Cuatro rutas para conocer los alrededores de Seattle
La ciudad de Seattle está llena de arte, cultura y tecnología, pero bastan un par de horas de carretera para descubrir las joyas escondidas que la rodean.
POR: Andrew Tarica \ FOTO: Miles Fortune
Para la mayoría de los visitantes de Seattle, todo gira en torno al Pike Place Market y el Space Needle. Estas dos atracciones, por sí solas, atraen a más de 11 millones de visitantes al año.
Sin embargo, no por nada Seattle se llama la Ciudad Esmeralda. Situada en el noroeste del Pacífico, esta ciudad de más de 730,000 habitantes a orillas del Puget Sound está rodeada de algunos de los paisajes más silvestres y verdes de Estados Unidos.
De hecho, las opciones son tan diversas –van desde explorar playas escarpadas y la zona de una explosión volcánica hasta abrir ostras y beber cervezas artesanales en el corazón del país de las manzanas de Washington– que planificar el viaje perfecto a Seattle puede ser un desafío.
Afortunadamente he pasado los últimos 30 años de mi vida viajando por todo el estado de Washington, desde las montañas hasta los desiertos, las islas y la costa salvaje. Éstas son cuatro de mis escapadas favoritas, todas saliendo desde Seattle.
Hacia el norte
Reserva Histórica Nacional de Ebey’s Landing
¿Cuánto tiempo tendrás que manejar? Dos horas
Toma tus botas de montaña y escribe Ebey’s Landing National Historical Reserve en tu GPS. Comenzamos con la experiencia al aire libre por excelencia en el Noroeste.
Ubicado en el borde occidental de Whidbey Island, Ebey’s Landing ofrece una visión bastante amplia de la región. Tiene estructuras históricas, caminatas por la playa y a través de densos bosques y campos abiertos, lugares para hacer un pícnic, fabulosa observación de aves (especialmente rapaces) y, por supuesto, una vista extraordinaria.
En palabras de la escritora de viajes Linnea Lundgren: “Ebey’s Landing es mi lugar favorito por mucho. Este parque lo tiene todo y las vistas son impresionantes. En un día despejado es el lugar perfecto para disfrutar las vistas de Puget Sound: los patrones del viento en el agua, los enormes barcos de carga que pasan y las Olympic Mountains a lo lejos”.
Aquí hay un fun fact: Ebey’s Landing, que abarca 224 hectáreas de praderas, bosques y acantilados costeros, es en realidad la primera reserva histórica de la nación, establecida en 1978 como una unidad del Servicio de Parques Nacionales. La historia de Ebey’s Landing se remonta a los años 1300, cuando la tribu india Upper Skagit estableció una aldea permanente en las costas de Penn Cove (¡famosa por sus mejillones!). La reserva también incluye una antigua granja de la década de 1850 que se puede explorar.
Hay más de una manera de llegar a Ebey’s Landing, pero recomiendo pasar por Deception Pass, donde un puente de arco, construido en 1935, se eleva 55 metros sobre aguas salvajes. Un lugar querido entre los habitantes de Washington, Deception Pass es también uno de los más dignos de Instagram del estado. Después de tomar algunas fotos, continúa por el puente hasta Whidbey Island y otros 34 kilómetros hasta Ebey’s a lo largo de la autopista 525.
Varios senderos atraviesan el parque, pero Bluff Trail es la estrella. Es una caminata moderada que pasa junto a estructuras agrícolas históricas y por praderas azotadas por el viento, antes de llegar a la magnífica vista del mar de los Salish, en la cabecera del estrecho de Juan de Fuca. Desde aquí, pasea hasta la playa, donde puedes pasar horas recolectando ágatas cristalinas, inspeccionando largas hebras de algas que parecen un kraken y observando ballenas y águilas calvas.
“Llevo 19 años visitando parques estatales con mis hijos –me dijo Lundgren–. Ebey’s Landing está entre nuestros favoritos”.
Pro tip: para que la ruta de este viaje funcione como un circuito, continúa hacia el sur por la autopista 525. Toma el ferry de Clinton a Mukilteo y luego sigue por otros 42 kilómetros de regreso a Seattle. No te vayas de Whidbey Island sin hacer una parada en Kapaws Iskreme, en Coupeville, justamente al este de Ebey’s Landing, donde un letrero en la pared advierte: “El tamaño de su cono de helado depende de su actitud”.
