Tres barrios en Nueva York, más allá de Manhattan

Nueva York es más que Manhattan. Lo sabemos, pero no siempre nos damos la oportunidad de salir de los confines de la isla. Explorando Astoria, Bushwick y Long Island City comprobamos que esta ciudad todavía tiene infinitos tesoros por descubrir.

06 Nov 2024

De Nueva York podríamos escribir incontables palabras, y es que quienes amamos esa ciudad siempre estamos listos para regresar. Cada visita obliga a volver a rincones favoritos, pero también a redescubrir una ciudad que no deja de cambiar y transformarse. También es verdad que no siempre nos atrevemos a salir de cierta isla que, a veces, en su infinita magia, nos hace olvidar que Nueva York está compuesta de cinco boroughs. Por eso, en este viaje, cruzamos puentes y túneles para explorar tres barrios que nos muestran otros panoramas culturales, gastronómicos y arquitectónicos: Astoria y Long Island City, en Queens, y Bushwick, en Brooklyn.

Muy lejos quedaron los días en que Queens era solamente sinónimo de The Nanny o en los que Miranda Hobbes horrorizó a sus amigas mudándose a Brooklyn en Sex & the City –perdonen estos viajes al milenio pasado–. Hoy sabemos que Queens es el sitio urbano más diverso del planeta y que Brooklyn es un hot spot de creatividad culinaria y artística. Así que saquen su MetroCard y vamos a explorar. 

El Socrates Sculpture Park, justo frente al East River.
El Socrates Sculpture Park, justo frente al East River.

Astoria: tradición en evolución

Empezamos el recorrido con un disclaimer: me considero la embajadora no oficial de este barrio en Queens. Hace algunos años, cuando estudiaba la maestría, elegí Astoria como mi hogar. En parte, por supuesto, porque era lo que mi presupuesto permitía, pero también porque algo me conquistó desde que me bajé del metro cuando me llevaron a conocer el departamento: un cambio definitivo de ritmo, una sensación de comunidad, una oferta culinaria espectacular y ese sentimiento inexplicable de sentirse en casa desde los primeros minutos.

Intento caminar entre las construcciones de ladrillo de Astoria cada vez que regreso a Nueva York. Hoy, una década después, sé que sería mucho más caro pagar mi departamento porque ha llegado mucha gente de Manhattan a descubrir sus encantos, pero aún es una verdadera joya que, a sólo cinco paradas de metro de Central Park, promete revelar todo un universo a quien decida cruzar el Queensboro Bridge (además de paisajes lindísimos durante esa travesía en las líneas amarillas del metro).

La mayoría de los neoyorquinos identifica Astoria por su herencia griega, y es ese legado el que le regala gran parte de su energía tranquila y familiar, así como su panorama culinario. Quizá ningún restaurante griego se ha hecho de tantos fans como Taverna Kyclades, un templo a la comida del mar que, bajo el mando de la familia Skenderi, se distingue por sus platos frescos y generosos. En los meses calurosos, el plan ideal es sentarse en el patio con una botella de vino blanco y pedir varios platos para compartir, aunque en mi visita más reciente el clima invitó a sentarme adentro. El comedor interior, con vistas a la cocina abierta, fue igual de disfrutable. En ninguna mesa puede faltar una ensalada griega ni una orden de tzatziki, para después seguir con un branzino a la parrilla y, de guarnición, papas al limón. Uno de mis favoritos es el pay de espinacas, preparado con pasta phyllo y queso feta. Aunque Taverna Kyclades ha crecido en popularidad y fama –incluso tiene una mención en la guía Michelin–, no deja de abrazarte con ese servicio de barrio que lo ha caracterizado siempre. La prueba: el pequeño baklava de cortesía que llega al final de la comida.

Igual de icónico que Taverna Kyclades es el Bohemian Hall & Beer Garden, uno de esos lugares a los que se hace un peregrinaje en cuanto aparecen los primeros rayos del sol primaveral cada año. Tal como lo promete su nombre, este lugar, abierto desde 1910, presume un gran jardín con mesas para pícnic, donde la única obligación es sentarse a tomar cerveza durante horas. “Somos el patio trasero de Astoria”, explica Lisa Angell, directora creativa del espacio, quien añade que, por su tradición checa y eslovaca, éste es el sitio ideal para probar cervezas de esa región, acompañadas de platos como pierogi, salchichas y, el gran favorito, el giant pretzel. En la temporada de frío, cuando el jardín representa un reto, el salón nos recibe con mesas de madera y una larga barra, lo que crea un ambiente súper acogedor que es igual de atractivo para probar algunas cervezas más pesadas y reconfortantes.

