Aravena: un Pritzker para la libertad de innovar
No tiene un estilo estético particular porque un denominador común más sutil caracteriza su obra: el trabajo por los otros.
POR: Redacción Travesías
«Cuando nos anunciaron el premio sentimos libertad. Ya no tenemos que probar nada a nadie», declaró Aravena a el diario El País después de ganar el Pritzker —en la actualidad, el premio más relevante en el mundo de la arquitectura—. Él y su despacho Elemental, a quienes muchos han llamado “los arquitectos de los pobres” debido al carácter humanitario de sus proyectos, han sido una lección no sólo para la arquitectura sino para todas las industrias y disciplinas al demostrar que se pueden producir proyectos rentables, estéticos e innovadores que, al mismo tiempo, sean accesibles a los menos privilegiados, impacten poco al medio ambiente y, en pocas palabras, ayuden a mejorar el mundo.
El trabajo de Aravena, de 48 años, fue descrito por Lord Peter Palumbo, presidente del jurado del premio, como “una revelación”. Con él, muchos arquitectos alrededor del mundo han recordado su objetivo primigenio: el de dar un alojamiento confortable a la gente y ofrecer nada más que calidad de vida.
Hay que verlo como un síntoma de nuestros tiempos. Los impactos negativos en el medio ambiente, la pronta escases de los combustibles de los que obtenemos energía, la desigualdad social, el sistema económico evidenciando de maneras cada vez más duras sus disfuncionalidades… Es natural que el premio vaya para quienes están buscando, desde su trinchera, una solución. “Sería muy malo que los arquitectos nos apartáramos de los problemas complejos…”, comentó en la entrevista que dio a El País, “Pero lo que debemos aportar no es aquello para lo que fuimos entrenados, con una orientación artística. Muchos de los proyectos en los que nos metemos, no tenemos idea de cómo vamos a resolverlos. Pero contamos con la capacidad de traducir el conocimiento a forma”.
Hacer una revisión del trabajo de Aravena y Elemental puede ser el pretexto de un nuevo viaje que, si bien tiene más escalas en Chile, puede comenzar en México sin ningún problema. Estas son cinco obras representativas en ambos países:
1. Mirador Las Cruces; Jalisco, México (2009)
Es parte de la Ruta del Peregrino. Al encontrarse en un lugar elevado, protege a los peregrinos de las inclemencias del ambiente y del vandalismo.
2. Reconstrucción de fachada; Constitución, Chile (2014)
Después de que la ciudad chilena resistió a un terremoto y a un tsunami, buscó (y encontró)una solución para recuperar el espacio público y proteger a los ciudadanos en futuros desastres naturales.
3. Viviendas incrementales Quinta Monroy; Iquique, Chile (2004)
Una vivienda social que, gracias a su construcción, puede crecer cuando la economía familiar mejora, por lo que siempre es capaz de aumentar en volumen y valor.
4. Torres Siamesas; Santiago, Chile (2005)
Edificio institucional, ahora emblemático. El espacio que hay entre ambas torres es un aislante energético.
5. Proyecto de vivienda social; Monterrey, México (2010)
Es el primer proyecto de Elemental fuera de Chile.
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