaciones, no sólo de cerveza, sino los sitios preferidos para salir por la noche.
En la esquina de Main y la 18th, un enorme poodle de porcelana en un poste marca la entrada de una de las zonas más en boga de Vancouver, donde nacen tendencias, donde conviven cafeterías, bares, restaurantes, microcervecerías, tiendas de diseño independiente, librerías, tiendas de discos y antigüedades.
En el camino, uno se puede topar con Front and Company, donde se encuentran joyitas vintage; Vancouver Special , que vende artículos de diseño e interiorismo;Umeboshi donde se encuentran zapatos increíbles, y, para los nostálgicos y románticos, Neptoon Records con una gran colección de discos de vinil. A la hora de la cena, Burgoo es el favorito para quienes buscan un plato delicioso de comfort food después de tanto paseo.
Las mejores cervezas artesanales de Vancouver según Cameron Forsyth:
Yaletown y West End
En su origen, en el siglo xix, Yaletown era una zona industrial de almacenes y bodegas. Las banquetas miden casi medio metro de altura y recuerdan a la época en que los camiones llegaban a descargar. Hoy es conocido como Little Soho y reúne, en un perímetro limitado, todo lo nuevo, lo boutique, lo chic. Restaurantes y bares con los comensales mejor vestidos de todo Vancouver conviven con impecables tiendas de ropa, salones, hoteles boutique, casas de té y edificios residenciales de hasta 30 pisos. Sus principales arterias son Mainland, Hamilton y Homer, comenzando en Pacific Blvd., junto a la costa, y extendiéndose casi hasta Robson (la calle más popular para hacer compras).
Yaletown está lleno de tiendas exclusivas, eso es cierto. Pero se puede ir un poco más allá. Para lograrlo, recomendamos tomar Davie Street, que cruza con cualquiera de las tres calles anteriores, y caminarla hasta llegar a West End. Davie es considerada la calle gay de Vancouver y es famosa por sus bares, tiendas y cafeterías. Es una calle larga que abarca alrededor de 16 cuadras y que si se recorre completa, lo deja a uno en el corazón de West End, una de las zonas residenciales más bonitas y cuidadas de Vancouver.
West End es exclusivo y high-end, y está rodeado por Stanley Park, por el mar y por Downtown. Su playa, English Bay, presume los mejores atardeceres de la ciudad. En los meses de verano, English Bay recibe una gran afluencia de vancuveritas ansiosos de sol después de meses de lluvia. En un lugar envidiable de la bahía se encuentra The Sylvia Hotel, casi un monumento de Vancouver: un hotel originario de 1954, por muchos años el edificio más alto de la zona, que abrió el primer bar de cocteles de la ciudad, donde murió el actor Errol Flynn y cuyo gato inspiró dos cuentos de Lois Simmie.
Cuando la primavera se acerca, las calles de West End adquieren un tono rosado por las flores de los árboles de cerezo que empiezan a brotar. Calles enteras bajo una sombra rosa, regalo de Japón a Canadá. Una de esas calles es Robson, que empieza en West End. En Robson se hace el shopping más exclusivo, donde marcas como Louis Vuitton y Burberry se alinean una tras otra. Si se sigue por esa calle, se llega al centro de Vancouver, a Downtown. Es ahí a donde vamos ahora.
Tres tiendas a visitar en Yaletown
Fine Finds
La dueña de esta tienda de ropa y accesorios recorre Vancouver en busca de creaciones de diseñadores locales. El estilo es divertido y es un gran lugar para encontrar un souvenir.
Basquiat
Ropa de un gusto impecable. Las marcas que aquí se venden (no necesariamente canadienses) son difíciles de encontrar en otros lados. Ropa con diseños elegantes y bien hechas.
Goorin Bros
Lo único que se vende en esta tienda son sombreros. De distintos tipos, para distintas ocasiones, hechos a mano, son clásicos y elegantes.
Downtown
El centro de Vancouver abarca muchos otros barrios que, sin embargo, se cuentan por separado por la personalidad tan marcada que tienen (tal es el caso de Gastown). Es el centro financiero y de negocios y, aun así, tiene varias atracciones para comer, comprar, e incluso para quien disfrute de los deportes.