Pero no todo es tradición cuando se trata de comer y beber en Astoria. Una de las adiciones recientes al panorama es The Last Word, a sólo unos pasos de Taverna Kyclades. Con su entrada discreta y muros de ladrillo expuesto, este bar de coctelería no le pide nada a sus contrapartes en la isla. The Last Word es un bar perfecto para ir en un grupo pequeño –o para, en una de mis actividades preferidas, sentarme sola en la barra– a cargar energía antes de seguir tu camino, sobre todo en esos viajes que involucran acumular pasos y pasos. El coctel que le da su nombre al bar, preparado con ginebra, Chartreuse, licor marrasquino y jugo de limón, es el motivador ideal para continuar.

De la pantalla al museo

Los aficionados del cine y la tele tienen un destino importantísimo para conocer en Astoria: el Museum of the Moving Image. Esta joyita se encuentra a unos pasos de los Kaufman Astoria Studios, donde se han grabado series como Orange Is the New Black. El museo tiene tres pisos y una distribución súper fácil de navegar, además de ser ideal para visitar con niños o adolescentes. Hay galerías dedicadas a exhibiciones temporales –en visitas pasadas he visto exposiciones sobre el maquillaje para efectos especiales y, mi favorita, una retrospectiva de Mad Men–, así como otras que muestran la colección permanente del museo. Paseando entre cámaras antiguas, memorabilia de Star Wars y una sala dedicada a Jim Henson, el recorrido es una mezcla de nostalgia, descubrimiento y sorpresa. Además hay salas interactivas donde puedes experimentar con edición, efectos de sonido y doblaje.

Long Island City: tan cerca y tan lejos

No exagero al decir que éste es uno de los barrios que más se han transformado en la última década. Históricamente, Long Island City era una zona industrial, al otro lado del río Manhattan, que parecía darnos pocas razones para visitarla. Para muchos era sólo el icónico letrero de Pepsi-Cola en el Gantry Plaza State Park lo que lo salvaba del anonimato, o el hoy desaparecido Five Pointz, un conglomerado de edificios industriales completamente cubierto de grafiti (y el motivo por el que me paré por primera vez en estos lares). Para otros, el atractivo estaba en visitar MoMA PS1, un centro de arte contemporáneo experimental afiliado al MoMA (ahora vamos para allá). De manera similar a Astoria, ha sido precisamente su cercanía a Manhattan, sus parques y su vibra lo que ha traído a muchos a vivir aquí, incluidos mi hermana, su esposo y su perro, quienes ahora se han convertido en mi excusa favorita para visitar Nueva York a la menor provocación.

Empecemos entonces con MoMA PS1. El edificio que alberga este museo fue una escuela en el siglo XIX, lo que le aporta un encanto único al museo. Afuera hay un gran patio con mesas para pícnic, mientras que adentro los lockers para guardar tu mochila y los baños te darán un flashback absoluto a tus épocas escolares. Las exhibiciones temporales en MoMA PS1 han incluido a artistas como Rirkrit Tiravanija y Frieda Toranzo Jaeger. En esta ocasión, mi momento favorito fue al entrar al Teen Art Salon para ver la obra de artistas promesa –muy promesa, pues tienen entre 11 y 19 años–. Otro de los highlights es Meeting, una instalación de James Turrell creada específicamente para MoMA PS1, y el primer skyspace en Estados Unidos, diseñado para interactuar con la luz.

Otro de los sitios que puso en el mapa a Long Island City es Dutch Kills. “Cuando abrimos en 2009, había pocos residentes –recuerda Paty Boccato, co-manager del bar–. Estábamos en medio de la nada, era un destination bar”. Tras la barra, su esposo Richard, con el prestigio y el currículum de haber trabajado en bares como Milk & Honey, en Manhattan, se encargó de atraer a los fans de la coctelería en serio, dispuestos a hacer el viaje hasta Queens. Hoy, Dutch Kills ha logrado mantener ese estatus que pocos logran: un balance envidiable entre bar de locales e ícono entre conocedores, que vienen de otros lugares del mundo para probar sus creaciones. “Es muy Queens”, afirma Paty. Basta probar cualquier coctel que salga de su barra para comprobarlo, como su clásico Tiger Chilled Coffee (con ron, licor Allspice, canela, cold brew y absenta) o un negroni preparado a la perfección.

