Chiapas es un estado rico por donde se le vea; cuenta una variedad de pueblos dignos de recorrer y maravillas naturales difíciles de encontrar en cualquier otra parte del mundo. La Selva Lacandona es una de sus principales fuentes de riqueza, su maleza es hogar de una vasta cantidad de animales endémicos pero también escondía, hasta hace unos años, los restos de una ciudad llena de secretos mayas.

La ciudad de Toniná, ubicada en el municipio chiapaneco de Ocosingo y cuyo nombre provienen del idioma itzal, que significa “la casa de piedra”, era ya conocida por los arqueólogos. Sin embargo, se le consideraba como una ciudad de poca relevancia hasta que se descubrió el secreto que la selva ocultaba con recelo: una pirámide artificial de más de 70 metros de altura –más grande que la Pirámide del Sol en Teotihuacán.

La pirámide

Esta referencia no es en vano, pues la ciudad muestra una gran influencia teotihuacana en varios aspectos. Empezando por la pirámide artificial, está formada por diez templos, cuatro palacios y siete plataformas, cada una de ellas con una función específica: ya fuera administrativa, real, habitacional o gubernamental. Lo anterior es algo raro en una ciudad maya, lo cual deja suponer un contacto con Mesoamérica.

El mural de la muerte

En la sexta plataforma de la pirámide materializa esta influencia mesoamericana. El “mural de la muerte” plasma no sólo la leyenda teotihuacana de los soles cosmogónicos y la llegada del inframundo a la tierra, sino también la cultura bélica desmintiendo la creencia que se tenía de los mayas como una cultura pacífica y científica.

Cultura bélica

Toniná está llena de referencias a sacrificios y guerras. En las construcciones se observan esculturas de personas arrodilladas, con las manos atadas e implorando piedad así como inscripciones que detallan su creencia que la sangre humana como alimento al universo. Esto último era aplicado especialmente a los líderes de sus enemigos, por lo que veían en la guerra una oportunidad para obtener la sabgre.