Caminando por Hamilton, en dirección al norte, uno se topa, a la altura de Georgia Street, con la Biblioteca Pública de Vancouver. La biblioteca es en realidad un enorme proyecto que ocupa una manzana completa, llamada Vancouver Library Square Public House, que además de alojar a la inmensa biblioteca de nueve pisos, tiene tiendas y restaurantes. El edificio, que desde la primera vista impacta, parece una espiral que se desenreda. Fue diseñado por el arquitecto canadiense Moshe Safdie y tiene un roof garden creado por la diseñadora de paisajes Cornelia Oberlander. Esta biblioteca es la segunda más grande de Canadá y es el proyecto más ambicioso que ha realizado la ciudad de Vancouver.
Hay otro punto que destaca en Downtown Vancouver, un lugar que es casi religioso para los habitantes: el Rogers Arena, casa de los Vancouver Canucks, el equipo de hockey de la ciudad. El hockey es el deporte canadiense por excelencia, y los días de juego se nota más que nunca. Jóvenes y no tan jóvenes pululan en las calles con jerseys azul oscuro y verde buscando el lugar ideal para ver el juego, entrando y saliendo del estadio.
El hockey es, quizás, el único momento en el que los canadienses pierden su entrañable civilidad y amabilidad, y se entregan por completo a la euforia que la pasión por el equipo causa. No está de más darse una vuelta para conocer el hogar del equipo que desata tantas iras y alegrías.
Para los menos deportistas, en Downtown también se encuentra Granville St. Mall, una calle larga que se extiende desde Granville Island hasta donde empieza Gastown. Es perfecta para las compras de mediodía, pero también es la calle para quien quiera bailar toda la noche. Al final, uno ya se encuentra en el principio de Gastown.
Tres sitios para salir de noche
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El bar: Killjoy Barbers, en Yaletown. Un bar disfrazado de barbería.
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Para bailar: Bar None, en Downtown. Un club de estilo neoyorquino con buenos dj.
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Para cenar: Kingyo, en West End. Un encantador sitio de comida japonesa.
Gastown
Algo tiene Gastown. Es difícil poner bien el dedo en el renglón y descubrir qué es, qué tiene este barrio que atrae casi magnéticamente. Puede que sea la estética victoriana de sus calles, su infinidad de tiendas y bares que desbordan personalidad o ese sentimiento que da el no ser perfecto, de ser un poco más áspero en los bordes.
Es el barrio más antiguo de Vancouver, sus orígenes se remontan a 1867, el mismo año que Canadá se proclamó como nación. Nació con un saloon fundado por Gassy Jack —su escultura de bronce hoy recibe a los visitantes—, quien prometió a los trabajadores de los molinos, barriles de whisky a cambio de ayuda para construir el saloon: Gastown nació de las ganas de fiesta. Hoy, Gastown aún es un lugar de fiesta. Un barrio que está tremendamente vivo.
Aunque aquí se encuentran bares y tiendas que parecen salidos de editoriales, Gastown no siempre fue el barrio trendy que es ahora: hasta hace unas décadas, estas calles empedradas eran hogar de vagabundos y de adictos. Y es su pasado un poco decadente, su historia, lo que lo vuelve tan rico. Su imperfección que lo hace tan fascinante, esas calles que se antojan completamente auténticas, reales.
Gastown vive de noche, sobre todo. Caminarlo un domingo por la mañana significaría caminar por calles desiertas, donde colillas de cigarros aún sin barrer quedan como única evidencia de la noche que pasó. Caminarlo por la tarde, sin embargo, es encontrarse con calles llenas de gente que entra y sale de tiendas, restaurantes, bares, cafés, tiendas de tatuajes, galerías de arte, despachos de arquitectura y oficinas.
La calle principal es Water Street, una larga calle que hay que recorrer para darse una idea de la personalidad del barrio. Gastown está delimitado por Hastings, paralela al mar, con Seymour y Main, a los lados. Sin embargo, hay que caminar también Cordova y no olvidar curiosear por los callejones, como Blood Alley Square, que además de barecitos recomendables —Salt, de quesos, vinos y cervezas— tiene la fama de ser uno de los lugares embrujados de Vancouver. Entre tiendas y monerías, Gastown ha sido votado como el mejor barrio para comer en Vancouver, con una oferta variada de precios, estilos y restricciones dietéticas.
