Río de Janeiro

Qué hacer en Paraty, la encantadora playa carioca

Enclavada entre el mar y la montaña, entre São Paulo y Río de Janeiro, ésta es una de las ciudades más encantadoras de Brasil.

POR: Juliana Saad, Mauro Marcelo Alves \ FOTO: Marcelo Oséas

Una diminuta ciudad costera barroca, rodeada por la mata atlántica y el Atlántico, en plena Costa Verde del estado de Río de Janeiro, a cuatro horas en coche de São Paulo y tres de Río, es perfecta para una escapada de unos días y un respiro verde en medio de grandes ciudades.

El colorido de Paraty, uno de los pueblos más bellos de todo Brasil, se despliega en calles de piedra y casas de estilo colonial. La bahía donde se encuentra es una promesa de aguas tranquilas. El mar es ideal para navegar en las embarcaciones que se rentan para excursiones por el litoral recortado por hermosas playas y salpicado de islotes.

¿Suena como un sueño? Sin embargo, es muy real. La ciudad acoge festivales literarios (como el Flip), de música y de fotografía que llenan sus estudios, restaurantes, pequeñas tiendas y hoteles con encanto. 

Los visitantes que llegan de distintas partes del mundo le dan un aire cosmopolita a Paraty. Flanquean las calles bloqueadas a los coches, zarpan hacia el mar o recorren los innumerables senderos y las cascadas de la región.

Los lugareños, llamados caiçaras, son una mezcla de indios nativos, africanos y colonizadores portugueses, y le dan la bienvenida a muchos extranjeros que se han enamorado de la belleza y la serenidad de la ciudad, y que han decidido echar el ancla allí.

Un origen dulce y embriagante

Situada en la Costa Verde del estado de Río de Janeiro, a 279 kilómetros de São Paulo y a 250 de la ciudad de Río, Paraty fue fundada en 1667 por los portugueses y se hizo conocida por albergar más de 200 molinos de caña de azúcar donde se destilaba la bebida espirituosa brasileña conocida como cachaça.

También fue un importante puerto en el siglo XVIII, del cual se sacaba el oro y las piedras preciosas del interior para llevarlas a Portugal, país que colonizó Brasil desde 1500 hasta 1822. Desde su puerto también se exportaba café de una región cercana.

Con el fin de estas exportaciones y el declive de la producción de café y cachaça (actualmente hay sólo seis fabricantes en el municipio), Paraty quedó inactiva hasta la década de 1970, cuando se construyó la autopista Río-Santos.

Al hacerse más accesible, abrió sus puertas al turismo nacional e internacional, con visitantes encantados por el buen estado de conservación de sus edificios barrocos y su belleza natural.

Lo que más seduce del centro de la ciudad es su ambiente de época, evidenciado por las hermosas casas blancas con puertas y ventanas de colores, y los callejones pavimentados con piedras de diferentes tamaños.

Abrazada por la naturaleza, Paraty está rodeada por el Parque Nacional de la Serra da Bocaina, el área de protección ambiental donde se encuentra Vila da Trindade, y la reserva de Joatinga; también limita con el Parque Estadual da Serra do Mar. Todo enmarcado por la selva atlántica, un bosque tropical que cubre gran parte de Brasil. Por todo ello, el municipio de Paraty está reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por su excepcional cultura, fauna y flora.

Los contornos del mar en la Costa Verde

Ir a Paraty significa embarcarse para pasar momentos tranquilos y sabrosos en el mar, en cualquier época del año y especialmente a fin de año y en el verano.

Pequeñas embarcaciones, lanchas rápidas, veleros y goletas salen del puerto con rumbo a playas e islas de gran belleza, en itinerarios con paradas para bañarse, contemplar el paisaje, comer y beber.

Hay 60 playas y algunas sólo son accesibles por barco, con una naturaleza todavía salvaje y una arena blanca y atractiva.

La Ruta de las Goletas (Rota das Escunas) conduce a una serie de lugares muy bellos, como las playas de Lula y Vermelha.

