48 horas en Miami
Un recorrido por el pasado y presente de la ciudad.
POR: Diego Parás
En el aeropuerto de Miami uno se puede encontrar todo tipo de gente, desde turistas con guayaberas floreadas y el cuello rojo, diseñadores que van a Design Miami o millonarios extravagantes que van a pasar el fin de semana a sus villas. Esta ciudad tiene muchas facetas y para conocerlas todas hay que recorrer el Miami “viejo” y el Miami “nuevo”. Advertencia: es necesario rentar auto.
DÍA UNO
Mañana
Es difícil describir el estilo de Biltmore Hotel (Leonard Schultze, 1926). El mismo hotel lo hace como “si bien recuerda a lo más fino de la arquitectura clásica mediterránea, no es un palazzo italiano ni un castillo español”, a eso habría que añadirle que tiene un aire al hotel Atlantis en las Bahamas. Ubicado en 60 hectáreas de terreno, el edificio es uno de los ícono sde Coral Gables, una de las zonas residenciales a las afueras de Miami. El histórico hotel cobró rápida fama entre la realeza inglesa, los políticos de Estados Unidos, las figuras de Hollywood e incluso mafiosos como Al Capone.
Para llegar al siguiente destino (Villa Vizcaya) hay que tomar el automóvil y pasear por las calles de Coconut Grove. El camino en realidad es de 20 minutos, pero puede alargarse tanto como uno quiera, ya que los enormes árboles y las frondosas plantas tropicales hacen que este barrio parezca un gran jardín botánico. Villa Vizcaya se ideó como la casa de invierno de James Deering y Paul Chalfin, quienes fueron a Italia para inspirarse y llevar el concepto de la villa a Florida. En 1912 adquirieron las primeras 52 hectáreas en la bahía y eligieron a Francis Burrall Hoffman Jr. como arquitecto. La construcción finalizó en 1916, pero no fue sino hasta 1953, después de una serie de huracanes y cambios de dueños, que la propiedad abrió al público como museo. La recomendación es, antes de entrar a la casa o almorzar en el café, pasearse por sus jardines y fijarse en los barandales y acabados de coral, un material que, como el mármol en Italia, abundaba en la región y ahora sería impensable utilizar.
Esta ciudad tiene muchas facetas y para conocerlas todas hay que recorrer el Miami “viejo” y el Miami “nuevo”.
Tarde
La segunda parte del día empieza en el complejo de Bacardí, a 15 minutos de Villa Vizcaya. Se compone de dos edificios: el primero tiene una fachada de 28 000 mosaicos —diseñada por el artista brasileño Francisco Brennand— y fue la sede central de Bacardi Limited hasta 2009. El segundo fue añadido al complejo en 1973 y cuenta con un vitral inspirado en los patrones de culturas mesoamericanas, diseñado por el artista alemán Johannes M Dietz. Actualmente, ambos forman parte de la National YoungArts Foundation. Se puede visitar la exhibición en turno, pretexto perfecto para resguardarse del calor.
Para descansar del automóvil un rato y aprovechar el clima de la tarde, una buena idea es caminar por Meridian Avenue, a 15 minutos de los edificios de Bacardí. Además de ser una de las avenidas más bellas de la ciudad, resguarda una gran cantidad de casas estilo art déco que vale la pena apreciar a pie y con calma. Hay que manejar hacia el norte para introducirse a la arquitectura de Morris Lapidus, uno de los exponentes del estilo MiMo (Miami Modern), con la sinagoga Temple Menorah, construida en 1963.
Noche
Muy cerca de la sinagoga se encuentra otra de las obras icónicas del arquitecto: el hotel Fontainebleau. Con dos hectáreas de jardines, lobby de 650 m2 (donde vale la pena tomar un trago en Bleau Bar) y vista a la playa. El hotel abrió sus puertas en 1954 convirtiéndose en el más grande y lujoso del sur de Florida. También destaca su emblemática escalera “Stairway to Nowhere”, que ha aparecido en películas como Scarfacey Goldfinger, entre otras.
DÍA DOS
Mañana
El recorrido por el Miami contemporáneo empieza en Lincoln Road, una calle peatonal que, entre Washington y Alton Road, concentra gran cantidad de opciones de compras y gastronomía. Uno de sus atractivos principales es 1111 Lincoln Road, a cargo de Herzog & de Meuron. Este complejo reúne oficinas, tiendas, restaurantes, estacionamiento y un lugar especial para todo tipo de eventos, ubicado en el séptimo piso. Hay que darse una vuelta por Alchemist, en el quinto piso, para conocer lo últimoen diseño en la ciudad.
Sin museos no hay ciudad, y para entender el nuevo Miami hay que visitar Pérez Art Museum, a 15 minutos de Lincoln Road. Con una colección de más de 1 800 obras, el pammes una parada obligada para los amantes del arte moderno y contemporáneo. El museo —también diseñado por el despacho Herzog & de Meuron— tiene un restaurante llamado Verde, que ofrece un menú fresco y de temporada, ideal para desayunar. Hay que aprovechar la visita y dedicarles tiempo a los vecinos del Pérez: el Museum Park y el Phillip and Patricia Frost Museum of Science, famoso por su increíble acuario integrado, perfecto para un plan con niños.
Lincoln Road es una calle peatonal que concentra opciones de compras y gastronomía.
Tarde
Un buen plan es ir a Miami Design District, recorrer sus calles sin prisa y comer en Mandolin, restaurante que ofrece platillos inspirados en las costas de Grecia y Turquía. En Design District —proyecto del desarrollador, emprendedor y coleccionista de arte, Craig Robins— hay que dejarse llevar por lo que a cada viajero le llame la atención, ya que hay oferta para todos los gustos y presupuestos. El barrio cuenta con más de 200 opciones de compras y gastronomía, estudios-talleres, galerías, instalaciones y otras propuestas artísticas. Imperdible: Institute of Contemporary Art.
Noche
Nada como cerrar el fin de semana en Faena Hotel, que más que un hotel es un barrio —Faena District Miami Beach—. Algo así como la versión tropical de Hudson Yards en Nueva York. Para tomar un trago hay varias opciones, entre las que resalta Saxony Bar, un speakeasy que transporta a la época de oro de Miami entre luces de neón, cocteles coloridos (y hasta un pavorreal blanco disecado en la barra).
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En portada: “Stairway to Nowhere” en el hotel Fontainbleau, cortesía de la Librería del Congreso de Estados Unidos.
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