Un paseo por la historia mercantil de la ciudad
Con los socios de Club Travesías visitamos los lugares que dieron pie al movimiento comercial del Centro Histórico.
POR: Ritta Trejo
El Centro Histórico de la Ciudad de México se caracteriza por tener un gran movimiento y afluencia de personas. Ahí, todos los días sucede algo, y ese ir y venir lo convierten en el sitio ideal para el comercio.
Ese fue el motivo principal por el que los socios de Club Travesías visitamos el Centro. Comenzamos nuestra caminata junto a Aldo Solano, especialista en Historia del Arte y Diseño Industrial, quien nos explicó la razón por la que la zona es y ha sido un área de desarrollo comercial desde sus inicios.
El pionero de todo el movimiento de compra y venta fue el Centro Mercantil, que con el tiempo se transformó en el Gran Hotel de México. Durante el siglo XIX, este espacio funcionó como el primer gran almacén de la ciudad. Su estética influenciada por el art nouveau francés es impecable, su diseño interior está decorado con tapices de la época y la geometría de su domo y sus vitrales permiten el paso de luz natural al interior.
Así, con la idea de recorrer más almacenes del Centro nos encontramos con el edifico del Antiguo Correo Francés, sobre la calle de Palma. Inspirado en la escuela de Chicago, su arquitectura contrasta con la majestuosidad del Gran Hotel. Denota un estilo más sobrio, pero elegante, con grandes ventanales al exterior, forrado en mosaico veneciano.
Después llegamos a Casa Boker, una ferretería de origen alemán que sobrevive a su época, con una decoración perfectamente organizada y un catálogo que ofrece desde artículos de jardín, herramientas y cocina hasta artículos de uso personal. Un espacio congelado en el tiempo.
Más tarde, caminamos sólo unas cuadras hacia 20 de Noviembre y nos encontramos con la famosa esquina que alberga el edificio del Palacio de Hierro y Fábricas Universales, con un lenguaje más moderno en art deco, grandes marquesinas, aparadores y un patio interno. El Palacio de Hierro fue remodelado por el arquitecto Paul Devois, después de sufrir un incendio en 1914. De forma simétrica, en el exterior se construyeron dos torres con un armazón metálico y pequeños ventanales que sirvieron de observatorio.
Fue el edificio más alto en esos años, decorado en mármol blanco y con dos patios internos que reflejan mucha luz. Durante nuestro paseo con los integrantes de Club Travesías nos dieron acceso exclusivo a dichos miradores para ver la ciudad desde ese punto.
Finalmente entramos a Liverpool, una tienda mucho más modesta en su construcción. La obra fue comisionada al arquitecto Enrique de la Mora, uno de los más grandes exponentes de la arquitectura moderna mexicana, y después de ver todos los detalles decorativos, terminó nuestra tarde con este fabuloso recorrido a través de la historia y el tiempo de nuestra ciudad, una experiencia única que se vive al ser parte de Club Travesías.