Alimentar el alma

Escoger mi rincón favorito en Queens es un reto inmenso, pero me atrevería a decir que el Noguchi Museum se lleva ese título. Tal vez sea el jardín zen, las esculturas al aire libre o la fuente, pero llegar a este museo te hace sentir como si acabaras de descubrir un secreto que nadie en toda la ciudad conoce. Y por eso, aunque no es un museo muy grande, invita a tomarse el tiempo para recorrerlo con calma, admirando cada una de las piezas del japonés Isamu Noguchi con atención. Éste fue el primer museo en Estados Unidos creado en vida por un artista con la intención de mostrar su obra; con sus grandes esculturas en piedra y obras elaboradas en mármol, así como sus dibujos y modelos, transmite belleza, tranquilidad y simplicidad –las sensaciones más necesarias en una ciudad como ésta–. Si lo visitas antes del 14 de septiembre de 2025, puedes ver la exhibición Against Time: The Noguchi Museum 40th Anniversary Reinstallation, que celebra cuatro décadas del museo. Antes de salir hay que hacer una parada obligada en la Noguchi Shop. Entre libros, papalotes, inciensos y las inconfundibles lámparas Akari, prepara desde ahora un espacio extra en tu maleta.

Para concluir el paseo cultural por Long Island City, llegamos, literalmente, al final del barrio. Justo en la orilla se encuentra el Socrates Sculpture Park, un museo al aire libre donde, además de una variedad de piezas de arte contemporáneo, espera una vista del skyline de Manhattan en todo su esplendor. La mayoría de las obras que se exhiben aquí son creadas específicamente para el parque, incluso en el taller al aire libre que se encuentra a la entrada. Así, con suerte, puedes ver a artistas en acción durante tu visita.

Secretos para compartir

Desde afuera, Takumen aparenta ser un local pequeño, quizá un café para comprar algo para llevar. La impresión no es del todo errónea. Por las mañanas es una parada súper conveniente para comprar un café helado o un matcha latte en tu camino hacia la estación del metro. Basta entrar para descubrir un izakaya moderno en su interior, con un menú que le rinde tributo al arte de disfrutar botanas, platos pequeños y buenos tragos como sólo los japoneses saben hacerlo. El karaage de pollo, las papas fritas con furikake y las costillas de cordero miso son de las mejores creaciones que salen de esta cocina, igual que sus muy amadas alitas, que puedes pedir en versión miso, curry verde o con soya. A la hora de maridar, hay una buena selección de shochu, sidra y vinos naturales, así como highballs y whisky japonés, pero la verdadera estrella es el sake. Si vas con espíritu aventurero, pide uno de los flights para probar tres sakes distintos.

Bushwick: cool, pero no demasiado

Para recorrer Bushwick necesitábamos también a la embajadora no oficial del barrio. Fichamos a Nikita Richardson, editora de la sección Food en The New York Times, quien vivió en Bushwick durante seis años. Como estudiantes en esa época, la decisión de Nikita, igual que la mía al elegir Astoria, tuvo que ver con temas de presupuesto y también con una importantísima influencia cultural: “Acababa de ver la primera temporada de Girls y el barrio apareció en un episodio”. (Gracias, Nikita, por actualizar un poco nuestras referencias de cultura pop). A pesar de haber dejado Bushwick hace un rato, Nikita nota felizmente que ha cambiado poco, y esas razones por las que se enamoró de él al principio aún son las principales para descubrirlo. “Todavía es un poco industrial, un poco desaliñado, y aunque han desaparecido algunos de los lugares que me gustaban, la mayoría de mis favoritos siguen aquí”.

De alma sobre todo hispánica, Bushwick es el hogar de una gran comunidad de inmigrantes de origen puertorriqueño y dominicano, así como de un buen grupo de mexicanos. Para mi sorpresa, el primer lugar en este recorrido es, precisamente, un restaurante mexicano: Sobre Masa. Con textiles de Teotitlán del Valle y papalotes oaxaqueños decorando las paredes, junto con una sólida selección de mezcales en la barra, Sobremasa nos recibe con un ambiente súper relajado, perfecto para un brunch de fin de semana. Aquí, el maíz mexicano está al centro, así que pedimos una memela, carnitas y tacos de arrachera para aprovechar al máximo. Lo mejor es que puedes llevarte tu kilo de tortillas, un souvenir perfecto tanto para los neoyorquinos en busca de tortillas de verdad como para los latinos que las extrañan.

