Existen en todos los destinos y a veces ni siquiera los viajeros con más experiencia pueden evitarlas. Se disfrazan de oportunidades providenciales, de golpes insólitos de buena suerte que ponen justo lo que buscábamos en nuestro camino, pero rápidamente se revelan como engaños descarados de precio excesivo. Caer en una tourist trap puede ser una de las experiencias más desafortunadas de viaje.
Como se traduciría literalmente, las trampas para turistas son precisamente atractivos engañosos (aunque en ocasiones no, sino simples clichés locales) que se aprovechan del desconocimiento de los viajeros. Aunque no tienen una forma única, suelen ser anunciadas por vendedores muy insistentes o folletos ostentosos. Entre más grande y popular sea el destino, más alta es la probabilidad de encontrarlas. Son comunes en Nueva York, París, Roma y en general en cualquier centro turístico más o menos famoso.
Los viajeros que no están muy familiarizados con el lugar al que llegan son presa fácil de estas experiencias, que se venden como lo “más auténtico” de la ciudad. Puede tratarse de un souvenir para llevar a casa, de un restaurante que probablemente no será muy bueno o de un decepcionante museo. Pero ¿cómo detectarlas? ¿Hay alguna forma de librarse de ellas?
No todo lo que brilla es un souvenir
Una de las formas más comunes de engañar turistas despistados es a través de los souvenirs. Muchos viajeros maravillados quieren llevarse un pedazo del destino a casa, como recuerdo o regalo, pero la mayoría de las veces pagarán pequeñas fortunas por productos innecesarios o de mala calidad. Los vendedores se aprovechan de una especie de “nostalgia prematura” del comprador, que se convence a sí mismo de gastar bajo el argumento de que es una oportunidad que no volverá a tener nunca.
Pero, seamos honestos, de regreso a casa nadie usa las playeras con ilustraciones y frases chuscas – recuerdos típicos de playas mexicanas – y los llaveros de la Torre Eiffel – infalibles regalos de París – siempre terminan olvidados en el fondo de un cajón. A veces podrás encontrarte con auténticas joyas de la artesanía en tu viaje, pero quizá lo mejor sea reflexionar sobre el propósito de tus compras y, por supuesto, siempre estar seguro de pagar un precio justo para ti y para el vendedor.
Si el menú tiene fotos, probablemente es una tourist trap
Estás de viaje. Vas atravesando una calle concurrida, cerca de algún monumento importante o un gran museo y, de pronto, escuchas una voz que te llama. Se intensifica y al borde de los gritos por fin capta tu atención. Antes de que puedas reaccionar, ya tienes un menú en la mano y un vendedor te ofrece su atractiva promoción del día. Mientras te muestra las fotos de sus platillos – porque, eso sí, siempre tienen fotos –, te jura que son la opciones más auténticas del barrio. Muchas veces la técnica de venta es tan buena o la insistencia tan apasionada, que terminas por ceder, pero lo que recibes en tu plato no se parece nada a la fotografía que viste.
No importa el destino, ésta es una situación típica de todos los viajes y puede ser muy fácil caer. A veces la cocina local es un verdadero misterio y normalmente el hambre gana después de un día entero conociendo una ciudad. Sin embargo, para encontrar un buen restaurante lo más recomendable es tomar la decisión con calma y alejarse un poco de los barrios turísticos. Siempre es bueno llegar con alguna idea de dónde puedes comer en la ciudad. Antes de viajar, puedes preguntar por recomendaciones a quienes ya hayan hecho el viaje, buscar evaluaciones en sitios de internet y guiarte por las listas de medios.
Aunque eso implique comer más tarde, probablemente lo agradezcas cuando estés sentado frente a un platillo más auténtico y no tengas que pagar una fortuna por una mala comida.
No todo es un lugar por conocer
Aunque es verdad que algunas ciudades son auténticos museos y podría llegar a parecer que todos sus edificios son lugares históricos que vale la pena conocer, la realidad es que no siempre es así. Antes de pagar un tour o entrar a un museo, es mejor estar seguro de lo que verás en el paseo. Si no investigaste, quizá lo mejor sea seguir las evaluaciones que otros viajeros han dejado en plataformas como Google o Tripadvisor, así te podrás dar una idea de si, por ejemplo, vale la pena tomar el recorrido del Sena en barco o cuáles son las mejores atracciones para ver en Madrid.
En principio, hay algunos casos típicos que se repiten en varias ciudades y que deberías de evitar a toda costa, como los museos de cera, los tours de las estrellas o los infames museos de la tortura, muy comunes en Europa. El supuesto balcón de Julieta Capuleto es otra famosa tourist trap que todos los años atrae a miles de viajeros a Verona. Con el tiempo se ha convertido en un destino imperdible entre los románticos que aseguran fue donde Romeo se encontraba con Julieta. Sin embargo, el edificio no tiene ninguna diferencia con otras casonas viejas en el centro de la ciudad y la historia no es más que un mito que el ayuntamiento y las tiendas de souvenirs han aprovechado.
Hay que llegar preparado
La única forma en que puedes estar seguro de evitar las trampas es si conoces tu destino antes de llegar. Aunque siempre es bueno estar abierto a probar nuevas opciones y salirse un poco del plan, cuando sabes bien qué es lo imprescindible en algún lugar y organizaste tus visitas con tiempo, entonces es probable que no te lleves ninguna sorpresa desagradable como caer en una tourist trap.
Para los que no planean lo suficiente o también quieren improvisar un poco, es mejor saber dónde buscar y a quién preguntarle. Tal vez los jardines de la Torre Eiffel o la Plaza del Coliseo no sean los mejores lugares para encontrar experiencias auténticas en París y Roma. Lo ideal es salir de los sitios en donde se aglomeran los turistas y abundan los promotores de tours. Si vas a pedir tips y recomendaciones, asegúrate de hacerlo antes de llegar. Si no tienes conocidos que hayan viajado a tu destino o viajaste sin demasiada previsión, entonces siempre puedes apoyarte del concierge en el lugar donde te hospedas o incluso acercarte a algún local para pedir consejos. Por ejemplo, nadie conoce mejor una ciudad que sus taxistas y, en la mayoría de los casos, siempre tienen una buena recomendación para darte.