En Myanmar prácticamente no había turistas extranjeros. Tal vez un par de ingleses, y no más. El resto era turismo local. Y a los locales les da gusto que estés ahí. No están cansados de verte (aún), sino todo lo contrario.
Queríamos ir al sudeste asiático, pero los amigos que lo han visitado nos comentaron que estaba sobresaturado de turistas. Así que éste era uno de los lugares que quedaba un poco más protegido del turismo masivo por problemas políticos y sociales. Y nos encontramos con hoteles perdidos en el tiempo y el lujo. Albercas gigantes y spas. Pero casi todo estaba vacío.
Parece que se hizo un desarrollo de lujo, se planeó para que así lo fuera y las personas no llegaron. Así que teníamos todo esto para nosotros solos. Las conexiones son muy complicadas porque antes se hacían por tren o tenían cruceros, pero ahora ya están cerrados.
No hay vuelos todos los días y tienes que hacer recorridos largos en coche. Tuvimos que volar de Bangkok a Yangón. De Yangón ir a Mandalay y luego tomar un taxi durante cuatro horas a Old Bagan. Finalmente volvimos a Mandalay para tomar el avión y regresar a Tailandia.