Lo bueno de viajar es que nadie tiene que contarte nada. Todo lo que vale la pena ver se despliega sin filtros para comprobar de primera mano en un viaje. Si, por ejemplo, alguien nos hubiera contado que en Houston podíamos probar extraordinarios platillos vietnamitas, a pesar de la distancia con Asia, y ver algunas de las mejores obras de arte contemporáneo en el mundo, quizá no lo hubiéramos creído. Sin embargo, en una visita a la ciudad texana este verano, pudimos ver todo eso y mucho mas con nuestros propios ojos.
La realidad es que Houston es un ciudad tan grande (la cuarta por población y tercera en superficie en todo Estados Unidos), que contiene varios pequeños universos en sí misma. Y aunque muchos se apresuraron a interpretarla antes de tiempo, de hecho, es difícil hacerse una idea precisa de lo que hay aquí sin correr el riesgo de excluir una de sus partes fundamentales.
Sí, Houston puede ser la capital sureña del BBQ, el country y las compras que siempre creímos haber conocido, pero también guarda expresiones auténticas de culturas de todo el mundo, con buena comida, arte y naturaleza. Las mejores razones para volver a echar un vistazo que nos dejaron varias sorpresas.
Cerca de casa
Para llegar a Houston sólo nos bastó con tomar un vuelo de dos horas y media entre el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y el Aeropuerto Intercontinental George Bush. Es un viaje corto a un destino cercano, en muchos más sentidos que la distancia. Desde que bajamos del avión comienza a notarse toda esa familiaridad que hace sentir como en casa, pero con ligeras distinciones que nos confirman que hemos llegado a nuestro destino.
Aquí se habla español, pero con una entonación particular, producto de una mezcla de varios acentos latinos, y con una que otra expresión en inglés que se cuela involuntariamente. Es uno de los tantos efectos del crisol de culturas de Houston que también le ha dado al mundo la cocina Tex-Mex que, desde luego, fuimos a probar tan pronto salimos del aeropuerto.
A diferencia de lo que muchos piensan, este es un sabor en sus propios términos y lo mejor para disfrutarlo es llegar abierto a todas las posibilidades que se han creado de esta colisión culinaria. No es comida mexicana como se prepara en la Ciudad de México, en Oaxaca o Yucatán, y no pretende serlo.
Nos dirigimos a The Original Ninfa’s en Navigation Boulevard, muy cerca del centro de la ciudad, para conocer el lugar donde supuestamente se crearon las fajitas. La receta se cocina igual desde que se inventó en los 70: al carbón en un sartén candente y servidas en grandes tortillas de harina. Además, probamos otros pilares del Tex-Mex, como el chili con carne.
Cultura y arte por doquier
Con el estómago lleno, fue momento de dirigirnos al Museum District, a unos pocos minutos en auto. En esta zona, al sur del centro de la ciudad, se concentran 19 museos que van desde arte contemporáneo, hasta historia afroamericana y fotografía. Ahí vistamos The Menil Collection, un museo diseñado por el arquitecto Renzo Piano que alberga la colección privada de los artistas John y Dominique de Menil, con más de 17,000 piezas de arte contemporáneo y prehistórico, con el trabajo de artistas como Picasso, Pollock e Yves Tanguy, entre otros.
Justo a un costado del museo, también tuvimos que entrar a la legendaria capilla que Rothko construyó en Houston como un santuario espiritual abierto a todas las creencias y religiones.
A pocos minutos de ahí, dentro del mismo Museum District, llegamos al Houston Zoo, que nos recomendaron visitar especialmente por su exhibición de las Islas Galápagos y por su enorme acuario One Ocean con capacidad para más de 100,000 litros y decenas de especies fascinantes.
Muy cerca del Museum District se encuentra Rice Village, uno de los barrios más vivos de Houston, conocido por sus bares y restaurantes. Nos dirigimos hacia allá para probar algo de la tradicional gastronomía texana del Golfo en el Navy Blue. Aquí el chef Aaron Bludorn nos deslumbró con algunos platillos típicos a base de mariscos, como Clam Chowder, Gumbo y pez espada a la pimienta. Una cena perfecta para acabar nuestro primer día en Houston.
No olvidar los clásicos
Si hay algo que viene a la mente cuando pensamos en Houston, son las compras. Y no es una exageración. La ciudad es famosa por sus grandes malls, como The Galleria que tiene más de 400 tiendas, restaurantes y dos hoteles. Nosotros nos dimos una vuelta por el River Oaks District, un centro comercial al aire libre, muy cerca de Downtown Houston, ideal para una mañana de verano.
Aquí se concentran las tiendas más exclusivas de la ciudad, con marcas como Dior, Etro, Canali, Hermés, Saint Bernard o Cartier. En el frente gastronómico, también hay opciones imperdibles para aplacar el hambre y seguir con las compras, para escoger entre un clásico salón de té inglés, restaurantes mexicanos y lo más tradicional de Texas.
Nada como el verano texano
Puede que no haya una mejor época como el verano para viajar a Houston. El clima cálido saca lo mejor de la ciudad y vuelve perfecto cualquier recorrido, pero además es el momento perfecto para ver una de sus atracciones más populares, entre locales y turistas por igual: un juego de los Astros.
Justo en el corazón de Houston se levanta el Minute Maid Park, el lugar para estar en Houston durante una tarde de verano. No importa si eres aficionado o no, siempre hay algo por ver en un partido de los Astros, de hecho, puede que el partido pase a un segundo plano entre pequeños espectáculos, cerveza fría y mucha comida. Eso sí, nosotros nos aseguramos de guardar algo de espacio, porque sabíamos que lo mejor aún estaba por venir.
Después del partido, aprovechamos que el sol ya se estaba metiendo y que el calor había bajado un poco para caminar alrededor del estadio. A unos cuantos pasos está el parque Discovery Green, ideal para caminatas nocturnas a través de altos árboles, instalaciones de arte y lagos. Todo en medio del centro de Houston, escondido de los grandes rascacielos y el tráfico.
Un Houston cambiado
Entre comida, arte y conversaciones fue quedando muy claro lo difícil que resultaría enmarcar a Houston. Cada parada de nuestro itinerario fue una grata sorpresa, con cosas que quizá no hubiéramos creído encontrar aquí, de no haber hecho el viaje.
La actualidad de Houston se ha ido construyendo de la mano de sus recién llegados. Todas las culturas migrantes que han hecho aquí un nuevo hogar introdujeron sus costumbres y sabores que, al mismo tiempo, han colisionado con la esencia texana, creando algo nuevo.
Por eso, cuando probamos bánh nâms hechos como si estuviéramos en Vietnam, no fue exactamente motivo de desconcierto para ninguno de nosotros. Aún estando tan lejos del sudeste asiático, Little Saigon, el barrio donde se concentra la comunidad vietnamita de Houston, es famoso por su auténtica cocina y sus supermercados. En Nam Giao encontramos un completísimo menú con platillos tradicionales, que incluso el aclamado David Chang de Momofuku ha reconocido como uno de sus favoritos.
Little Saigón es tan sólo una muestra de lo mucho que ha llegado a Houston y todos los nuevos rincones que hay por descubrir. La diversidad le ha cambiado la cara a la ciudad, como un nuevo destino lleno de posibilidades. Pronto regresaremos a Houston y, muy seguramente, la volveremos a encontrar diferente.