Caminando por la elegante Avenue Kléber, hacia el icónico Arco del Triunfo, los parisinos tendrán ahora una nueva escala: detenerse a mirar a dos imponentes estatuas blancas de leones chinos, que resguardan la entrada del último hotel-palacio de la ciudad que finalmente abrió sus puertas en la capital francesa. El mítico Pensinsula de Hong Kong ha llegado finalmente a Europa, y París fue el destino elegido para esta primera lujosa propiedad.
Éste no será un hotel ordinario. El edificio se inauguró en 1908 como The Majestic, un clásico gran hotel europeo que compitió con hoteles como el Ritz y Le Crillon por ser el favorito de la ciudad para recibir a la realeza, los magnates y las glamorosas estrellas de cine, mientras que George Gershwin escribía An American in Paris cuando estaba hospedado aquí. Después de la Segunda Guerra Mundial, el palaciego edificio fue ocupado por el Ministerio de Exteriores francés y se utilizó para conferencias internacionales de alto nivel, antes de que el Peninsula comenzara los seis años de meticulosa renovación y restauración para regresarle a esta institución de la belle époque su antigua gloria.
Hoy el esplendor del Peninsula se siente al instante en el que uno camina por la puerta principal hacia el inmenso y opulento lobby, cuyos altos techos están decorados con intrincados frescos, lustrosas hojas de oro y brillantes candelabros. Es como si entraras en un salón de baile de principios de siglo. Siguiendo el más puro estilo Peninsula, el lobby es el corazón y el alma del hotel, animado y lleno de vida, donde puedes cenar a cualquier hora, o tomar café y croissants en el desayuno, y té en la terraza por la tarde, o hasta disfrutar de un delicado plato de macarrones de jazmín y un cognac ya bien entrada la noche, con la compañía del pianista residente.
El arquitecto y diseñador de interiores francés, Richard Martinet, supervisó meticulosamente esta renovación tal y como si se tratara de un proyecto de un museo, utilizando a los mejores artesanos de Francia para restaurar todo, desde el mármol hasta los mosaicos, las vidrieras, los murales y los decorados en madera. Y para complementar este homenaje a l’art de vivre francés, en todo el hotel hay sutiles detalles que recuerdan el distintivo acercamiento de Peninsula a la hospitalidad y el lujo: el suntuoso afternoon tea, los botones con sus impecables uniformes blancos y sus sombreros sin ala, una flota de limosinas perfectas para los caprichos más excéntricos (tienen desde un Rolls-Royce 1934 vintage hasta un Mini Clubman con chofer) y hasta los secadores de uñas miniatura que son la fascinación de cualquier chica. Y hay algunos detalles puramente parisinos: sobre todo, la increíble vista que se extiende desde la Torre Eiffel hasta Notre Dame y el Sacre Coeur, algo que no es exclusivo de los huéspedes vip que se quedan en las rooftop garden suites, sino de todo el mundo que vaya por un trago en la hermosa terraza del sexto piso, parte del restaurante L’Oiseau Blanc.
Nuestros favoritos
LE BAR KLÉBER
Las paredes de madera de roble perfectamente recuperadas, los cómodos sillones de piel y los gigantescos espejos le dan un sentimiento acogedor a este bar de coctelería. Éste es un cuarto lleno de historia, y mientras uno se relaja tomando un Martini helado, el barman cuenta historias de cómo, justo aquí, Henry Kissinger firmó el tratado de paz que acabó con la Guerra de Vietnam en 1973.
LILI
Llamado así en honor del cantante de ópera chino, este espléndido restaurante cantonés, con una sección al aire libre, parece haber nacido preparado para una guerra de estrellas Michelin con su adversario, el restaurante chino del vecino hotel Shangri-La, que tras su apertura no tardó en ganarse su estrella. El Chef Tang Chi Keung estará preparando delicias como pork belly braceado con bambú y arroz al vapor con abulón envuelto en hojas de loto. Esto no puede ser más que una buena noticia para los amantes de la buena comida, pues a la ciudad todavía le hace falta una vibrante movida asiática.
THE PENINSULA SPA
Escondido en el subsuelo, el Peninsula ha creado su propio concepto para el spa, con una fresca alberca de 20 metros, mientras que los huéspedes disfrutan de masajes que utilizan la marca francesa Biologique Recherche, o se ejercitan en su gimnasio.
IN-ROOM TECHNOLOGY
Las 200 habitaciones del Peninsula ofrecen no solamente algunos de los espacios más amplios de la ciudad, sino que además tienen la revolucionaria tecnología que siempre ha distinguido al pionero, el Peninsula de Hong Kong. En lugar de complicarse la vida con interruptores junto a la cama, toda la habitación se controla con una sola tableta —aire acondicionado, luces, televisión, room service— que está programada en once distintos idiomas. Y no solamente el wi-fi es gratuito, sino también las llamadas internacionales y las películas.
19 Avenue Kléber, París
+33 (1) 5812 2888
paris.peninsula.com