Relegadas al primer tiempo, las sopas no acostumbran a ser protagonistas. Su función en un menú tradicional no suele ser más que para abrir el apetito, como antesala del plato fuerte. Sin embargo, su sabor es entrañable. Quizá tiene que ver con su calidez o con las cualidades curativas de algunas recetas, como el infalible caldo de pollo, pero lo cierto es que pocos platillos nos son tan familiares. Porque las mejore sopas siempre son un abrazo al corazón, buscamos en cocinas de todo el mundo y encontramos nuestras favoritas.
Bisque de Francia
Cremoso y caliente, el Bisque es uno de los platillos más memorables de la gastronomía francesa. Se cocina a base de algún marisco, normalmente langosta, pero también puede ser cangrejo o camarón. Su característico sabor se consigue incorporando vino blanco e ingredientes aromáticos como poro, hinojo o perejil.
Pero el verdadero secreto de la receta está en empezar salteando los mariscos, aún sin pelar. El calor libera los jugos, aportando el sabor más intenso de la sopa. El resultado final debe de ser una mezcla de aromas que se debate entre los mariscos, las especias y el vino blanco. Todo con una consistencia cremosa que hace una de las mejores sopas del mundo.
Sopa de miso de Japón
El acompañamiento por excelencia en la cocina japonesa, la sopa de miso se compone de caldo dashi y pasta miso. El dashi es un especie de caldo de pescado y algas que se usa en varias recetas japonesas, como fideos y salsas. La pasta miso es un fermento del hongo koji mezclado con soya y sal marina.
La sopa mezcla ambos ingredientes y suele agregar tofu en cubos, algas y verduras. Se sirve caliente durante el desayuno, la comida o la cena y su preparación tiene ligeras variaciones en todo Japón.
Sopa de tortilla de México
Quizá no sea lo más famoso de la comida mexicana, pero hay algunas sopas y caldos, como la de lima o el tlalpeño, que brillan en nuestra gastronomía. Aunque la sopa imprescindible en cualquier mesa mexicana es, desde luego, la de tortilla. Originada en el centro del país, se elabora con un caldo de jitomate y chile, acompañada de tiras de tortilla frita, chile pasilla, crema, queso fresco y perejil. Aunque pueden existir variaciones.
La cantidad de ingredientes se apilan y emergen por encima del caldo, por lo que hay revolver bien e incluso machacar las tiras de tortillas con la cuchara antes de empezar a comer.
Clam Chowder de Estados Unidos
El chowder es un tipo de sopa espesa que se prepara con leche, sal y tocino y se cuaja con galletas saladas molidas. Restaurantes de la costa este de Estados Unidos inventaron esta receta como una alternativa para los comensales que por tradición religiosa no comían carne los viernes y durante la cuaresma. En la actualidad es un platillo básico en estados como Maine o Massachusetts.
Se prepara con almejas cocinadas al vapor y el jugo que se desprende del proceso. En algunos casos se mantienen las conchas y es muy común que se sirva dentro de un bowl de pan. También puede acompañarse de papa y cebolla.
Sopa Minestrone de Italia
Además de pasta y pizza, el otro platillo esencial de la comida italiana es la sopa Minestrone. A pesar de ser una de las mejores sopas del mundo, no hay una receta fija para prepararla. Esencialmente es una sopa de verduras un poco más espesa de lo normal, pero sus ingredientes varían de temporada en temporada, dependiendo de lo que esté disponible.
La cocina ha ido agregando arroz, fideos y queso parmesano a través del tiempo. En otras latitudes, como Latinoamérica, se han animado a crear sus propias variaciones a base de frijol y carne.
Sopa de cebolla de Francia
Para muchos, ésta ocupa el primer lugar entre las mejores sopas del mundo. Indudablemente es una de las más famosas. Pocos se toman tan enserio su comida como los franceses y una buena sopa de cebolla es el inicio más lógico de lo que se ha convertido en un ritual.
Como su nombre lo indica, su principal ingrediente es la cebolla, que se sirve cortada a la juliana y caramelizada. El caldo de hortalizas o carne puede agregar vino blanco y harina para espesarse. Se sirve caliente con una capa de queso gruyer derretido y una rebanada de pan en el fondo.