Orquestando viajes: Alondra de la Parra en Tokio
Cuando Alondra de la Parra leyó “NHK Symphony” en su calendario de trabajo se emocionó mucho; significaba que iría a Japón, uno de sus países favoritos.
POR: Redacción Travesías
Cuando llegamos a nuestras ciudades favoritas, todos tenemos un ritual. El mío en Tokio es ir a comer shabu-shabu, definitivamente mi tipo de comida en Japón. Es sana, reconfortante y tiene un buen elemento social, ya que se comparte entre todos los comensales. El mejor, en mi opinión, es el Zuca, en Shibuya. Ya con ese pendiente resuelto, puedo seguir con mi recorrido por la ciudad.
Shutoku, escondido entre los pasillos oscuros del mercado de pescado de Tsukiji, es otro de mis restaurantes preferidos. Parece que uno entra a una escena de película de mafia japonesa. Se puede pedir todo tipo de sushi y sashimi, pero el que me sorprendió, por exótico, fue el de angulas crudas. Lo puedes acompañar con sake de la casa y cerveza, mi combinación favorita.
Mi tercera recomendación destaca por su atmósfera acogedora. Se llama Kitaohji Japanese Kiseki, y simula un barrio miniatura de Japón. Las casitas se convierten en salones privados. Ideal para un lunch, donde puedes pedir el menú fijo que tiene una variedad de platillos (todos ellos excelentes, garantizado).
El barrio de Omotesandō es ideal para un paseo de arte. Por todos lados hay buenas tiendas y galerías, en especial en la calle Cat Street, donde encuentras piezas de diseñadores japoneses de vanguardia.
En cuanto a moda, la boutique de Issey Miyake en Ginza es espectacular. Es espaciosa y tiene prendas del famoso diseñador que sólo encuentras ahí. Me pareció accesible, tal vez por los precios en yenes. Me encantó la ropa de Miyake para viajar: no se arruga, siempre se ve elegante, audaz y se lava fácil.
Después de tanta comida y moda, me hacía falta un rato de silencio. Escapé a Harajuku, donde está el santuario Meiji Jingu, un templo shinto dedicado al emperador Meiji y su emperatriz Shōken. Como todo templo shinto asocia la divinidad con la naturaleza y se nota: un gran bosque lleno de jardines y templos que te permiten tener un momento de paz.
Desde luego, recomiendo ampliamente ir a escuchar a la NHK Symphony. Su disciplina y excelencia la han llevado a ser reconocida como la mejor orquesta de Asia.
El Mori Art Museum es una visita obligada. Siempre tiene exposiciones maravillosas de arte contemporáneo japonés. A mí me tocó la exposición del gran Murakami que presentaba gigantescos murales llenos de sus personajes grotescos, mágicos y tremendamente atractivos.
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