Donita Dyer es fundadora de Shopabout Tours, una compañía que se dedica a hacer tours gastronómicos y de compras por varios barrios de la ciudad. Es una apasionada de la comida, y pocas personas conocen la ciudad como ella. Le preguntamos sus lugares favoritos para comer en Gastown, y éstas son sus recomendaciones.
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Bitter. Se especializa en buenas cervezas en un sitio bonito.
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Notturno. Un lugarcito de comida italiana en un callejón.
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Peckinpah. Para comer carnes estilo sur de Estados Unidos y beber bourbon.
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Calabash. Un poco más de fiesta: un local de comida caribeña, que además tiene un bar subterráneo y espacio para bandas en vivo.
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Wildbeest. Un popular lugar donde el menú se centra en distintos tipos de carne.
Vancouver cultural
Como uno imaginaría en una ciudad con la densidad poblacional de Vancouver, con su historia y, sobre todo, con la variedad de culturas que aquí conviven, la oferta cultural es amplia y ecléctica. Uno puede encontrar desde pequeñas galerías de arte y joints subterráneos para sorprenderse con una buena banda cualquier día de la semana, o irse, si es el primer acercamiento, a lo mainstream para llegar directo a los museos.
El primero que llama la atención, por su forma circular, es el Science World, el museo de ciencias, cuya creación surgió del imaginario del arquitecto Bruno Freschi (aunque luego fue transformado por Boak Alexander), y que se encuentra a la orilla de False Creek. El museo es ideal para niños: la mayoría de sus exhibiciones es interactiva, y al final todas tienen fines educativos.
En Downtown Vancouver se encuentra Vancouver Art Gallery, una construcción de estilo neoclásico que sin duda merece una parada. El museo exhibe arte moderno y contemporáneo, y una colección permanente de arte canadiense que ya se considera histórico, además de que continuamente están rotando nuevas exposiciones. Sin embargo, siempre se puede encontrar algo de la pintora Emily Carr, una de las más importantes artistas canadienses. Su cafetería, además, es uno de los secretos mejor guardados de la ciudad: precios bastante accesibles y un menú muy bien preparado. Ideal para un brunch un domingo de sol.
Pero no es sólo en museos y galerías que Vancouver tiene arte: en sus calles, si uno presta un poco de atención, hay pequeñas muestras o grandes proyectos: dibujos en las entradas del metro, instalaciones de luces led y letras fuera de la biblioteca, y obras permanentes, como The Drop, una escultura azul de 20 metros de altura que representa una gota de agua, y que se encuentra siempre estoica en Coal Harbour, el lugar de donde salen todos los cruceros. La escultura fue diseñada por el colectivo alemán Inges Idee y fue comisionada por el Vancouver Convention Centre Art Project, en 2009. Desde entonces es un lugar favorito para tomarse fotos.
El arte vancuverita actual no existiría sin un pasado que ahora se enaltece pero del que durante muchos años no se habló tanto. Vancouver tiene una historia milenaria: culturas y pueblos a los que llaman Primeras Naciones, que vivieron en estas tierras muchos, muchos años antes de que llegaran los españoles, primero, y luego los ingleses. El Museo de Antropología, en la Universidad de British Columbia, es un buen sitio para conocer esa historia.
Vancouver se encuentra levantada sobre el territorio del pueblo llamado squamish, y en el museo se pueden encontrar artículos y artefactos de miles de años de antigüedad, así como réplicas y representaciones de tótems o canoas talladas a mano de un sólo pedazo de madera. Este tipo de arte, el de las Primeras Naciones, ha influido ampliamente en los artistas contemporáneos canadienses (Emily Carr tiene varias acuarelas) y en varias personas, que se descubrieron herederos o descendientes de alguna Primera Nación, quienes han tomado como misión aprender el lenguaje para que no se pierda, y continuar con sus tradiciones y festejos.
