Hay que comprar los boletos con anticipación, llegar a tiempo y entrar con el grupo del horario asignado, pero, nada más cruzar la puerta, todos se quedarán mudos.
Una especie de holograma, con la cara de Alexander McQueen, que se va transformando poco a poco en una calavera, recibe a los visitantes y consigue que todos guarden silencio. A partir de ese momento, cada uno se irá perdiendo en una reflexión interna y no habrá teléfonos que distraigan ni conversaciones: el artista está presente.
Alexander McQueen: Savage Beauty abrió sus puertas en marzo y estará abierta al público hasta el 2 de agosto. La muestra, cuya curaduría estuvo a cargo de Andrew Bolton y Harold Koda, originalmente se presentó en el met de Nueva York en 2011. El éxito fue tal que la itinerancia parecía inminente. Londres fue la elegida.
Mientras uno recorre los salones, organizados por temáticas y con música que parece sincronizarse con el estado de ánimo, la palabra “visionario” retumba en la cabeza. Y es que cuesta trabajo encontrar mejor adjetivo para referirse al diseñador que empezó como aprendiz en Savile Row y consiguió, gracias a su talento, entrar a Central St. Martin.
Romántico y atormentado, la constante en los diseños de McQueen son sus hermosas formas y siluetas que van derivando a lo largo de sus colecciones en distintas temáticas, desde históricas o naturales hasta exóticas (o todas las anteriores).
El clímax de la muestra —un cuarto con cuatro niveles de lectura visual multiplicados en cuatro lados— termina de convertir a los espectadores en una especie de zombis. Es como si todos estuvieran en un trance sensitivo: la intensidad emocional es el resultado de las oposiciones dialécticas en las piezas, como la recurrente figura de la víctima y el victimario. Alucintante.
Alexander McQueen: Savage Beauty tiene una museografía cuidadosa y estudiada cuya narrativa lleva a los visitantes de la mano hasta llegar a la salida. Y sí, la salida es por la tienda del museo. Podemos garantizar que no hay quien se resista a comprar el libro, pues quien no termine enamorado tal vez no tenga corazón.
Victoria and Albert Museum, Cromwell Road, vam.ac.uk. Hasta el 2 de agosto de 2015