Una guía para conocer la nueva cara de Washington D.C.
La capital de Estados Unidos podría sonar aburrida y gris para muchos, pero Washington se ha convertido en una ciudad siempre viva.
POR: Mercedes Vargas-Lugo \ FOTO: Maya Oren
La fila de monumentos iluminados que nos reciben en la capital estadounidense al aterrizar en el aeropuerto Reagan parece una escena de película. Estas primeras imágenes nos trasladan al centro del poder: presidentes tomando decisiones que afectan a millones dentro de la Oficina Oval y reclutas de la CIA vendiendo secretos por sus calles. No es Nueva York, pero las series y los largometrajes de espías, extraterrestres y periodistas siempre tienen momentos en Washington, oficialmente llamada Distrito de Columbia. Ésta es también la ciudad de El exorcista, y sí, hay un tour por las famosas escaleras en el histórico barrio de Georgetown, por si lo tuyo es el terror de los años setenta.
Entre estos clichés de cine hay una ciudad con barrios históricos, universidades de la más alta calidad e incluso bares que fueron cuna del jazz de Duke Ellington y la música go-go, un tipo de funk que nació aquí con Chuck Brown y es motivo de gran orgullo para los habitantes de la capital. Hay también ofertas para los foodies más caprichosos, historia para los obsesivos del pasado, entretenimiento para los noctámbulos y muchísima diversión para una vacación en familia.
Entre ríos y caminatas
Al sur y al oeste, los ríos Potomac y Anacostia definen dos de los límites de la ciudad y le dan un ambiente especial, incluidos los vistosos puentes hacia el estado vecino de Virginia y al panteón de Arlington. Son también fronteras naturales que invitan a disfrutar el entorno y que te dan la posibilidad de alquilar un kayak o tomar un paseo en barco para ver la ciudad desde un punto de vista totalmente diferente, además de tomar una foto digna de cualquier red social.
Aunque ya en tierra muchas de las actividades se pueden realizar caminando, usando el subterráneo o el sistema de autobuses, que por cierto serán gratuitos a partir del verano de 2023, ésta es una de las urbes que permite desplazarse en bicicleta fácilmente. Hay rutas especiales dentro de los parques y muchas de las calles del centro tienen carriles designados. Como puedes ver, son esenciales unos zapatos muy cómodos para emprender este viaje.
Fundada en 1790, después de la guerra de independencia, la ciudad fue construida en un lugar preciso elegido por el mismo George Washington, primer presidente de Estados Unidos, para convertirla en la capital de su nuevo país. Washington la concibió como el centro del poder y la capital federal. Su arquitectura está inspirada en las ciudades europeas y el arquitecto francés Pierre L’Enfant fue el encargado de dar luz al concepto. Son reconocibles hasta el día de hoy los bulevares largos y espaciosos sobre un diseño en diagonal y, si analizas un plano, podrás ver claramente que fue diseñada con base en una cuadrícula con avenidas que se cruzan intencionalmente, además del National Mall, la gran explanada de 1.8 kilómetros de punta a punta donde se encuentran la Casa Blanca, el Capitolio, sede del Congreso, y los grandes museos y memoriales en su centro.
La ciudad también tiene un papel importantísimo en la lucha por los derechos civiles y el Mall, con el monumento a Lincoln de fondo, fue el escenario para la gran marcha de Martin Luther King en 1963, cuando dio el famoso discurso “Yo tengo un sueño”.
Museos y cultura para todos los gustos
Los lugareños aman y presumen sus museos por muchas razones, pero siempre te van a insistir con lo que más les impresiona: casi todos los museos alrededor del Mall, más de una docena, son gratuitos. Esto te permite visitarlos cuantas veces quieras, así sea solamente para darte el gusto de ir a admirar una pintura que te fascina.