Hacia el sur
Monumento Volcánico Nacional del Monte Santa Helena
¿Cuánto tiempo tendrás que manejar? Tres horas y media
De todos los lugares maravillosos de Washington, mi favorito y el más significativo es el Monumento Volcánico Nacional del Monte Santa Helena.
Cuando era un niño de Long Island, Nueva York, recuerdo que presencié la erupción del estratovolcán el 18 de mayo de 1980 y quedé fascinado por el noroeste del Pacífico, un lugar que hasta aquel entonces no estaba en mi radar.
Diez años más tarde, después de graduarme de la universidad, me mudé a Seattle para trabajar en un periódico y el primer viaje por carretera en mi nuevo hogar fue para visitar el monte Santa Helena. He regresado muchas veces desde entonces y cada viaje es diferente. Para los visitantes de este lugar sagrado, el volcán ofrece el ejemplo máximo del poder de destrucción y regeneración de la naturaleza.
“Creo que es el paisaje más fascinante de la tierra”, me dijo Andre Stepankowsky, un periodista que cubrió la erupción como reportero a sus 23 años para el Longview Daily News y formó parte del equipo que ganó un prestigioso Premio Pulitzer para el periódico. “Obviamente fue la historia de toda una vida para todos nosotros”, agregó.
Hay varias formas de experimentar el monte Santa Helena, pero los novatos deben comenzar conduciendo por la autopista Spirit Lake Memorial, que conecta la carretera interestatal 5 (I-5) con el lado noroeste del volcán a través del valle del río Toutle. Esta zona se vio muy afectada por la erupción, ya que el flujo de lodo resultante arrasó con 27 puentes y más de 200 casas en Toutle.
A medida que la carretera asciende hacia el valle, el aire se enfría y comienzan las vistas del volcán y su enorme cráter, con un domo de lava y un glaciar en crecimiento en el interior. El cráter Glacier se formó a raíz de la erupción y fue desconocido para el público durante casi 20 años. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), continúa avanzando hacia el norte cada año y, a menudo, se le conoce como el glaciar de montaña más joven del mundo. No importa cuántas veces haya visto esto, el paisaje siempre te dejará sin aliento.
Finalmente, Spirit Lake Highway llega al Johnston Ridge Observatory, un centro para visitantes de clase mundial que lleva el nombre del vulcanólogo del USGS David Johnston, quien estuvo estacionado ahí la mañana de la erupción y logró transmitir por radio a sus colegas este fatídico mensaje: “Vancouver! Vancouver! This is it!”.
Desde el observatorio puedes adentrarte aún más en el paisaje por Harry’s Ridge, una caminata de ida y vuelta de 13 kilómetros a través de Mount Margaret Backcountry y Blast Zone. Regresé aquí el verano pasado y me sorprendieron las deslumbrantes flores silvestres, las inquietantes vistas de Spirit Lake y su flotilla de árboles muertos, así como una manada de cabras montesas saltando de acantilados a la sombra del cráter.
Stepankowsky, autor del libro Volcano: The Story of the Eruption, que habla precisamente sobre el monte Santa Helena, comenta: “La razón por la que creo que este paisaje es tan fascinante es que siempre está cambiando. Si voy a Spirit Lake este verano, se verá muy diferente a la última vez que estuve allí hace tres años… Esta montaña me enseñó a ser periodista”.
Pro tip: Mount St. Helens Institute es una organización sin fines de lucro que organiza visitas guiadas y programas educativos alrededor del volcán durante todo el año. También tienen caminatas a secciones de Blast Zone fuera del alcance del público. Para obtener más información, entra a mshinstitute.org.
Hacia el este
Valle de Yakima y Tamales Los Hernandez
¿Cuánto tiempo tendrás que manejar? De dos a dos horas y media
Algo hace clic cuando los visitantes de México entran al modesto restaurante de Felipe Hernández en el valle de Yakima y prueban los tamales.
“Notan la diferencia de inmediato, el sabor y el olor. Algunos dicen que no han probado tamales así de buenos ni en México”–dice Hernández–. Me cuesta creerlo, pero lo creo. “¿Cuál es el secreto? Molemos nuestra propia masa todos los días”. –Hernández le otorga el crédito a su hermana por haberle dado la receta–. “Ese es el secreto. Se trata de la masa”.
