Nuestros wine bars favoritos de Estados Unidos
Contemporáneas, frescas y originales, estas son algunas de nuestras barras de vino preferidas en Nueva York y Los Ángeles.
POR: Mary Gaby Hubard
Primero que nada, hay que aclarar que el concepto del wine bar no es precisamente novedoso. En Europa existen desde hace siglos y en Estados Unidos inauguraron el primero en 1974, en el distrito financiero de San Francisco, con el nombre de London Wine Bar. En el San Francisco Chronicle lo reseñaron como “un lugar para ir a beber vinos, más allá de catarlos”. Pero hoy estos sitios van mucho más allá del vino.
Entonces, si siempre han estado ahí, ¿qué fue lo que cambió y por qué ahora son tan populares? Simplemente, las personas indicadas comenzaron a interesarse en este concepto y lo fueron transformando.
Los bares de vino dejaron de ser ese lugar oscuro y frío, con paredes de ladrillo y botellas con cientos de años de antigüedad adornando las paredes.
Ahora son barras largas con bancos de diseño contemporáneo, buena música y una interesante oferta de platillos para acompañar la lista de vinos, que suele estar compuesta de etiquetas naturales, biodinámicas o provenientes de pequeños productores con procesos sustentables.
Entre 2017 y 2018 vimos un boom importante de los wine bars, cuando un puñado de cocineros de restaurantes de fine dining se cansó de los manteles largos y decidió probar suerte en ambientes más informales.
Los antojos de estos reconocidos chefs (como el equipo de cocina de Le Bernardin o Suzanne Goin) tomaron la forma de tapas y platos pequeños con influencia francesa que, por supuesto, van de maravilla cuando los acompañas con vino.
Aquí la garantía (si sabes elegir el lugar correctamente) es que tu noche incluirá buen vino y buena comida de cajón. Y mi extra favorito: un asiento en la barra para platicar con el sommelier, el mixólogo, el cocinero o el comensal que se siente a tu lado.
Aldo Sohm Wine Bar
151 W, 51st St., Nueva York, NY 10019, Estados Unidos
Entre la selección de wine bars que incluimos aquí, éste quizá sea el más elegante. Pero no se dejen intimidar por su techo de gran altura ni el arte que cuelga de sus paredes.
El espíritu de este bar de vinos, como el de la gran mayoría, es informal y espontáneo. De hecho, la idea es que los comensales sientan que están en la sala del socio fundador, Aldo Sohm.
Él es un sommelier y winemaker que desempeña el papel de director de vinos en Le Bernardin (el hermano mayor y casi vecino de este bar) y decidió abrir las puertas de este sitio en 2014 para acercarse a los amantes del vino desde una perspectiva distinta.
Hay un área principal con un bar, otra de mesas altas y en el centro un gran lounge. La carta de vinos siempre está cambiando, de acuerdo con los nuevos descubrimientos e intereses de Aldo.
La comida la creó de la mano del equipo de cocina de Le Bernardin, con un enfoque claro y obvio: complementar la selección de su carta de vinos. Podrán encontrar una gran variedad de quesos, charcutería y vegetales que, como ya se imaginarán, van de maravilla con una copa de vino.
Terroir
24 Harrison St., Nueva York, NY 10013, Estados Unidos
La primera versión de Terroir abrió sus puertas en 2008, como un pequeño anexo del restaurante Hearth, de los chefs y restauranteros Marco Canora y Paul Grieco. El éxito fue tal que en algún momento de la historia había cinco sucursales de Terroir en Nueva York.
Pero la vida y las circunstancias los orillaron a cerrar poco a poco sus múltiples sucursales. Excepto la de Tribeca, que a la fecha, y a pesar de los cambios, permanece con las puertas abiertas.
En 2014, Canora y Grieco se separaron, pero Paul se quedó al frente de Terroir, un sitio que define como “su lugar para jugar, con sus propios juguetes y sus propias reglas, e invitar a sus amigos”.
Y a pesar de que su historia es compleja, Terroir conserva esa esencia juguetona y espontánea. La decoración es una mezcla entre lo pop y lo industrial, y los empleados tienen un trato cálido hacia los comensales.
En esta histórica barra de Tribeca encontrarán una gran variedad de sándwiches, botanas, ensaladas y un par de fuertes para los que tienen buen diente. La lista de vinos tiene un diseño excepcional: es muy detallada y con varias opciones a precios accesibles (dentro de lo que cabe, cuando hablamos de Nueva York).
Terroir es para sentarse, clavar los ojos en la carta y dejarse llevar por las copas.
The Ten Bells
247 Broome St., Nueva York, NY 10002, Estados Unidos
Para muchos, este bar fue uno de los pioneros del vino natural en Nueva York. Cuando abrió sus puertas en 2008, era extraño ver una carta de vinos enfocada únicamente en etiquetas naturales.
Pero, desde entonces, las cosas en el mundo de los vinos de mínima intervención han cambiado bastante y The Ten Bells busca hacer más extensa su selección de etiquetas y diversificar los precios para atraer a distintos públicos.
Es una excelente opción para los que viajan solos y quieren sentarse en la barra a tomar una copa de vino mientras leen un libro. Pero también hay un par de mesas más grandes para pequeños grupos de amigos que quieren compartir unas cuantas botellas y probar la variedad.
Las tapas funcionan como un buen acompañamiento del vino, pero lo verdaderamente excepcional de este lugar son las ostras, así que no se pueden ir sin pedirlas.
La Compagnie des Vins Surnaturels
249 Centre St., Nueva York, NY 10013, Estados Unidos
Ésta es la edición neoyorquina del bar de vinos de París que lleva el mismo nombre. La sucursal de Soho comenzó a operar en 2014, con una carta cada vez más extensa y un ambiente que desde su apertura se mantiene acogedor.
Tienen alrededor de 25 opciones de vinos por copeo y, para acompañarlos, hay platillos golosos como un grilled cheese con trufa o un bun de cerdo. Por supuesto, la buena selección de quesos también está presente.
La lista de etiquetas es extensa en cuanto a los orígenes y perfiles del vino. Así que, si te sientes abrumado por la variedad, pregúntale a alguien del lugar. El staff es paciente y seguramente sabrá recomendarte algo bueno.
A.O.C.
8700 W, 3rd St., Los Ángeles, CA 90048, Estados Unidos
En 1998, Suzanne Goin y Caroline Styne abrieron Lucques, un restaurante multipremiado (que tristemente cerró, después de 21 años, pero ésa es otra historia) en Los Ángeles. Al darse cuenta de lo bien que trabajaban juntas, esta poderosa dupla se embarcó en una nueva aventura que incluía, adivinen qué, vinos, platillos pequeños y una barra de madera.
Esta nueva aventura, llamada A.O.C., fue un éxito entre los angelinos, que se reunían para probar los platillos con influencias españolas que Suzanne cocinaba con lo que encontraba en el mercado, mientras Caroline maridaba con los vinos que le resultaban interesantes. El setting: un gran bar y un patio espectacular.
El éxito del primer A.O.C. en West Hollywood fue tal que se aventuraron a abrir una segunda locación en Brentwood. Cualquiera de los dos es garantía para una tarde que promete extenderse hasta la noche.
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