Hay múltiples instituciones dedicadas al arte y la historia natural, además del Museo del Holocausto, entre otros. La mayoría de las galerías en este espacio son parte del Instituto Smithsonian, el complejo de museos, educación e investigación más grande del mundo, con 21 museos, y también dueño del Zoológico Nacional. Los museos del Smithsonian ofrecen algo para todos: arte contemporáneo, arte asiático, historia y el Museo de la Historia y Cultura Afroamericanas, recién inaugurado en 2016, que busca mostrar la experiencia de esa comunidad como parte fundamental del país, desde la esclavitud hasta la lucha por los derechos civiles y el atletismo. Visitarlo es vivir la experiencia de esa comunidad en Estados Unidos. Es un edificio de tres pisos inspirado en las comunidades que salieron de África y fueron traídas al nuevo continente como esclavos. Los paneles exteriores emulan el herraje creado por artesanos esclavos en Nueva Orleans, lo que permite que la luz pase a través de pequeñas aperturas.
Si viajas con niños, hay algunos recintos que no se pueden perder, como el del Aire y el del Espacio, recientemente renovado y que ofrece horas de una mezcla de conocimiento con diversión. La sala llamada Destino la Luna (Destination Moon) conserva el traje utilizado por Neil Armstrong durante el viaje del Apolo 11, así como el módulo Columbia, la pequeña cápsula que trajo de regreso a los astronautas tras su visita a la Luna. Experiencias interactivas e incluso una nave X-Wing, de la saga de Star Wars, mantendrán a todos enganchados durante la visita. Si tienes tiempo, sal de la ciudad y visita el Centro Steven F. Udvar-Hazy, ubicado en las afueras, cerca del aeropuerto de Dulles. Este enorme hangar alberga el resto de la colección del museo, incluido el transbordador espacial Discovery.
Fuera de la zona central de los museos se encuentra un magnífico espacio de arte contemporáneo, la Colección Phillips, en la que fuera la casa del filántropo Duncan Phillips, que abrió en 1921 en el barrio de Dupont Circle. Entre las maravillas que puedes encontrar hay obras de Pablo Picasso, Vincent van Gogh, Claude Monet, Paul Cézanne, Mark Rothko, Henri Matisse y Edgar Degas, entre muchos otros. Una parada obligada para los amantes del arte. El vecindario alberga muchas de las embajadas y residencias de diplomáticos, además de restaurantes y bares muy populares entre sus habitantes.
También hay lugares para experimentar otro tipo de cultura. Aunque está un poco alejado de las zonas turísticas, el Centro Kennedy de las Artes alberga a la Sinfónica Nacional y muchas producciones de Broadway hacen temporadas en el recinto. Ubicado a la orilla del Potomac, ofrece eventos gratuitos para todas las edades. Vale la pena revisar el calendario durante tu estancia.
La época más bonita: los cerezos
Las flores de cerezo son uno de los símbolos más icónicos de Washington. Los primeros árboles llegaron en 1912, un regalo de Japón a la capital de Estados Unidos. Los cerezos son símbolos de la vida, la belleza y la muerte en el país asiático, y aquí se veneran de la misma manera, además de que son perfectos para Instagram. Se estima que, cada año, más de 1.5 millones de personas visitan las orillas del Potomac en un paseo multicolor para echar un vistazo a las flores.
La floración está acompañada por el Festival de los Cerezos en Flor, que celebra la relación entre Japón y Estados Unidos. Este año, el festival tiene lugar del 20 de marzo al 16 de abril; ahí puedes encontrar comida y música en vivo, en el llamado Petalpalooza, para extender la experiencia. Si bien es algo complicado planificar un viaje alrededor de cuándo florecen los icónicos árboles, la temporada alta de apertura de los capullos ocurre al principio de la primavera, normalmente entre mediados de marzo y principios de abril.
Los cerezos también se pueden ver en el National Arboretum, un gran parque donde se puede pasar el día con un delicioso pícnic. Situado junto al río Anacostia, el jardín tiene algo para todos los amantes de la naturaleza. El espacio incluye el Museo Nacional del Bonsái y Penjing, más de 15 kilómetros de senderos para pasear, una amplia variedad de jardines, las que fueran las primeras columnas del Capitolio Nacional y posiblemente el mejor lugar para ver los cerezos en su apogeo durante la temporada alta de esta celebración de la naturaleza.