Gracias a esto, ahora es posible ver en museos y galerías un sincretismo entre arte contemporáneo y arte de las Primeras Naciones, artistas que buscan una manera de conjugar ambas identidades. Uno de los más importantes fue un tallador profesional, Bill Reid, quien tiene muchas de sus obras expuestas en el Museo de Antropología; la más famosa de ellas, Raven, es una enorme escultura que cuenta el origen del mundo.
Vancouver verde
Situada entre las montañas y el mar, es una de las ciudades más limpias del mundo y tiene miras a ser, en unos 10 años, la ciudad más verde del planeta. Cualquier otra ciudad cosmopolita lo tendría difícil, pero no Vancouver, que ya está en el top 10.
El movimiento de consumo local es especialmente fuerte aquí. Desde frutas, verduras y productos de granja, hasta ropa, muebles de diseño, además de cerveza y vino. A los vancuveritas les gusta consumir lo que producen, tan es así, que es difícil encontrar varios de sus productos fuera de la Columbia Británica. Ese es el caso de los vinos, que se producen, en su mayoría, en una región al norte de la provincia llamada Okanagan, y que hoy en día son un gran orgullo y son consumidos ávidamente por los habitantes de la región.
Es casi imposible encontrar un vino canadiense fuera de Canadá. En los últimos años la producción vinícola canadiense ha florecido en todo el país, pero los habitantes locales juran que son los vinos de Okanagan los que se llevan todos los aplausos y laureles. Y sí, son vinos que no le piden nada a los franceses o argentinos. Durante los veranos, la región es perfecta para hacer una pequeña desviación: además de visitar varios de los viñedos, se puede andar en bicicleta, jugar golf o hacer caminatas.
Pero más allá de su pasión por consumir productos cosechados cerca de casa, Vancouver ama sus áreas verdes. Hay parques y espacios públicos por donde se mire, como Stanley Park, una de las zonas favoritas para ir a correr por las mañanas, andar en bicicleta o ver el mar. Stanley Park se encuentra a sólo unos minutos de Downtown Vancouver (es posible llegar en bicicleta). Son 400 hectáreas de área verde pública, uno de los spots más populares para hacer un picnic o practicar algún deporte y que incluso tiene sus propios parques acuáticos y playas (además, desde una de las partes más altas del parque hay un restaurante con una vista que tiene el mar de fondo).
El parque de Capilano Suspension Bridge, al norte de Vancouver, es una de las atracciones turísticas más populares. Capilano es uno de los pulmones más grandes de la ciudad, de 11 hectáreas, pero lo que lo hace tan atractivo a los visitantes es un inmenso puente colgante que mira, desde arriba, hacia un río que durante los meses de lluvia (que es casi todo el año) carga abundantes cantidades de agua. El puente que hace famoso y le da nombre al parque lleva pasando transeúntes de un lado del río al otro desde 1889, mide 137 metros de largo y se levanta 70 metros sobre el río. Ésta es la razón por la cual la gente se acerca por primera vez al parque, pero a Capilano lo visitan también los vancuveritas en busca de una buena caminata a través de una cantidad enorme y variada de árboles.
Vancouver en dos ruedas
Una de las mejores maneras de conocer Vancouver es en bicicleta. Casi toda la ciudad tiene un carril exclusivo para las bicis, además de que las cortas distancias permiten moverse sin cansarse mucho y que casi en cada cuadra se puede encontrar dónde estacionarlas. Si quieres rentar una, justo a la entrada de Stanley Park se encuentra Spokes Bicycle Rentals. Además de la bicicleta, ellos te prestan un casco y un candado. Tienen distintos tipos de bicicletas, y hacen recorridos guiados.
Cuatro vinos de Okanagan que hay que probar
No se encuentran en cualquier lugar. Algunos están en restaurantes, otros en tiendas especializadas (en Vancouver no se puede comprar alcohol en los supermercados, únicamente en licorerías) y por otros hay que ir directo al viñedo. Pero si los ves en la carta, pídelos:
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Dirty Laundry (especialmente buena en vinos blancos)
Lugares para comprar vinos en Vancouver:
Sólo venden vinos (y derivados) provenientes de British Columbia, a buenos precios y con una gran variedad.
1185 Mainland St.
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