Inaugurado en 1990, Los Hernandez Tamales, en Union Gap, Washington (justo en las afueras de Yakima), es uno de los restaurantes más auténticos del noroeste del Pacífico y el destino final de este recorrido desde Seattle. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de los viajes, éste tiene que ver con el trayecto más que con el destino. El viaje de Seattle a Yakima es un estudio de contrastes, a medida que se viaja desde el lado húmedo y más verde del estado, entre los picos dentados de Snoqualmie Pass, hasta los amplios espacios abiertos secos y marrones del lado este.
Toma aproximadamente dos horas en auto llegar al valle de Yakima, que se encuentra al este del monte Rainier y está bendecido con ricos suelos volcánicos que sustentan todo, desde huertos de manzanos y granjas que cultivan vegetales de todo tipo, hasta viñedos y vides de lúpulo, junto a cervecerías artesanales.
Sal de Seattle por la mañana para llegar a Union Gap a la hora de la comida y entonces dirígete directamente a Los Hernández Tamales en Main Street, donde sólo hay unas pocas mesas y el menú está publicado en la pared. Elige entre pollo y cerdo con arroz y frijoles al lado.
Si tienes suerte, será la cosecha de primavera (mayo a julio), cuando los espárragos están en temporada. Al crecer en el valle, Hernández siempre fue fanático de esta tierna y dulce verdura. Con el tiempo, comenzó a buscar formas de incorporarlos al menú.
“Experimentamos con diferentes métodos y brebajes, pero, cuando combinamos los espárragos con queso pepper jack, sabíamos que teníamos algo especial” –relata Hernández–. “Hasta donde sabemos, nosotros somos los creadores originales de este tamal. Viene gente de todo el país para probarlo, y eso dice mucho.”
En 2018, la Fundación James Beard también se dio cuenta de ello y le dio a Los Hernandez Tamales el prestigioso premio James Beard Classics Award, que se otorga a los restaurantes de propiedad local que tienen un “atractivo atemporal” y son “amados en la región por su comida de calidad que refleja el carácter de la comunidad”.
En cuanto al futuro, Hernández está entusiasmado con su última introducción al menú: tamales de nopal, una opción vegetariana que también es saludable. Compra algunos para llevar, ya que espera una última aventura. Es un viaje corto desde Los Hernandez Tamales hasta Cowiche Creek Brewing Company, fundada por agricultores de tercera generación en medio de arboledas repletas de manzanas, en la cima de la colina que domina el valle.
Hay asientos al aire libre y las cervezas de barril incluyen Tiny Dog Session IPA, Farmer Way IPA y Mount Cleman Fresh Hop Ale, que lleva el nombre de la montaña en la distancia a la que alude la cervecería.
Toma un respiro, ya que éste es uno de los mejores lugares en Washington para quedarse y relajarse, mientras disfrutas vistas de 360 grados del paisaje circundante, lleno de flores silvestres en primavera.
Pro tip: de regreso a Seattle toma un desvío a lo largo de Yakima River Canyon Scenic Byway. Ubicada entre Yakima y Ellensburg, esta corta pero memorable ruta se curva a lo largo del río, pasando por acantilados de basalto y empinadas colinas frente al desierto. Las paredes rocosas de arriba albergan la concentración más densa de águilas y halcones que anidan en el estado.
Hacia el oeste
Hood Canal y Hama Hama
¿Cuánto tiempo tendrás que manejar? de dos a dos horas y media
No se puede visitar el noroeste del Pacífico sin probar algunos de nuestros mariscos increíblemente frescos. El mejor lugar para hacerlo es directamente en la fuente: Hama Hama Oyster Company.
Ubicada al oeste de Seattle, en el canal Hood, esta empresa familiar, que celebró su centenario en 2022, cultiva ostras en la desembocadura del río Hamma Hamma, uno de los más cortos, fríos y menos desarrollados del estado. La pureza se refleja en el sabor limpio y crujiente de las conchas que se cosechan aquí.