Algunas encuestas dicen que D.C. es la ciudad más sana de Estados Unidos. No sé si son del todo correctas, pero si podemos tomar como ejemplo la cantidad de personas haciendo ejercicio o trotando en las calles, remando en kayaks o en tablas de paddle surf en el río, puede que tengan razón. Si quieres aprovechar aún más la naturaleza, el Rock Creek Park vale la pena. Calificado como un oasis en la ciudad, fue concebido como el primer parque urbano del país y corta la ciudad de sur a norte. Durante el fin de semana, muchos de sus tramos se cierran al paso de vehículos para que los citadinos disfruten sus colinas y caminos.
Detrás de su lado estadounidense
Washington, en muchos sentidos, no es lo que parece. Comunidades de inmigrantes, refugiados y representantes oficiales de todos los países del mundo la convierten en una mezcla única.
Grandes grupos de etíopes, iraníes y salvadoreños son un ejemplo de que esta ciudad no es sólo paso de diplomáticos y políticos del gobierno de Estados Unidos. Varios de los condados que la rodean están considerados entre los más diversos culturalmente en el país, sólo después de algunas partes de Manhattan. De manera irónica, la capital estadounidense es, por sobre todo, una ciudad muy internacional, donde se puede encontrar comida y celebraciones auténticas de muchas regiones.
Hay burlas constantes sobre el aburrido uniforme de los miles de burócratas que trabajan en la ciudad, todos vestidos con pantalón kaki y camisa blanca. Las preguntas “¿en dónde trabajas?” y “¿de dónde eres?” son muy comunes cuando conoces a alguien por primera vez, y esto también la vuelve una ciudad donde hay un constante networking internacional.
La capital es sede de más de 150 embajadas, muchas con centros culturales y calendarios llenos de actividades para el público general. Aquí todos quieren compartir su idioma y cultura. Y esto nos lleva a la mayor representación cultural: la comida.
Un crisol de sabores
Por años, los visitantes decían que la comida de D.C. era aburridísima: steakhouses cuadrados y sin personalidad. Pero los últimos 20 años han visto una revolución en la vida culinaria de la capital. Le tomó tiempo, pero todo indica que este espacio ha asumido su carácter internacional y aceptado su personalidad multicultural, y se nota en lo que se ofrece en los menús.
Quienes viven aquí dicen que, por ser una ciudad pequeña, hay un sentido de comunidad en sus calles; los restauranteros aseguran que son seguidores fieles de ciertos conceptos, lo que ayuda al crecimiento de sus negocios.
La ciudad cuenta con su propia guía Michelin, algo que menos de una docena de urbes en Estados Unidos presume al momento. Veintitrés restaurantes de la región han recibido una estrella de la importante lista y 36 presumen un Bib Gourmand. A unas dos horas también se puede visitar el único local de la zona con tres estrellas: The Inn at Little Washington, en el hotel del mismo nombre y para el que, según muchos, vale la pena la travesía. Si eres un foodie que busca degustar algo muy especial, haz una reservación con tiempo, no te arrepentirás.
El famoso chef y altruista José Andrés es uno de los pilares del mundo culinario de Washington. Él mismo la ha definido como una de las mejores ciudades para comer en Estados Unidos, ya que ésta es la casa donde desarrolló su creatividad. Fue un español que llegó a la ciudad en los años noventa y tuvo el coraje de abrir un restaurante de tapas llamado Jaleo, que aún es un éxito. Y aunque su emporio culinario se extiende por todo el país y con algunos proyectos internacionales, Washington se mantiene como su base. Su restaurante mexicano Oyamel era el favorito del presidente Barack Obama durante su mandato.
José Andrés asegura que “los mejores de los mejores decidieron formar parte de esta comunidad (Washington D.C.)”. Por eso le sigue apostando a la zona. Una ola de productos, como los quesos de granja del estado colindante de Virginia y la zona agrícola en Maryland, los famosísimos cangrejos de la bahía de Chesapeake y las ostras de las costas del sur de Virginia, se añaden a las posibilidades de una cultura gastronómica con un toque local.
