Nueva York: capital del arte

La semana de la Frieze Art Fair es idónea para disfrutar de la oferta cultural de NY. 

10 Aug 2017

Nueva York siempre exagera, ya sea con sus restaurantes, con sus tiendas o con sus galerías, en la Gran Manzana todo tiene que ser siempre más grande, más ostentoso. Aquí, el tamaño y la oferta siempre importan, y mucho. Por eso, cuando uno pasa como cualquier mortal por aquí, suele sentir una enorme presión de ese Nueva York que se te viene encima, que te hace sentir pequeño e indefenso, que uno no es nada.

Decido salir a pasear, y elijo la ruta que sigue el camino del río. Es una tarde hermosa, muchos neoyorquinos corren, otros pasean con sus perros. Yo llevo de compañera a Osa, la perrita de mi amigo Federico. Los transeúntes se nos quedan viendo, no saben qué raza es Osa y eso los desconcierta. A diferencia de la ciudad de México, en Estados Unidos el perro callejero no es cosa de todos los días.  Mi primera parada es lo que hace muchos años era un antro, un “hoyo” favorito de artistas y locales, se llamaba el Passerby. El lugar está derruido por el agua del último huracán; la basura y los desperdicios siguen ahí, huele a humedad. Nos recibe una mesa llena de latas de Tecate vacías y después de algunos minutos podemos entrar. Para los visitantes que disfrutan Nueva York por su oferta cultural, esta semana no tiene comparación, hay cosas pasando todos los días.

Hace 22 años…
¿Qué tiene Nueva York que atrae a toda esta gente? ¿Qué pasó aquí hace 22 años? ¿Y qué pasa aquí ahora?  El New Museum aventuró una respuesta a esa pregunta con su expo NYC 1993: Experimental Jet Set, Trash and No Star. La muestra funcionaba como una cápsula del tiempo, un ejercicio de la memoria colectiva, la ciudad vista como un imán que atrajo a jóvenes artistas contemporáneos que por esos años empezaban a consolidarse. La fotógrafa Lina Bertucci, con sus retratos de los artistas de la época, encapsuló perfectamente el mood de la ciudad. Ahí estaban Charles Ray, Kiki Smith, Rikrit Taravanija, Paul McCarthy, Matthew Barney, Gabriel Orozco, Maurizio Cattelan y Rudolf Stingel, entre otros.

La lista de los artistas que pasaron por Nueva York en 1993 incluye a personajes como Gillian Wearing, Sarah Lucas, David Hammons, Matthew Barney, John Currin, Andrea Fraser, Nan Goldin y Mike Kelley. Algunos quizá ya consagrados en esa época, otros en vías de, lo que sí se ve claramente es cómo Nueva York en esa década atraía a gran parte de los artistas que en las siguientes décadas iban a marcar la producción del arte contemporáneo.

Nos acercamos a Jerónimo Hagerman, un artista que divide su tiempo entre México y Barcelona, para que nos hiciera una recomendación de arte público en Manhattan. En diez minutos estamos en Time Landscape, de Alan Sonfist, un monumento viviente dedicado al bosque que alguna vez habitó esta isla. El proyecto se propuso en 1965, después de una extensa investigación sobre la botánica, la geología y la historia de la zona. Sonfist y un grupo de la comunidad sembraron esta parcela de 25 por 40 metros en la esquina de La Guardia Place y West Houston, en pleno Greenwich Village. El espacio inauguró en 1978 y es un paisaje del siglo XVII encapsulado en el tiempo.

Parece un parque perdido en la mitad de la mancha urbana, pero viéndolo a detalle uno nota que los árboles, las plantas  y la hierba salvaje han crecido sin cuidado. Qué suerte encontrarte a un amigo que te acompaña y en menos de diez minutos te enseña una pieza/parque que lleva mas de 40 años ahí. Con tantas cosas pasando en esta ciudad son éstos los proyectos que se esconden, pues podrían estar justo ahí sin que nadie se diera cuenta.