Más de 60 islas salpican la bahía de Paraty, algunas con bares y restaurantes, como la Ilha do Algodão, donde el tradicional Restaurante do Hiltinho sirve buen pescado; la isla se encuentra a unos 50 minutos en barco desde Paraty.

Si tuviéramos que elegir una excursión que no hay que perderse, sería ésta. Hace paradas para bucear y de vuelta al barco, mientras los tonos verdes de la selva se mimetizan con el mar.

Lo ideal es llegar entre las nueve y las 10 de la mañana al muelle y concertar el recorrido y el precio directamente con el piloto de una de las típicas embarcaciones de pescadores, en excursiones que duran de cinco a siete horas, o hacer una reserva con una agencia o un hotel para un día de navegación en lanchas rápidas, goletas o veleros.

¿Otro plan? Ir en coche o en barco a Trindade, un pequeño pueblo de pescadores a 30 kilómetros de la entrada de Paraty, donde hay algunas de las playas más bonitas de la costa. Entre ellas, Praia Brava, accesible por un sendero o en barco, sin residentes y rodeada por la mata atlántica, buena para los surfistas, así como Praia de Fora, mientras que Praia dos Ranchos, Praia do Cepilho la Praia do Meio son más familiares.

La más bonita para nosotros, sin duda, es Praia do Cachadaço, junto a una gran roca y rodeada de bosque. Desde allí se puede ir en barco o caminar por los senderos hasta la mayor atracción local, la piscina natural de Cachadaço, para disfrutar unos deliciosos y refrescantes chapuzones.

Y una atracción natural de rara belleza paisajística es el Saco do Mamanguá, un brazo de mar de ocho kilómetros de largo y dos de ancho que avanza hacia las montañas, con 33 playas y ocho comunidades de pescadores donde se pueden alquilar varias casas con el espíritu caiçara, así como hermosas villas junto al mar, con playas casi privadas y mucho lujo y confort.

La mejor manera de llegar a Mamanguá es en barco, partiendo del pueblo de Paraty-Mirim, que está a 18 kilómetros al sur de Paraty. Quien tenga aliento puede ir por un sendero empinado y largo a través del denso bosque atlántico, pero el esfuerzo vale la pena.

Cachaça, caminos y cascadas

Una de las cosas favoritas para hacer en Paraty es visitar las destilerías de cachaça. Bebida pura y omnipresente en tragos como la caipirinha, el coctel brasileño más famoso, con azúcar, limón y hielo, la cachaça también lo está en los platos de los bares y restaurantes locales, que la utilizan para realzar sus recetas.

Algunas destilerías reciben a los viajeros con degustaciones, como Engenho D’Ouro, en el kilómetro 8 de la carretera de Paraty a la ciudad de Cunha, con cachaças premiadas, y Paratiana, en la Estrada da Pedra Branca, kilómetro 1, con hermosos alambiques de cobre y un museo con más de 400 etiquetas brasileñas.

Son herederos de lo que dijo el comerciante inglés John Luccock en 1818: “El brandy de Paraty, sobre todo, es de gran aceptación”. En los molinos, casi todos en medio del bosque, hay que preguntar por los senderos y las cascadas de los alrededores para dar un paseo escuchando a los pájaros o bañarse en el agua corriente.

Casas blancas con ventanas de colores y hermosos hoteles

Ya hemos mencionado que Paraty atrae a los extranjeros y a algunos de ellos les gustó tanto que, después de años de visitar la ciudad con sus familias, abrazaron la idea de tener un negocio, quedarse una temporada o vivir allí: pintores, escritores, artistas y empresarios, estos últimos principalmente en la hostelería.

Tal es el caso de Alexandre Adamiu, presidente de Paris Filmes, que compró una hermosa casa abandonada en el centro histórico como regalo para su esposa, Sandra Foz. Décadas antes, su padre, Joviro Foz, descubrió Paraty (invitado por el padre del gran navegante Amyr Klink, quien también tiene una casa en la región) y compró los idílicos terrenos de Villa Bom Jardim, que se convirtieron en el refugio privado de la familia hasta que se abrieron recientemente a los huéspedes (los detalles se darán a conocer más adelante).