Como ejemplo tenemos al chef Víctor Albisu, nombrado Chef del Año por la Asociación de Restaurantes de Washington en 2015. De madre peruana y padre cubano, su corazón está en la zona de D.C. Graduado de la escuela Cordon Bleu de París, Albisu ha tenido una prolífica carrera en la ciudad, con restaurantes de fine dining hasta su famosísima taquería Taco Bamba, que tiene ocho sucursales en la zona y es uno de los favoritos de la ciudad y sus alrededores. Sobre qué vuelve tan especial a Washington, Albisu señala “la cantidad de culturas representadas en esta área”. Él es un claro ejemplo de ello.
“Ésta es una ciudad que aprecia la buena comida, sin mucha pretensión, mientras sea de alta calidad. Acá la gente entiende lo que es bueno porque la comida tradicional de muchísimas culturas está bien representada.”
Chef Víctor Albisu
Comida filipoamericana, salvadoreña, peruana, persa, rusa, tailandesa, lo que se te antoje se encuentra en esta ciudad. “Aquí puedes ir a cada barrio y alguien te va a decir dónde hay algo auténtico; eso es muy especial”, comenta Albisu.
El sentido de comunidad es muy fuerte, ya que, con poco más de 700,000 habitantes en un espacio pequeño, sus ciudadanos son fieles a las marcas locales, lo que las ayuda a crecer y expandirse.
Tres barrios: The Wharf, Georgetown, Logan Circle-U Street
Aunque muchos de sus barrios son históricos, como Georgetown, esta ciudad está sufriendo una gran transformación para responder a las necesidades de las nuevas generaciones. Zonas que solían ser residenciales, como Logan Circle-U Street, se han gentrificado y ahora presumen una gran actividad comercial y gastronómica, y bien merecen a una visita. Muchos de los restaurantes y bares de moda se encuentran ahí, así como boutiques de ropa y artículos caseros.
The Wharf (El Embarcadero), un poco más alejado del centro, es un desarrollo que se inició en 2017. Se trata de un ambicioso proyecto que incluye restaurantes, hoteles, tiendas y salas de conciertos en lo que solía ser una zona con un mercado de pescado con poca vida nocturna. Con hermosas vistas de la ciudad y la paz que sólo un pequeño puerto te puede dar, es perfecto para pasar una tarde.
Y no puede faltar Georgetown, el vecindario icónico de la ciudad, que es también el más antiguo. Con edificios que datan de los siglos XVIII y XIX, es casa de la universidad del mismo nombre y de una de las mejores zonas para shopping de la capital. La orilla del río le da unas vistas espectaculares y sus bares son perfectos para una escala entre tienda y tienda.
Buena parte de la experiencia que hay aquí se extiende a los suburbios de los estados aledaños de Virginia y Maryland, con mucha historia y zonas de entretenimiento. El Parque Nacional Great Falls ofrece hermosas vistas y senderos para montañismo. Al otro lado del Anacostia, el desarrollo National Harbor, o Puerto Nacional, casa de una rueda de la fortuna que vale la visita por sí sola, ofrece un centro comercial tipo outlet (Tanger Outlets) y alberga el hotel y casino de la cadena MGM, el cual presenta una variedad de restaurantes, un teatro que ofrece comedia y música en vivo, y, por supuesto, el casino. Además, el puerto tiene una gran selección de restaurantes y pequeñas boutiques.
Y sí, es común que las actividades del presidente y los múltiples mandatarios que pasan por la ciudad te corten el paso a la mitad del día, y que la famosa “Bestia”, que transporta al hombre más poderoso del mundo, te sorprenda mientras te tomas un café, pero esta ciudad es mucho más que eso.
Cuatro tips para tu visita
- Compra una tarjeta del Metro, una manera simple de moverte por muchos barrios de la ciudad y sus suburbios.
- La mayoría de los museos son gratuitos y desde la pandemia varios han implementado un sistema de reservaciones en línea.
- Por la noche no te quedes en el hotel, seguramente hay una obra de teatro, un megaconcierto o un recital íntimo en alguno de los centros de entretenimiento.
- Inyecta un poco de adrenalina en tu agenda en la arena Capitol One, casa de los equipos de hockey y baloncesto de Washington.
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