Históricamente, Bushwick también fue hogar de una importante comunidad italiana después de la Primera Guerra Mundial y, aunque Roberta’s no es exactamente un restaurante tradicional italiano, sí es uno de los máximos templos de la pizza en la ciudad. Es también un absoluto pionero en Bushwick: un restaurante destino que puso al barrio en el mapa cuando abrió sus puertas hace más de una década, ofreciendo pizza al estilo napolitano con ingredientes extraordinarios, muchos de ellos sembrados en su propio huerto. Con el paso de los años, la pasión por Roberta’s no ha disminuido. En los últimos meses se han aventurado a preparar pizza estilo Nueva York, por rebanada, razón por la cual hacemos la parada técnica. Y ya que estamos aquí, aprovechamos para comprar unos brownies, pues todo lo que sale de estos hornos es magia pura.

Del arte al souvenir

La reputación de Bushwick como zona industrial, con sus grandes bodegas, también significa que muchas de ellas se han convertido en interesantes estudios y galerías para artistas emergentes. Una de mis grandes sorpresas en este recorrido fue conocer Amant, un centro de arte contemporáneo que incluye galerías, un café y una librería, además de un patio donde se antoja sentarse a trabajar o leer. Sin importar tu nivel de conocimiento sobre arte contemporáneo, Amant es ideal para hacer un acercamiento con curiosidad. En nuestra visita nos encontramos con la obra de artistas como Shilpa Gupta y Natalia Lassalle-Morillo, y Amant fue el lugar perfecto para conocerlas por primera vez.

Antes de continuar, nos recargamos de energía en Sey Coffee, un lindísimo café lleno de plantas y luz natural que se ha convertido en un favorito del barrio. Con granos de excelente calidad traídos de sitios como Etiopía, Colombia o Kenia, el sabor está garantizado, pidas lo que pidas. En mi caso es un cold brew para seguir paseando entre muros con grafitis, tiendas vintage y esa energía que, como bien lo explica Nikita, conserva Bushwick a pesar del tiempo. Nuestra última parada es Friends, una tienda de regalos a la que igual puedes entrar en busca de una sorpresa para alguien que sin propósito alguno, y aun así gastar 100 dólares. Entre ropa, tote bags, veladoras de Taylor Swift y objetos de decoración para la casa pasamos horas. Friends resulta el punto ideal para despedirnos, pues es un lugar para prometer volver pronto, porque siempre, siempre, volveremos a vernos en Nueva York.

En el norte de Brooklyn, justo en la frontera con Queens, Bushwick ha pasado de ser una zona industrial
a un barrio creativo con galerías y estudios para artistas emergentes.
En el norte de Brooklyn, justo en la frontera con Queens, Bushwick ha pasado de ser una zona industrial
a un barrio creativo con galerías y estudios para artistas emergentes.

Guía práctica

Astoria

  • Taverna Kyclades 

36-01 Ditmars Blvd. 

tavernakyclades.com

  • Bohemian Beer Hall
    & Garden 

29-19 24th Ave.

  • The Last Word

31-30 Ditmars Blvd.

tlwcocktailbar.com

  • Museum of the
    Moving Image

36-01 35th Ave.

movingimage.org

Long Island City

  • MoMA PS1 

22-25 Jackson Ave.

momaps1.org

  • Dutch Kills

27-24 Jackson Ave.

dutchkillsbar.com

  • The Isamu Noguchi
    Foundation and
    Garden Museum

9-01 33rd Road
(at Vernon Blvd.)

noguchi.org

  • Socrates Sculpture Park

32-01 Vernon Blvd.

socratessculpturepark.org

  • Takumen

5-50 50th Ave.

takumenlic.com

Bushwick

  • Sobre Masa

52 Harrison Pl.

sobremasa.com

  • Roberta’s

261 Moore St.

robertaspizza.com

  • Amant

315 Maujer St.

amant.org

  • Sey Coffee

18 Grattan St.

  • Friends

56 Bogart St.

friendsnyc.com

next