“Nos sentimos realmente bendecidos en términos de nuestra ubicación y también de nuestra base de clientes”, me contó Lissa James Monberg, vicepresidenta de Mariscos para Hama Hama Oyster Company. “Estamos en medio de la nada y, sin embargo, también somos accesibles, por lo que podemos compartir este increíble lugar y este increíble fenómeno con otros”.
En comparación con otras formas de cultivar alimentos frescos, indica Monberg, la recolección de mariscos es una de las más sostenibles para producir proteínas. En Hama Hama no se usa agua dulce ni se añaden antibióticos, y no tienen que alimentar a las ostras, ya que éstas comen algas.
Los comensales del Hama Hama Oyster Saloon, que abrió sus puertas en 2014, se sientan afuera en mesas para pícnic mientras las águilas calvas circunnavegan todo desde arriba. El menú cambia según la temporada, pero generalmente incluye algunas variedades de ostras, junto con almejas al vapor, cangrejo, pescado y algunos platos que no son mariscos.
“Nuestro objetivo principal con el salón era pasar buenos momentos, tener un lugar para beber unas cervezas y brindar a las personas un lugar para experimentar esta cultura de las ostras –dijo Monberg–. Cuando estés aquí, verás las almejas cavando y a las cuadrillas de ostras saliendo en la barcaza. Estás justo ahí, con el viento, la brisa salada y la marea que baja”.
Pro tip: Monberg recomendó visitar Hama Hama como parte del recorrido desde Seattle. Hay que conducir a través de Olympia, lo que debería tomar dos horas exactamente. Al final del día, regresa en el ferry desde Bainbridge, un viaje que debe tomar dos horas y media hasta el centro si lo haces bien.
¿Dónde comen los lugareños?
Desde Le Pichet hasta Metropolitan Grill y Sushi Kashiba, el centro de Seattle tiene una buena cantidad de restaurantes destacados que durante mucho tiempo han tratado a visitantes y lugareños por igual con muchas comidas memorables. Pero, para comer como un habitante de Seattle, tendrás que aventurarte en los vecindarios de la ciudad que rodean el centro. Aquí hay cinco de mis lugares favoritos, sólo para lugareños.
RockCreek Seafood & Spirits: esturión del río Columbia, pescado de roca de Neah Bay y ostras de Little Skookum Inlet, éstas son algunas de las especialidades de mariscos que esperan en Rock Creek, un “albergue de pesca” urbano-industrial ubicado en la cima de la colina de Fremont. Este acogedor restaurante de dos pisos se especializa en pescados y mariscos de pesquerías bien administradas, mientras que la decoración presenta equipos agrícolas recuperados, una terraza al aire libre y un loft en el piso de arriba.
The Chicken Supply: este restaurante de pollo frito de Phinney Ridge ha recibido mucha atención de la prensa, y por una buena razón. Recientemente nombrado por Eater Seattle como el mejor restaurante nuevo de la ciudad en 2022, este agujero en la pared, con sólo un puñado de mesas, sirve los pájaros fritos más jugosos y crujientes. No te pierdas el arroz con ajo y el mochi de mantequilla super dope.
Off the Rez Café: este célebre restaurante y camión de comida, propiedad de indígenas, se ubica en el Museo Burke de Historia Natural y Cultura, en el campus de la Universidad de Washington. Ésta es tu oportunidad de probar el estofado de bisonte, el pan frito crujiente y los tacos indios. Después del almuerzo, recorre la impresionante colección del museo con más de 18 millones de objetos biológicos, geológicos y culturales del estado de Washington y todo el mundo.
Westward: escondido en la costa norte del lago Union, Westward es difícil de superar en una agradable noche. Los comensales llegan a pie, en automóvil, en kayak o en bote, y se asientan en el muelle mientras el sol poniente arroja rayos sobre los rascacielos del centro. Este restaurante frente al mar ofrece una fogata, asientos junto a la playa y un menú que se inclina por “mariscos sostenibles y platos marinos imaginativos de la costa del Pacífico”, lo que incluye una variedad de ostras locales frescas.
Ray’s Boathouse: esta antigua institución de Seattle está junto al muelle en Puget Sound, con vistas de las Olympic Mountains en la distancia y un menú centrado en mariscos de clásicos del Noroeste, como el salmón real de Alaska, pasteles de cangrejo Dungeness y la famosa sopa de pescado de Ray.