Aviones supersónicos y trenes ultra veloces: el futuro del transporte

Más rápido, más eficiente y más sustentable, estas son las tendencias de la nueva movilidad.

25 Feb 2022
Aviones supersónicos y trenes ultra veloces: el futuro del transporte

Siempre que los humanos jugamos a imaginar el futuro, el tema de la movilidad es uno de los que más nos cautiva. Los aviones supersónicos, los hipertrenes, los choches eléctricos y autónomos. El futuro que imaginamos durante gran parte del siglo xx nos hizo pensar que un mundo mejor tendría autos voladores y máquinas que podrían llevarnos al espacio en un abrir y cerrar de ojos. Muchas cosas fallaron en esa ecuación, pero había sobre todo un detalle en esa manera de pensar el porvenir que se nos escapó: la sustentabilidad. El futuro en esos términos no sólo ya llegó, sino que también ya pasó de moda.

Pongamos como ejemplo la historia del Concorde: el avión supersónico que conectaba París y Nueva York en tan sólo tres horas y media, el cual realizó su primer vuelo en 1969 —y el último en 2003—. Durante esos 34 años, el Concorde voló entre Londres, París, Nueva York, Río de Janeiro, Ciudad de México y Caracas haciendo muchísimo ruido y quemando más de 25,000 litros de combustible por hora (una huella de carbono que hoy resulta totalmente absurda). El aparato rompía la barrera del sonido y emitía una escandalosa explosión sónica, por lo que no se le permitía cruzar ese umbral de velocidad sobre zonas habitadas. La gota que derramó el vaso fue el accidente del vuelo de Air France en el año 2000, en el aeropuerto Charles de Gaulle. Aquel incidente fue el último en una larga lista de problemas que les dio a Air France y a British Airways la excusa perfecta para terminar un programa que apenas llegó a construir 20 aeronaves.

Mil kilómetros por hora

En 2013, Elon Musk publicó “Hyperloop Alpha Paper”, un documento que exploraba las posibilidades de una tecnología de levitación magnética conocida popularmente como maglev. Desde entonces, y en parte porque la tecnología se compartió como un hardware libre, muchas compañías han explorado el hyperloop como un sistema de transporte alternativo que se asemeja a lo que hoy conocemos como un tren magnético (pero con algunas modificaciones significativas y mucha mayor velocidad).

Simplificando mucho: el hyperloop es un sistema en el que una cápsula avanza por un tubo sin hacer contacto con la superficie gracias a una serie de magnetos que la hacen levitar. Esto provoca que no haya fricción, lo que le permite a la cápsula alcanzar grandes velocidades. Tampoco hay fricción con el aire, porque otro sistema lo aspira. El resultado es una tecnología que permite alcanzar unos mil kilómetros por hora, mucho más veloz que los 400 kilómetros del famoso tren bala japonés —el Shinkansen— y hasta más rápido que un Boeing 737, el avión comercial más común del planeta y que suele desplazarse a una velocidad de 850 km/h. (¿Alguien más se acordó de la poste pneumatique de París al leer esto?)

En la carrera por poner en marcha este sistema hay al menos ocho compañías, aunque solamente Virgin Hyperloop ha conseguido realizar un viaje de prueba. El 8 de noviembre de 2020, dos pasajeros hicieron el recorrido en una pequeña cápsula experimental que alcanzó 172 km/h en tan sólo cinco segundos. Los siguientes pasos llevarán a la compañía a crear un espacio de pruebas mayor para revisar la seguridad del proyecto. Y aunque ya es posible ver videos en línea que reproducen lo que debería ser la experiencia de viajar en el hyperloop, los cálculos más realistas señalan 2027 como el año para la llegada de este nuevo transporte a la movilidad comercial.

No hace falta ser un experto para imaginarse algunos de los problemas que podría enfrentar el hyperloop en un futuro cercano. Primero, se requiere una infraestructura considerable antes de poner en marcha las rutas, por lo que muchos de los proyectos se desarrollan en conjunto con los gobiernos. Hay que considerar también que se trata de tubos herméticos, sin ventanas y muy estrechos. Aunque la experiencia de viaje sería relativamente corta, varios expertos piensan que el movimiento en las cabinas podría ser brusco y poco placentero, y que podría haber complicaciones serias si los tubos sufrieran alguna desalineación.