Tras años de reformas, en 1987, Alexandre abrió la Pousada do Sandi, el primer alojamiento de lujo de la ciudad. En la actualidad, Sandi, el hijo de Alexandre y Sandra, dirige el hotel junto a su madre, que ha decorado con gusto la casa colonial, la cual tiene piscina y un hermoso jardín con toques tropicales contemporáneos mezclados con artículos cinematográficos y piezas de artistas y artesanos locales.

Situado en Largo do Rozário, el Hotel Sandi cuenta, además de con amplios apartamentos y suites, con dos restaurantes: Pippo, dirigido por el chef italiano del mismo nombre y que ofrece platos de inspiración siciliana, y Pupus, especializado en mariscos regionales, parrilla y PANC (plantas de alimentos no convencionales); también hay un bar, Apothekario, y una heladería. Una agencia de experiencias facilita las visitas y excursiones de los huéspedes.

Fuera de la ciudad, el Hotel Sandi garantiza tranquilidad: la naturaleza exuberante y el confort de lujo en su Villa Bom Jardim, una hermosa propiedad junto al mar, a 15 minutos en barco desde el muelle de Paraty. 

La casa con siete suites y un loft (que a su vez tiene tres suites) está prácticamente escondida en la mata atlántica y por jardines con flores, árboles de pitangueiras, lichis, palmitos y la visita constante de pájaros.

Éste es un refugio ideal para los que buscan un retiro en la playa, en un lugar seguro, rodeado de servicios exclusivos y actividades de ocio, que van desde el stand-up paddle hasta practicar kayak. Todo en un ambiente de paraíso natural.

Conocer una ciudad con los ojos de alguien que ha quedado encantado con ella es una de las mejores cosas que se pueden descubrir en un viaje.

La hotelera Tetê Etrusco, por ejemplo, tras 12 años viviendo en Francia, incluida la Provenza, y viajando por el mundo, se enamoró de Paraty y creó el hotel boutique Casa Turquesa. Para ella, es una de las ciudades más encantadoras de Sudamérica. Igual de encantador es su hotel, frente al muelle del puerto, con sólo nueve suites enclavadas en una histórica casa solariega.

La Casa Turquesa es una atracción privada y un perfecto ejemplo de arquitectura colonial, inaugurada en 2008.

Sus paredes están decoradas con tonos de azul, amarillo dorado, verde y blanco, y armonizan con las maderas y piedras utilizadas en la construcción. Las sábanas blancas son de hilo egipcio y los artículos de aseo de las marcas nacionales Natura y Granado son sostenibles y ecológicos.

De hecho, se nota la preocupación por la sostenibilidad en cada detalle y nos cuenta que el hotel favorece a los pescadores y agricultores independientes de la región para que les suministren los mejores productos de temporada.

Y, para vivir los mejores momentos en el mar, la exclusividad continúa en la goleta privada de la Casa Turquesa, con un pícnic o almuerzo a bordo, previa reserva.

Éste es un hotel fuera de lo común, desde el desayuno hasta el té de la tarde, las tentadoras comidas y bebidas junto a la piscina, los paseos en barco, los masajes y el descanso en la suite, todo en él nos recuerda que representa el lujo orgánico esencial en un viaje.

Tetê nos cuenta que le encanta lo bucólico y la tranquilidad del pueblo con sus casas antiguas. “A última hora de la tarde es precioso ver el espectáculo de las golondrinas sobre la cúpula de la iglesia de Santa Rita. Una visita matutina al muelle de pesca para ver llegar a los pescadores con pescado fresco es una maravillosa ventaja de vivir aquí”.

Y nos desvela algunos de sus lugares favoritos de la ciudad: para comprar, artículos de decoración de C.A.N.O.A., arte indígena de Arte Brasil, cestería de Regio Paraty, piezas de Antiquário Corumbé y hamacas de Recanto do Pinto.