Seguimos caminando y en cinco minutos llegamos al número 141 de Wooster Street en Soho, al ya famoso Earth Room, de Walter de Mariauna escultura interior de tierra, para ser exactos. Son 335 metros cuadrados de un departamento cubiertos del más sencillo de todos los materiales: tierra. Éste es el tercer Earth Room de Walter de Maria, el primero lo instaló en 1968 en Munich, el segundo lo montó en el Hessisches Landesmuseum de Darmstadt, también en Alemania. Ninguna de estas dos primeras instalaciones sigue en pie, aquí la pieza continúa mostrándose desde 1977. Además del contraste de color entre la tierra oscura y las paredes blancas, la concentración del olor a tierra en plena ciudad te deja marcado. Esta instalación fue comisionada y es mantenida por la Dia Art Foundation, y la experiencia de tocar un timbre, subir un par de pisos y llegar a ver esto, no se compara con nada.

Frieze Art Fair
Con toda su historia cultural, sus museos, expos y galerías, a Nuevo York le faltaba una feria de arte con más punch. Sin duda, la llegada de Frieze en 2012 vino a rejuvenecer la escena artística. Se lleva a cabo en Randall’s Island Park, el primer gran acierto de los organizadores. Para llegar, la mejor opción es tomar un ferry de 12 dólares que sale del muelle de la calle 34 y te deja directamente en la feria.

El viaje no dura más de 15 minutos y me muestra una perspectiva de Nueva York que yo no conocía. Resulta extraño pensar que es más rápido moverse por agua: sin el tráfico de las calles uno puede llegar al otro extremo de la isla en minutos, sin estrés y disfrutando un paisaje de la ciudad poco conocido. En la feria participan alrededor de 200 galerías. Además se acompaña con algunos proyectos y comisiones curadas específicamente para la feria, como las esculturas fuera de la carpa, un gran pretexto para caminar por el parque teniendo a la vista el río. Otro punto extra que hace más placentero el plan de la feria es su habitual selección de restaurantes.

Tengo unos minutos para platicar con Cecilia Alemani, curadora de los proyectos especiales de 2013 y 2014. Cecilia es, además, la curadora del High Line, uno de los mejores programas de arte público en el mundo. Para Frieze, Alemani invitó a artistas como Liz Glynn, Maria Loboda, Mateo Tannatt, Andra Ursuta y Marianne Vitale. Alemani buscaba una interacción con el público en actos muy básicos como comer, tomar y platicar. Un buen ejemplo es el proyecto de Liz Glynn que recreó un bar escondido dentro de la feria en donde el público, después de escoger una caja secreta, podía tomar un coctel hecho especialmente para ellos y quedarse escondido por un tiempo dentro del espacio.

High Line y Chelsea
Platicar con Cecilia nos dio el pretexto perfecto para caminar por el High Line. Este parque público/ex vía de tren está lleno de arte, esculturas, proyecciones, comisiones específicas, un billboard que va cambiando cada par de meses. Definitivamente es uno de los proyectos de reactivación de un área en desuso más exitoso. También es idóneo porque se pueden visitar las galerías de Chelsea de paso. Uno puede empezar desde Gansevoort Street y seguir hacia el norte hasta parar a la altura de la calle 26 para hacer un recorrido en zigzag de todas las galerías.

Se puede hacer un paréntesis y pasar a Printed Matter para ver publicaciones de artistas en ediciones únicas y continuar a Alexander and Bonin para ver su exposición temporal. Para concluir el tour exprés llegamos a la galería Hauser & Wirth, que representa tanto a artistas establecidos como a independientes.

Todo es exagerado en Nueva York, desde la comida hasta el arte. Por eso, no hay mejor ciudad para ver, descubrir o aprender del arte contemporáneo.

Guía práctica

Dónde dormir (en semana de feria)
The Tribeca Grand se encuentra en la frontera entre Soho y Tribeca. Su ubicación es perfecta porque se puede caminar a las tiendas, restaurantes y galerías del barrio. A menos de dos minutos caminado te topas con All Good Things, un mini mercado, con un súper café, un puesto de flores impecable y uno de los mejores hot cakes que he probado en mi vida. Pero no te puedes perder los brunchs del fin de semana en el Tribeca, que son amenizados por una increíble banda de jazz. Otro highlight del hotel es su Bar The Church, con una lista de cocteles espectacular, no se puede ir uno sin probar su Martini sucio.

  • Tribeca Grand; 2 Ave Of The Americas
  • T. +1 (212) 519 6600
    Frieze 2015
  • Del 14 al 17 de mayo, Randall’s Island, Manhattan
  • Para comprar boletos en línea hay que ir a friezenewyork.com y hacer el pago con tarjeta.

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