1,700 kilómetros por hora

Como lo dijimos al principio, el fin de las operaciones del Concorde fue para algunos el fin de la aviación supersónica. Y, de hecho, no fue el único proyecto fallido en aquel inicio del milenio. En 2001, Boeing había anunciado también su Sonic Cruiser, un avión comercial subsónico que buscaría ocupar el lugar del Concorde, solucionando algunos de sus mayores problemas: la contaminación auditiva y la eficiencia del combustible. Incluso American Airlines llegó a apoyar el proyecto, pero la crisis derivada de los atentados del 11 de septiembre de 2001 obligó a Boeing a modificar el proyecto, convirtiéndolo en lo que fue más tarde el Dreamliner, el primer avión comercial que puso el foco no en la velocidad, sino en la eficiencia y la sustentabilidad, al consumir 20 % menos combustible que cualquier otro avión de ancho fuselaje (apenas 20 años después hay casi 700 de estos aviones surcando los cielos, lo que sin duda demuestra su éxito).

No todos abandonaron el sueño y fue así como un personaje llamado Blake Scholl fundó Boom Supersonic, en 2014. La promesa de la compañía de Scholl son aviones supersónicos (1,200 km/h), sustentables y económicos, tres adjetivos que cuesta trabajo imaginar juntos. Boom promete que su tecnología conectará 500 destinos del planeta por menos de 100 dólares, lo que haría que la movilidad supersónica fuera la más accesible.

El primer modelo llevará por nombre Overture y estéticamente es muy similar al Concorde o el Tupolev (la versión soviética). Alas delta, una nariz puntiaguda y un fuselaje estrecho hacen que nos resulte familiar. La diferencia radica en los materiales, ya que esta nueva versión se fabricará con fibra de carbono, lo que lo hace considerablemente más liviano. Se supone también que será mucho menos ruidoso y, más importante, nada contaminante.

De entre todas las promesas de Boom, ésta quizá suene como la más ambiciosa. La idea es utilizar un combustible del todo neutral, que aprovechará el CO2 en el aire para regresarlo ahí después de la combustión. La explicación de la compañía no aclara mucho más, pero sí menciona que el encargado de producir ese combustible será Prometheus Fuels. El sitio oficial de Prometheus explica que su combustible es neutral, pero tampoco da demasiados detalles (eso sí, tiene un diseño lleno de animaciones y botones que hacen que la pantalla se mueva).

Si somos sinceros, muchas de las promesas de Boom suenan demasiado buenas para ser verdad. Decir que habrá 500 ciudades conectadas por estos aviones es algo exagerado (sobre todo cuando apenas una aerolínea ha hecho un pedido oficial). El precio es otro de los temas difíciles de imaginar, sobre todo cuando hoy un boleto de avión por menos de 100 dólares ya es de por sí raro (consideremos que actualmente hay en cualquier momento al menos 9,500 aviones sobrevolando el planeta, es decir, la oferta es muy grande y aun así los costos resultan altos). La línea de tiempo es también apretada: Overture estaría volando con pasajeros para finalizar la década.

Más allá del escepticismo, United dio un paso muy significativo en junio de 2021, al levantar una orden por 15 aviones que deberían entregarse también en 2029, lo que llevó al proyecto de Boom a los noticieros y los periódicos. De la noche a la mañana, el proyecto de Boom se convirtió en una realidad mucho más tangible que, de hacerse realidad, tendría su base en Newark.

18,303 kilómetros por hora

De entre todos los proyectos de movilidad humana en la Tierra, el más extravagante es también responsabilidad del señor Musk y no tiene siquiera un nombre. La idea es utilizar la misma tecnología que está desarrollando su compañía SpaceX para llevar cohetes al espacio, pero para mover personas alrededor de la Tierra; para ser exactos, de Nueva York a Shanghái en 39 minutos. El video promocional muestra una plataforma de lanzamiento en medio de la bahía de Manhattan. El transporte aterriza en China un par de minutos después. Una tecnología de este tipo podría conectar toda la Tierra en menos de una hora. Suena extremo, lejano y muy divertido.

 

 

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