Si bien es popularmente conocida por albergar la bolsa de valores y ser el hogar de uno de los barrios financieros más famosos del mundo, Wall Street también es el hogar de uno de los edificios art déco más importantes de la ciudad. Aunque “sólo” mide 199 metros de altura y es usualmente eclipsado por el Empire State y el edificio Chrysler (otras dos joyas arquitectónicas del mismo estilo), el antiguo edificio de la Irving Trust Company oculta una joya que tras 18 años cerrada podrá volver ser visitada: su lobby.
Aunque lo primero que salta a la vista es su espléndido techo dorado, su recibidor incluso tiene un nombre, Red Room (la habitación roja). Esto se debe a que los niveles inferiores del salón se encuentran cubiertos por unos mosaicos de color carmín que poco a poco se van degradando y se transforman en un amarillo suave que llega al techo.
Sueños dorados en Wall Street
La Habitación roja fue diseñada por Hildreth Meière, una de las artistas estadounidense más importantes del siglo XX. Los muros de 10 metros de altura que trazan el cuarto se caracterizan por sus formas figurativas; para diseñar este espacio Meière realizó un diseño abstracto tan asombroso como amigable. Una habitación esencialmente acogedora para los clientes del banco, que también es glamurosa y recuerda las atmósferas escritas en el Gran Gatsby.
La diseñadora es popularmente conocida por haber mezclado la estética novedosa del art déco con inspiraciones bizantinas, egipcias y clásicas. Su talento y estilo le permitieron trabajar con algunos de los arquitectos más famosos de su época, además realizó más de cien comisiones entre las que se encuentran murales en la Academia Nacional de Ciencias de Washington, en el Radio City Music Hall y la catedral neoyorquina de San Patricio. En el caso de la habitación roja, la autora reflejó la manera a través de la cual los estadounidenses estaban reinterpretando un estilo nacido en Europa en 1925.
One Wall Street: un ícono neoyorquino
El edificio fue construido en el número 1 de Wall Street para albergar las oficinas centrales de la Irving Trust Company. Fue inaugurado en 1931 y funcionó como tal hasta 1988, cuando el Banco de Nueva York compró la antigua empresa. Sin embargo, el rascacielos de 51 pisos fue vendido en 2014 a una desarrolladora que convirtió a la nonagenaria construcción en departamentos de lujo bajo el nombre de One Wall Street. En honor a esto se inició una intensa campaña de restauración, entre expertos alemanes y estadounidenses, cuyo objetivo fue devolverle al lobby rojo su antiguo esplendor.
Aunque muchos de los acabados de latón tuvieron que ser refabricados y los picaportes también se cambiaron, todos los otros elementos son originales. Los millares de azulejos fueron limpiados uno por uno, asimismo hallaron dos cajas de azulejos que nunca fueron usadas durante su construcción en los años 30. Este feliz descubrimiento permitió a los restauradores reemplazar las piezas que ya se encontraban demasiado dañadas por otras nuevas pero totalmente auténticas de los mismos intensos tonos dorado y rojo.
Una vez que todo el edificio de oficinas sea reconvertido en residencias, la habitación roja servirá como un espacio comercial. Esto significará que tras estar cerrado al público por casi dos décadas, el legendario recibidor volverá a estar abierto a los visitantes, quienes podrán ingresar desde la calle.
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