En cuanto a la comida, Tetê dice que “el italiano Punto di Vino es estupendo. Hay que pedir los espaguetis con pongole, o la pasta, el pescado y el marisco preparados al carbón. Y también O Refúgio, un clásico de Paraty, muy cerca de la Casa Turquesa. No hay que dejar de probar el famoso casadinho de gambas, típico de la ciudad”.

Fuera de ésta, recomienda “disfrutar el litoral en barco, con paradas para comer en el Recanto Caiçara, en Praia Grande o en el Bar do Dadico, en Saco do Mamanguá”.

Creatividad en la mesa

Paraty ya era Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su excepcional cultura, fauna y flora, y en 2018 recibió otro reconocimiento del organismo de la ONU: el sello de Ciudad Creativa en Gastronomía.

Su cocina, basada en el pescado, el marisco y los productos de las montañas cercanas, se llama caiçara, como sus habitantes originales. El plato más famoso es el pescado con plátano, o Azul Marinho, porque consigue ese color al cocinar el fruto verde con cáscara, el cual, en contacto con el calor, libera taninos que lo hacen azulado. Querrás probar y repetir; pídelo siempre con farofa.

Además de la cocina caiçara, hay varios restaurantes en Paraty y sus alrededores que sirven especialidades de diferentes partes del mundo.

La cocina típica tiene una de sus mejores direcciones en el restaurante Banana da Terra, donde siempre pedimos el filete de pescado cocinado en una salsa con especias del bosque y puré de plátano.

El hermoso Armazém Mar Restaurante & Empório está anclado en el puerto deportivo de Faro de Paraty, con vistas al mar y a la montaña; pulpo, pescado, langostinos y carnes están en el menú de inspiración brasileña. Y Gastromar deja su impronta en la cocina con técnicas modernas basadas en productos frescos y ecológicos.

Situado en la Marina Porto Imperial de Paraty, con música en directo los fines de semana, destaca también por su barco con un curioso nombre: Sem Pressa (Sin Prisa). A bordo, recorridos gastronómicos por la bahía y mariscos obtenidos directamente de los pescadores.

No hay que dejar de ir al restaurante Quintal das Letras, que trabaja con el concepto “de la granja a la mesa”, utilizando productos frescos de la huerta de la Fazenda Bananal en platos que siguen los principios de la cocina tradicional caiçara, con una ejecución refinada.

Se encuentra dentro de la Pousada Literária, en el centro histórico, el hotel oficial del Festival Literario Internacional de Paraty (FLIP) y también alberga la Livraria das Marés, con un acogedor café.

Fuera del centro, en la Estrada da Pedra Branca, una escapada única conduce a la hermosa Fazenda Bananal, que abastece al restaurante Quintal das Letras, situado en medio de la naturaleza, preservada en una construcción original del siglo XVII.

Restaurado tras una rigurosa investigación histórica y arquitectónica, es una gran escapada para quienes disfrutan explorar la naturaleza, con incursiones en el bosque atlántico.

A continuación hay que parar en el restaurante de la granja y probar el menú de temporada con ingredientes cultivados allí, en sistemas de producción agroecológica. Fresco, sostenible y muy local.

Paraty, que ha vivido varios ciclos en su historia –de la caña de azúcar, el oro y el café–, emerge hoy como un precioso lugar de rara belleza natural y arquitectónica, un impresionante retiro para pasar días de auténtico bienestar en tierra, montaña, playa y mar. Un pedazo de Brasil que hace que los visitantes quieran volver.

 

Año nuevo en Paraty 

A todos en Paraty les gustan las fiestas, en pequeños grupos o involucrando a los demás lugares del municipio, y, entre ellas, el fin de año es siempre muy especial.

En esta ocasión, el cambio de año tendrá lugar el sábado 31, con fuegos artificiales en el paseo marítimo, junto con celebraciones en restaurantes, hoteles, bares, casas, espectáculos musicales y en las calles y plazas. Un lugar perfecto para recibir el Año Nuevo con alegría y placer bajo las bendiciones del mar.

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