Egipto

Siwa: el oasis egipcio donde puedes nadar, pero no hundirte

En medio del desierto del Sahara, el oasis de Siwa espera a los viajeros con grandes sorpresas y naturaleza incomparable.

POR: Iker Jáuregui

Para encontrar una joya, muchas veces hay que salirse de los caminos turísticos usuales. Esta otra cara de Egipto está más allá de cualquier gran ciudad, en las desoladas profundidades del Sahara. Y, si lo que tienes en mente es el típico panorama de grandes pirámides y maravillas arqueológicas, probablemente te llevarás una sorpresa cuando te encuentres rodeado de palmeras y agua cristalina. Pero esto no es el Caribe, tampoco el Mediterráneo, si no el oasis de Siwa.

En Siwa también hay algunos vestigios arqueológicos.

Aquí se puede confirmar todo lo que la literatura, el cine y el conocimiento popular nos han explicado sobre los oasis. En efecto, son lugares mágicos, donde la naturaleza surge de la forma más improbable y esconden todo tipo de maravillas inesperadas. Siwa no es la excepción.

Los visitantes que se animan a hacer el viaje, de más de 7 horas desde alguna de las grandes ciudades de Egipto, como Cairo o Alejandría, se encontrarán con atardeceres espectaculares, paisajes que parecen sacados de una películas de ciencia ficción y pozas de agua turquesa, la verdadera razón por la que la mayoría de los viajeros llegan hasta acá.

La sal se mezcla con el agua para crear su efecto único.

Flotar en medio del desierto

Los oasis irrumpen en las condiciones más crudas y extremas para darle un descanso a los viajeros del desierto. Ahí encuentran sombra y, lo que menos se podría esperar en estos rumbos, agua.

Además de su prodigiosa presencia, los lagos y las pozas de Siwa tienen otra gran particularidad: quien nada aquí flota irremediablemente. Incluso es difícil sumergirse, pues el agua vuelve a sacar a los nadadores a la superficie.

Esto se debe a la densidad del agua, provocada por su alta salinidad. Las condiciones atípicas de la cuenca evitan que la sal se disuelva al evaporarse, como tendría que ser normalmente, y se mantiene en el agua.

Los lagos que rodean el oasis de Siwa llegan a rebasar los 4 mil acres.

A pesar de lo que su nombre podría sugerir, lugares como el mar Muerto o el mar Caspio, en realidad son otros lagos que comparten esta peculiaridad y que, de hecho, pueden tener una concentración de sal superior a la del agua de mar.

El agua de Siwa, sin embargo, es aún más salada que en cualquier destino. Ni siquiera es necesario saber nadar para entrar, pues la densidad mantiene a flote a los nadadores y sólo basta con relajarse en la superficie. Además, la sal del agua tiene propiedades terapéuticas para la piel, los ojos y las vías nasales. 

Los tonos turquesa de cuatro grandes lagos rodea el oasis y atrae a la mayoría de los viajeros, sin embargo, en el camino también hay algunas pozas que son el verdadero secreto de Siwa. Sólo los guías locales conocen el camino hacia estas albercas naturales que tienen una privacidad especial. 

Aquí la naturaleza es la protagonista del paisaje.

Otros imperdibles de Siwa

Para quien ya hizo el largo viaje hasta Siwa, hay otras cosas que vale la pena conocer y así sacarles provecho a las horas de carretera. Todo aquí se podría definir como una experiencia más local, más auténtica. Algo no tan sencillo de encontrar en uno de los países más visitados de África.

Un pequeño pueblo con el mismo nombre es vecino del oasis. Con alrededor de 20,000 habitantes no es ninguna gran ciudad y la mayoría de sus actividades están enfocadas en la naturaleza circundante. Sin embargo, es un vistazo ideal a la vida cotidiana en Egipto, lejos de los espejismos del turismo.

Las calles principales reflejan una actividad atípica para un lugar tan pequeño. Entre mercados, negocios y niños jugando, la vida se mueve con intensidad. Sus edificios color arena entran en armonía con el entorno y entre sus restaurantes es posible encontrar las opciones más tradicionales.

Por si el destino aún no fuera suficientemente surrealista, justo en una de las calles más transitadas de Siwa, se abre un hoyo en medio de la tierra que se llena de agua y conoce como el “Ojo de Cleopatra”. Aquí los locales y viajeros pueden sumergirse en agua dulce y limpiarse la pesada sal que los cubrió en las pozas del desierto.

Este es un viaje para los aventureros, sin embargo, eso no quiere decir que no haya opciones de hospedaje con todas las comodidades. Taghaghien Island Resort, por ejemplo, es un pequeño hotel boutique en medio de uno de los lagos de Siwa. Las cabañas de adobe y techos de paja no desentona con el horizonte, pero resguardan todo el lujo para sus huéspedes.

El “Ojo de Cleopatra”, justo en medio de Siwa.

 
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